Fondos para emprendedores. Los riesgos y las oportunidades de salir a buscar financiamiento
Conocer bien al mercado, al inversor y los riesgos facilitan la tarea de obtener un préstamo más que la innovación
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Una idea es el primer eslabón de todo emprendimiento que precisará inversión para materializarla. Pero para conseguir ese capital es necesario mirar “puertas adentro” y analizar las diferentes alternativas de manera de elegir la forma de financiación más adecuada para cada estadio del proyecto.
Esbozar cualquier plan productivo es solo una noción del producto o servicio a ofrecer. De por sí, no es sinónimo de oportunidad o acierto. Todavía se debe recorrer un largo camino. Y el primer paso es evolucionar hacia un modelo de negocio rentable con buena recepción en el mercado. Muchas veces la originalidad y lo novedoso son un atajo. Un proyecto peculiar puede atraer con rapidez inversores y clientes, aunque no siempre el éxito está asegurado. “Las estadísticas de nuevos emprendedores demuestran que de 100 ideas, 94 son mejoras o actualizaciones de otras ya existentes. Por eso no es necesario volverse loco buscando ‘la novedad’”, remarcó Javier González Pedraza, director de la Usina de Emprendedores, un espacio creado por la Universidad CAECE en conjunto con la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC).
En cierta forma, así nació el proyecto de Ornella Basilotta, fundadora y CEO de la firma Fracking Design. “Cerramos un negocio de indumentaria tradicional para abrir el actual de marroquinería. En ese momento, nos preguntamos qué recursos del viejo emprendimiento podíamos utilizar en el nuevo. Contábamos con telas, prendas sobrantes, clientes y proveedores. Así nos metimos, sin saberlo, en el segmento de ‘lohas’ (estilo de vida sustentable)”, añadió.
Analizar cómo fondear una idea demanda un proceso de introspección. Ver en qué momento se encuentra el proyecto y cuáles son sus necesidades. “Este proceso es fundamental para evitar, como pasa muchas veces, poner el carro de la financiación delante del caballo del desarrollo”, afirmó Hugo Kantis, director del Programa de Desarrollo Emprendedor (Prodem) de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS).
Peligros propios
En este estadio, se deben estudiar incluso los peligros propios del emprendimiento. “Siempre existen dos o tres riesgos capaces de provocar su declinación y hay que detectarlos desde el primer momento”, puntualizó González Pedraza.
De dónde saldrá el capital inicial es un punto clave. “No es lo mismo presentarse ante la ventanilla del programa de Capital Semilla o ante un inversor privado. Este último requerirá más detalles de cómo recuperará su inversión. Casi siempre, un subsidio es más flexible”, marcó el director de Prodem.
En los primeros años es poco probable que un proyecto arroje ganancias y en el caso de las grandes plataformas de e-commerce el plazo promedio para ser rentables es de 15 años. “A veces el emprendedor solicita al inversor una suma menor a la que precisa. Piensa que así obtendrá el dinero. Pero es más contraproducente volver a solicitar capital porque no alcanzó. Siempre es mejor decirle que se logró el objetivo y que existe un excedente para reinvertir o reintegrar”, aconsejó Javier González Pedraza.
Para Luz Ameijeira, líder de Pago Nube en Argentina (Tiendanube), no se debe temer a los números. “El desconocimiento genera temor y lo que no se mide no se puede mejorar. Incluso, de esa manera se puede prever situaciones futuras poco favorables”, acotó.
Tiempo y esfuerzo
“Salir a buscar financiación demanda tiempo. Muchas veces conviene primero encontrar un mentor o un centro de emprendedores para definir dónde se está parado y ver si es el momento adecuado para solicitar la financiación”, sugirió Hugo Kantis.
El abanico de posibilidades puede ser amplio. Sin embargo, hay que saber elegir el adecuado para cada instancia. “Por ejemplo, en la primera etapa de un proyecto, es fácil y conveniente acceder al capital semilla de organizaciones públicas nacionales, provinciales o municipales”, comentó el director de Prodem.
Los préstamos semilla buscan la consolidación del proyecto y la creación de empleo. Pueden destinarse tanto a forjar una microempresa como a su despegue. En muchos casos no son reembolsables o cuentan con una tasa baja. Ejemplo de esto son las líneas del Banco Interamericano de Desarrollo, Ministerio de Producción de la Nación, Banco de la Nación Argentina o el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, entre otros. Para acceder a este financiamiento se debe presentar un plan de negocios y competir con otros candidatos.
En cambio, para recurrir al préstamo bancario, el proyecto debe contar con una alta solvencia y un plan de negocio muy detallado. En muchos casos, las startups que recién comienzan califican con solo estar inscriptas en la AFIP y ser cliente de la entidad bancaria. “Con seguridad, facilita el acceso al crédito contar con el certificado ‘Mi Pyme’ activo”, puntualizó Luciano Albarenque, analista del Banco Galicia.
Aunque pocos lo sepan y lo crean, el presentarse a concursos y premios es también una forma de adquirir fondos. “En nuestros comienzos, nos anotamos en distintas aceleradoras. En esos programas nos fuimos enterando no solo de programas que apoyaban y financiaba emprendimientos, sino de concursos. Ganamos así uno de U$S50.000 que destinamos a la compra de maquinaria”, ilustró la CEO de Fracking Design.
También, se puede recurrir a préstamos de parte de clientes y proveedores. “Nuestra primera colección salimos a venderla entre nuestros antiguos clientes del interior en 2019. En esa gira vendimos todo. De este modo recaudamos $5 millones”, señaló Ornella Basilotta.
Altas exigencias
Los inversores privados van a priorizar las ideas con viabilidad y promesas de alta rentabilidad. En el momento de presentarles el proyecto, querrán saber qué esperar en términos de recuperación o multiplicar su inversión.
Este tipo de financiamiento tiene como contrapartida una exigencia de mayor control y de resultados inmediatos. En los primeros tiempos, estas exigencias pueden generar más trabas que beneficios.
En las últimas décadas, se sumó otro actor al campo de los potenciales financiadores: las medianas y grandes empresas. Es una tendencia en crecimiento a nivel mundial. Aunque no es tan masivo en la Argentina. “Están interesadas en emprendimientos que le permitan estar al tanto de nuevas tecnologías, nuevos mercados o conectarse con el talento emprendedor. Deben estar vinculadas estratégicamente con su negocio principal. Inclusive, pueden ser proveedores de su negocio central”, expuso Kantis. Cabe destacar que si el financista es una gran empresa, temas como reciclado o medio ambiente serán fundamentales.
El crowdfunding es otra posibilidad. Consiste en exponer la idea en un portal web especializado y solicitar dinero de varios mecenas. En general, se obtienen pequeños aportes. Una vez conseguido el objetivo, los contribuyentes recibirán algún tipo de compensación.
En última instancia se puede recurrir a familiares, amigos y a los propios ahorros. “No es recomendable para estos fines utilizar las tarjetas de crédito o herramientas similares. Son fáciles de usar, pero su costo es elevado”, finalizó el director de la Usina de Emprendedores.
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