Industria 4.0. Llegó la generación de los trabajadores autodidactas
Hoy en día toda la información está al alcance de un clic. Hay miles de millones de tutoriales en YouTube en donde explican paso por paso desde cómo hacer una receta hasta cómo construir un robot. Nunca hubo tanto conocimiento con tan fácil acceso. Y, por primera vez en la historia, estamos viendo crecer a una generación que se crió en la era digitaly conoce mejor que nadie cómo dominarla. Una generación que comenzó a insertarse en el mercado laboral y empezó a desafiar los paradigmas. Llegó la generación de los trabajadores autodidactas.
Según el estudio Millennials Survey 2019, de la encuestadora Deloitte, el 21% de los millennials y el 17% de los centennials consideran que la educación que realiza cada uno por su cuenta es la vía más importante para desarrollarse profesionalmente para la industria 4.0.
"El interés de ser un poco más emprendedor, dueños de sus negocios, creativos y creadores, ya uno lo empieza a ver con el millennial, que empieza a ser el que rompe el molde o el paradigma del ámbito laboral. Con el centennial, el gen se termina de asentar. Gente que viene muy inquieta, que tiene todas las herramientas para poder ser exitoso, indagan todo el tiempo, vienen con el chip de la tecnología mucho más estimulado, se criaron en ese entorno", analizó Alexandra Manera, directora de Recursos Humanos del Grupo Adecco Argentina & Uruguay.
En el caso de Guido Boetsch (27) y Agustín Stegmann (26), se conocieron en el colegio secundario pero afianzaron su amistad cuando descubrieron que a ninguno de los dos les estaba yendo muy bien en la universidad. Cambios constantes de carrera, falta de motivación y malas notas en las materias, los llevó a replantearse qué era lo que buscaban para sus vidas profesionales. "Surgió la idea de encarar un proyecto juntos y demostrar que tenemos el potencial, que somos responsables, nos gusta meterle pilas a algo. Así surge la idea de Gran Berta con el logo de ‘si querés podés’, confiábamos en nosotros", explicó a LA NACION Boetsch.
La productora audiovisual Gran Berta nació en 2015 con la motivación de realizar videos con efectos especiales, inspirados en el contenido que realiza el estadounidense Zach King. Si bien se propusieron llegar a los 100.000 seguidores en Instagram (objetivo que cumplieron al año y dos meses de lanzada la cuenta), hoy ya tienen una comunidad de 345.000 usuarios y trabajan con marcas como Coca-Cola, Disney, DirecTV, Google, Mercado Libre, Nike y Adidas.
Guido Boetsch fue quien decidió meterse de lleno en la edición de los videos, sin tener conocimiento alguno sobre el tema. Tenía que aprender a hacer que los autos vuelen, que los edificios se desaparezcan a su antojo o darle superpoderes a las personas. "Al principio siempre fue todo YouTube, ver tutoriales. Me gusta, me concentro muy fácil viendo cuarenta minutos de un español hablando y me queda lo que dice. Cuando dejé la facultad intenté meterme en una carrera para especializarme en esto pero no me sirvió. Iba muy lento, tenía que esperar quizás dos años para ver cosas nuevas y era muy impaciente. A Gran Berta tampoco le funcionaba que yo invirtiera ese tiempo. Siempre fue ver tutoriales de YouTube y práctica", remarcó Boetsch.
La idea original era hacer videos de ellos mismos, con el agregado de que las marcas después pautaran por aparecer en sus redes sociales a medida que fueran ampliando su base de seguidores. Sin embargo, con el tiempo expandieron su negocio y, además de la publicidad, hoy tienen una productora de efectos visuales, se asociaron con un canal gamer y hasta realizan workshops de vez en cuando.
"Hay que tener un balance entre poder diversificar y poder hacer foco. Si diversificás mucho te quedan las energías demasiado divididas y no podés romperla, pero si te quedás en una cosa puede ser que se te pinche. En la Argentina es armar una casita de cartas, viene un viento, te quedaste sin nada y todo el esfuerzo valió cero", sentenció Stegmann.
Programación para todos
De acuerdo con la encuesta de Stack Overflow 2019, en la cual participaron más de 81.000 desarrolladores de todo el mundo, el 85,5% de ellos aprendieron un nuevo lenguaje de programación o herramienta sin tomar un curso formal.
Un ejemplo es el de Federico Terpin (24), desarrollador Backend de Ualá, quien comenzó a introducirse en el mundo de la programación cuando tenía 13 años. "Con un amigo jugábamos a un jueguito en donde podías abrir tu propio servidor y hacerlo personalizado, pero para eso tenías que aprender un poco de programación. Para poder hacer la propia versión del juego teníamos que aprender. Entonces fue cuando me introduje en el mundo de la programación y dije: ‘Ah, está bueno esto’. Pero no lo pensaba como profesión, era un hobby", rememoró.
Si bien se inscribió en una tecnicatura en programación de sistemas cuando terminó el secundario, nunca logró terminarla porque le parecía que "siempre estaba adelantado" en las materias. Además, a la par de que cursaba fue consiguiendo diferentes empleos como desarrollador, enfocó sus energías en seguir aprendiendo a medida que trabajaba, hasta que a principios de 2018 le ofrecieron ser parte de Ualá, cuando la compañía recién comenzaba a salir al mercado.
"En la programación hay tanta demanda que suelen contratar a alguien que no tiene mucha experiencia y lo capacitan dentro del trabajo. A mí personalmente, con la experiencia laboral que tengo, el título no me suma nada. Suma solo por el papel. En algunos trabajos me han preguntado por la universidad pero siempre les fui sincero, la verdad es que en la facultad no aprendo nada nuevo y el papel no me interesa. Lo que a mí me interesa es saber y poder aportar lo más que puedo en la empresa, no demostrar mi conocimiento", consideró Terpin.
Para Manera, en los últimos años hubo un incremento de gente que comenzó a instruirse por su propia cuenta. Este fenómeno se vio acompañado por un mayor acceso a internet. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en 2011 el 43,8% de los hogares argentinos tenían acceso a internet. A fines de 2019, esta cifra escaló a 82,9%.
En ese sentido, la directora de Recursos Humanos del Grupo Adecco remarcó: "En 2004, si no tenías una carrera universitaria, no te iban a tomar y era mala palabra no estar recibido. Hoy esto no es tan así. Claro que hablo en términos generales, porque todavía hay empresas que se ponen el gorro de si estás recibido o no. Pero el mercado de trabajo cambió. Un título universitario acompaña y suma, nunca va a restarte, pero sí es cierto que en las compañías hoy prevalecen otras cosas. Sobre todo en el mundo de la tecnología".
Si bien Terpin entró a Ualá cuando eran solo tres programadores, en pocos años la compañía se expandió y hoy trabajan más de un centenar de profesionales, y él quedó como referente del área prepaga. "Me gusta lo que hago, me motiva, y para mí eso es lo más importante de todo. Cuando a uno le gusta realmente algo no le hace falta el estudio, no le hace falta nada. Solo sentarte y emocionarte por lo que hacés", concluyó.
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