Importación de alimentos: el Gobierno quiere hacer del pan lactal un caso testigo
Busca que las cadenas de supermercados empiecen a traer productos desde Brasil; el manejo de las fechas de vencimiento es el mayor desafío
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El Gobierno tiene decidido que el negocio del pan lactal se convierta en el caso testigo de su política para desarmar lo que consideran abusos de precios por parte de algunas compañías. La mira del ministro de Economía, Luis Caputo, y de su secretario de Comercio, Pablo Lavigne, está puesta en la empresa mexicana Bimbo, que a través de varias marcas controla más del 60% de las ventas de pan de molde, un producto que popularmente se conoce como pan lactal, aunque en realidad Lactal es una marca que pertenece, precisamente, a Bimbo.
En las últimas horas, funcionarios de la secretaría de Comercio y hasta el propio Caputo se encargaron de comunicar a los grandes supermercados que tenían vía libre para avanzar con la importación de pan de molde desde países vecinos, ante lo que consideraron como los aumentos desmedidos que registró la categoría. Concretamente, la idea oficial es que las cadenas agilicen el ingreso de mercadería desde Brasil, aprovechando que, gracias a los avances que se introdujeron en el último tiempo en los procesos de elaboración, se estiró la vida útil del producto.
“Estuvimos haciendo números y logramos que nos den las fechas para poder importar el pan desde Brasil con un margen de 12 días para vender el producto”, explicaron en una cadena que está ultimando los detalles para iniciar la importación. El principal atractivo que tiene el negocio pasa, obviamente, por el precio. El mismo pan de 470 gramos que en la Argentina se comercializa a $3200, en un supermercado brasileño cuesta 9 reales, es decir, un poco menos de dos dólares. La situación se repite con una línea más premium como el pan “artesano”: en un comercio argentino ronda los $5000, en Brasil, 12,5 reales (menos de tres dólares).
Mercado concentrado
El liderazgo de los mexicanos en el mercado local del pan de molde se explica no solo por Bimbo, sino también por otra de sus marcas estrella: Fargo. El grupo azteca se alzó con el control de la tradicional marca argentina en 2004, cuando el gobierno de Néstor Kirchner aprobó una operación que difícilmente hubiera pasado en países con una política más estricta en materia de defensa de la competencia y abuso de posición dominante. “El jugador número dos comprando al uno no es precisamente una operación que ayude a la libre competencia”, explicó un especialista en el tema.
Fargo había nacido en la Argentina como una marca de Minimax, la cadena de supermercados de los Rockefeller, que saltó a la fama en 1969 cuando sus trece bocas fueron incendiadas por el grupo guerrillero FAR. Cuando Mimimax se fue del país, Fargo se independizó y en pocos años se consolidó como la empresa líder del mercado del pan de molde. A fines de los ‘90, la firma controlada por las familias Preiti y Fernández fue adquirida por el fondo de inversión The Exxel Group en US$140 millones, aunque esta operación terminó mal, cuando el fondo de Juan Navarro tuvo que empezar a rematar todos sus activos. El primer comprador de Fargo fue un banquero mexicano llamado Fernando Chico Pardo, que a su vez en 2004 le cedió sus acciones a Bimbo. La operación incluyó el traspaso de otras marcas como Sacaan y Lactal, que también pertenecían a Fargo.
Para aprobar la compra, el Gobierno ordenó a Bimbo vender una marca (primero la que tenía que vender era Lactal y después aceptó el cambio por Sacaan). También la obligó a un apagón publicitario, es decir, reducir su inversión en medios para facilitar el crecimiento de rivales. Frente al apagón publicitario y para mantener viva la marca, Bimbo lanzó las Rapiditas (lo vedado eran los avisos de pan lactal). Y se dio un caso raro: lo que nació como una restricción terminó en un éxito inesperado y un cambio en el consumo.
Jugadores regionales
Frente a la consolidación de un jugador que controlaba más de 70%, desde los supermercados se facilitó la aparición de jugadores más chicos. La lista incluyó desde Doña Noly, que nació como una casa de tapa de empanadas en Ciudadela, y La Perla, del empresario Gustavo Ferrer, que también es dueño de la cadena de locales Fiestissima.
El Gobierno a su vez obligó, finalmente, a Bimbo a desprenderse de sus marcas Sacaan y Trigoro. El comprador fue el grupo Balcarce, que saltó del negocio de los alfajores al de los panificados. Otro jugador de peso es Veneziana (no confundir con la cadena de heladerías La Veneziana) que se hizo fuerte con su marca y fabricando los productos de marca propia de supermercados.
El liderazgo de Bimbo/Fargo igualmente no parece en peligro. Uno de sus principales activos sigue siendo el manejo de stocks y su política de entrega directa con servicio de recolección del producto unos días antes de su vencimiento. “Con el pan lactal pasa algo parecido a lo que ocurre con el mercado de los lácteos. A nivel nacional hay muchos jugadores, pero en la mayoría de los casos son empresas de alcance regional y un radio de acción limitado, lo que dificulta una distribución a gran escala”, explicaron en otra cadena de supermercados, que también analiza iniciar la importación directa de pan brasileño.
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