Hacen churros, les robaron dos veces en una semana y perdieron todo lo que necesitan para trabajar
Los dueños de la Churrería Ligus perdieron sus medios de trabajo; en las redes se armó una movida solidaria para ayudarlos
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Sufrieron dos robos en menos de cinco días. El domingo fue la bicicleta con la que salían a vender sus churros. Este jueves, el carro con el cual comercializaban sus productos en una plaza de Ciudadela. En poco menos de una semana, Liliana y Gustavo se quedaron sin los medios para trabajar.
“Esto es un microemprendimiento familiar, no es algo grande. Lo tenemos para llegar a fin de mes. El domingo a la madrugada nos robaron la bici. Ayer, cuando me levanté para salir a trabajar a las 5 de la mañana, prendí la tele para ver los movimientos de las cámaras que tenemos afuera de casa y me desayuné que me falta el carro”, relató Gustavo Espindola, dueño del negocio junto con su pareja, en diálogo con LA NACION.
El emprendimiento, llamado Churrería Ligus, nació siete años atrás. La idea surgió cuando se fueron de vacaciones y notaron la cantidad de churreros que había vendiendo en la calle. Al regresar a la ciudad bonaerense, decidieron apostar por ese rubro. Compraron los materiales, aprendieron recetas y en el camino las fueron perfeccionando.
Al comienzo vendían únicamente a través del delivery, salían con la bicicleta y el canasto para entregar los pedidos. En septiembre del año pasado lograron comprar el carro para empezar a vender en la plaza y sumar un punto de venta.
“Menos de un año tuvimos el carro, ni llegamos a disfrutarlo. Lo compramos pelado y lo fuimos reformando a medida que podíamos, algún fin de semana de buenas ventas. Hace un mes le habíamos puesto stickers con publicidad. Lo hicimos de a poco, era todo el día a día, puro sacrificio. Le fuimos dando amor, es casi como un hijo”, agregó Liliana Zarza.
Para sus dueños, el robo de la bicicleta fue “un raterito”. El único empleado que tienen desde hace cuatro años, que sale todos los días a las 9 de la mañana a vender con la bici, decidió dejarla afuera de la casa atada con candado. “Lo dejó confiado porque estaban las cámaras de seguridad”, indicaron.
Pero el robo del carro “fue otra cosa, algo más grande”. En el video de las cámaras se los ve armados y que observaban la puerta de la casa. “Esa gente no vino al boleo, nos vinieron a arruinar. Esa noche me desperté a las 3 de la madrugada, pero no vi las cámaras. Si justo veía que se estaban llevando el carro, iba a salir como loca a que me maten”, sostuvo Zarza.
“Horas de trabajo, de esfuerzo. No comemos con la familia para estar en la plaza. Le damos trabajo a nuestro hijo, a nuestra sobrina, a mi hermana. Más allá de lo material, esto es nuestra vida, el juntar y trabajar, el juntar y trabajar. Arruinan al laburante”, cerró Espindola.
Entre bronca y frustraciones, solidaridad en las redes
En las redes sociales el caso se hizo eco y repercutió con fuerza. Los usuarios comenzaron a hacer una colecta para reunir dinero y que los dueños de la churrería puedan volver a comprar los elementos que les robaron.
“Hablé con Gustavo, me contó lo del carro y la mercadería que tenía adentro. Por suerte no tenía maquinaria para hacer churros porque es carísima. Yo le conté lo que podía hacer, armar una publicación y darle difusión. Es un golazo. En cualquier momento hacemos el corte de la colecta, están muy agradecidos”, contó Juan Navarro, quien administra la churrería El Topo y tienen más de 60.000 seguidores en Twitter.
Un caso similar se dio a conocer días atrás en la ciudad de Córdoba. Un joven de 29 años había abierto un taller mecánico 20 días atrás y lo desvalijaron con todas sus herramientas. La noticia se viralizó en las redes y El Dipy inició una campaña para ayudarlo a recuperar lo perdido.
“Muchas veces se habla de lo malas que son las redes sociales. Y si bien muchas veces es así, también está bueno armar estas cosas. Aprovechar la difusión y llegar a la gente, para así lograr cosas buenas”, cerró Navarro.
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