Hábito umbral, el inicio del cambio que perdura
Muchas buenas intenciones en cuanto a productividad y hábitos terminan fracasando porque queremos empezar a lo grande
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Cuanto más repetís una actividad, más cambia tu estructura cerebral para volverse eficiente al hacerla. Los neurocientíficos llaman a esto “potenciación a largo plazo” y se refieren al fortalecimiento de las conexiones entre neuronas en el cerebro basado en patrones y actividades recientes. Con cada repetición, el envío de señales de una célula a otra mejora y las conexiones neuronales se fortalecen. Y, con el tiempo, se forman hábitos. Aunque somos conscientes del impacto que tienen en nuestra vida los hábitos, tanto los malos como los buenos, los segundos nos resultan difíciles de conquistar. Su beneficio no suele ser inmediato y su conquista queda relegada por “autopremios” más instantáneos, que, paradójicamente, nos suelen alejar de nuestros objetivos y metas.
Una llave para empezar puede ser conquistar un “hábito umbral”. Es el nombre que le da James Clear, en su best seller Hábitos atómicos, a tareas que son fáciles y sencillas de realizar. Acciones que nunca deben convertirse en una pesada obligación y que servirán para conseguir dominar un objetivo mucho mayor. Son tareas cortas, de dificultad muy baja o nula.
Clear explica que muchas buenas intenciones en cuanto a productividad y hábitos terminan fracasando porque queremos empezar a lo grande. Nos fijamos objetivos jugosos pensando que, de lo contrario, no nos pondremos manos a la obra, cuando en realidad es justo lo contrario. La emoción de conseguir perder 8 kilos, correr 21 km o hacer un MBA nos domina y de manera inevitable intentamos hacer demasiadas cosas en poco tiempo o nos frustramos ante la no obtención de resultados inmediatos. Hacer algo muy pequeño nos abre el umbral, porque, pasados los primeros minutos, no te importa seguir con la tarea. Ya que doblé dos remeras, termino con las medias y los pantalones. Ya que barrí mientras sonaba una canción, durante la siguiente acomodo la cocina. Luego de ponerme las zapatillas y salir a la calle, puedo dar una vuelta a la manzana, y después una más. Es corto, y termina rápido, pero cuando empiezo siento que puedo seguir y lo hago. Descubrir un hábito umbral es sencillo, lo más relevante es escalar siempre hacia las metas desde lo más sencillo a lo muy difícil. Por ejemplo, preparar una clase para la facultad es muy difícil. Identificar los materiales de lectura y ver a relación entre ellos es difícil. Preparar un tema es más sencillo. Leer un texto de un tema es fácil. Dejar todo listo sobre la mesa de trabajo es sencillo. Tu meta es preparar correctamente una buena clase, pero tu hábito umbral es leer unas páginas de un texto. Se trata de ritualizarlo como principio de una rutina más larga. No es un truco para hacer los hábitos más sencillos, sino una forma de dominar una habilidad más complicada, así como una manera de completar las tareas pendientes. Clear aconseja a aquellos escépticos que creen que con un hábito umbral nos estamos autoengañando, a que empiecen algo y se detengan a los dos minutos. ¿No preferís seguir ahora que ya empezaste?
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