Hora de desobedecer
En su nuevo libro, el filósofo Tomás Balmaceda propone desafiar las normas sociales y los valores establecidos
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Experimentamos una existencia insatisfecha, a pesar de que estamos en medio de la abundancia. Una vida solitaria, aun cuando la tecnología eliminó toda frontera y nunca fue más fácil acceder al entretenimiento. ¿Cómo reivindicar nuestro derecho a pensar por nosotros mismos, de rechazar las ideas que nunca hemos puesto en duda y de oponernos a cualquier sistema que nos ofrezca en bandeja aquellas cosas que deberíamos construir nosotros? De eso se trata Volver a pensar, filosofía para desobedientes, el nuevo libro del filósofo, periodista e investigador Tomás Balmaceda, en el que promueve desafiar el statu quo y pensar críticamente. “Vivimos adormecidos en un mundo que es cada vez más caótico y violento pero que nos sosiega con estímulos para entretenernos y estrategias para escapar de la realidad. Debemos cuestionar las normas establecidas para vivir una vida plena”, propone y brinda herramientas filosóficas para desafiar nuestras suposiciones, desarrollar perspectivas propias y encontrar claridad sobre cuestiones complejas.
Por desobediencia Balmaceda se refiere a fomentar, desde la autorreflexión, una forma nueva de pensamiento en el contexto de las normas sociales y los valores establecidos. “Esta desobediencia no es rebelión, sino un esfuerzo deliberado por desafiar nociones preconcebidas y crear un significado personal”, opina. Sus tres ejes son el trabajo, las relaciones y la muerte. Respecto del trabajo, propone desafiar la glorificación del “workismo”,como la nueva religión en la que nuestra autoestima está fuertemente ligada al logro profesional y la productividad. “Al cuestionar la presión para encontrar el significado último en la profesión y quitarnos la mochila de que trabajar siempre dignifica, podemos encontrar un equilibrio más saludable entre el trabajo y la vida personal”, dice. Sobre los vínculos, Tomás invita a cuestionar el énfasis tradicional en la monogamia como única forma aceptable de relación romántica. En cambio, alienta a considerar el potencial de otros modelos de relación para encontrar lo que crea felicidad, con un enfoque más honesto para nuestros vínculos. Y finalmente, propone una nueva visión de la muerte, desafiando los enfoques tradicionales de negación o aceptación pasiva. En esto, cree central reconocer la influencia de las narrativas culturales y participar en conversaciones francas sobre la propia mortalidad, deseos y temores. Además, explora el movimiento “pro-longevidad”, incitando a preguntarse si el envejecimiento debe aceptarse pasivamente o si tiene sentido desafiarlo con la ayuda de los avances tecnológicos. También subraya la importancia de recuperar las habilidades para conversar y discutir. “Las pantallas han florecido entre nosotros haciéndonos creer que son mejores formas para comunicarnos con nuestros amigos y familiares. Sin embargo, las conversaciones cara a cara son lo más humanizador que podemos hacer. Plenamente presentes unos con otros, aprendemos a escuchar. Nada de eso sucede en un llamado de WhatsApp o en una cadena de e-mails”, dice. Pensar, volver a pensar, desobedecer. Como sea, se trata de desarrollar la propia voz.