Ignorancia crítica: la mejor defensa contra la sobreinformación
Ser selectivo con la información resulta cada vez más fundamental en una era marcada por la catarata de estímulos
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Ser selectivo con la información disponible está en el centro de cómo funciona la cognición humana. Prácticamente cada vez que procesamos un estímulo, lo hacemos solo porque ignoramos otros múltiples que están en competencia. La mayoría de las veces lo hacemos imperceptiblemente, en “piloto automático”. Pero cuando nos movemos en el mundo digital, los obstáculos crecen exponencialmente. En internet, en las redes sociales y con acceso a dispositivos omnipresentes (al teléfono celular ahora se le suman las gafas con inteligencia artificial de Meta, por ejemplo), nos enfrentamos a un coctel de sobre información y a una catarata de estímulos que nos cuesta cada vez más administrar. Una mezcla de anunciantes y empresas tecnológicas, medios y creadores de contenidos se pelean por monetizar nuestra atención. Intentar abarcarlo todo para luego decidir qué es veraz o importante es una estrategia fallida ante este escenario. Aprender a ignorar la información no es algo que se enseña en la escuela. Por el contrario, nos enseñan a pensar y leer textos detenidamente. A poner atención, contexto y un reconocimiento de los propios sesgos antes de emitir un juicio en busca de que generemos un pensamiento crítico.
En esta línea, y como complemento a esa habilidad crítica, es que ahora necesitamos aprender su opuesto complementario: la ignorancia crítica. Porque el costo de toda esta sobreabundancia, como observó el Premio Nobel Herbert Simon, es la escasez. ¿Escasez de qué? La avalancha digital agota nuestra atención y fractura nuestra capacidad de concentración. La ignorancia crítica, un concepto acuñado en 2021 por el profesor de Educación e Historia de Stanford Sam Wineburg, es un tipo de ignorancia deliberada que implica filtrar y bloquear selectivamente información para controlar el entorno informativo y reducir la exposición a información falsa y de baja calidad. Esta competencia complementa las habilidades convencionales de pensamiento crítico y alfabetización informacional, como es aprender a encontrar información confiable online, al especificar cómo evitar información engañosa, que distraiga y potencialmente dañina. Solo ignorando el torrente de información de baja calidad es que las personas pueden concentrarse en aplicar habilidades de búsqueda críticas al conjunto restante, más manejable, de información potencialmente relevante. Como ocurre con todos los tipos de ignorancia deliberada, la ignorancia crítica requiere recursos cognitivos y motivacionales (por ejemplo, control de impulsos, reconocimiento de los propios sesgos con los que llegamos a esa información) y, algo irónico, conocimiento: para saber qué ignorar, primero debemos comprender y detectar las señales de advertencia de baja confiabilidad.