Estrés digital. Tres razones por las que es cada vez más difícil concentrarse
El cansancio, la mala alimentación y la omnipresencia de la tecnología dificultan la capacidad de atención
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Un estudio de Gloria Mark, profesora de informática de la Universidad de California en Irvine, encontró que el trabajador de oficina promedio se concentra en una sola tarea sólo tres minutos, lo que no es de ningún modo tiempo suficiente para hacer algo. Pero si está enojada o enojado consigo mismo, achacando su falta de atención a debilidad personal, en eso se equivoca. Los seres humanos están perdiendo su capacidad de concentración porque se la están robando, dice Johan Hari, autor del libro La concentración robada: porque no puede prestar atención y como volver a pensar en profundidad.
“Advertí que con cada año que pasaba sentía que cosas que requieren una concentración profunda, como leer un libro, se estaba volviendo cada vez más como trepar una escalera mecánica descendente”, dice. “Aún podía hacerlo, pero se volvía cada vez más difícil. Y advertí que mucha otra gente se sentía de este modo, en particular la gente joven que conocía y amaba”.
Inicialmente, Hari lo atribuyó a falta de voluntad y la invención del celular. “Pero lo que descubrí es que estas son maneras demasiado simplistas de entender lo que nos está sucediendo”, dice. “De lo que descubrí concluyo que nuestra atención no colapsó, nuestra atención nos ha sido robada por fuerzas muy grandes y poderosas”.
A través de sus estudios Hari encontró evidencia científica de varios factores que están afectando el tiempo en que se puede mantener la atención, y muchos pueden no advertir que eso está teniendo un impacto significativo.
1. Empleados exhaustos
Hoy alrededor de un tercio de la fuerza laboral estadounidense está privada crónicamente de sueño, durmiendo menos del mínimo necesario de siete horas por noche.
“Sólo el 15% nos despertamos sintiéndonos descansados y esto es algo nuevo”, dice Hari. “Desde 1942 la cantidad promedio de tiempo que duerme una persona se ha visto reducida en una hora por noche. Hay un debate científico acerca de la escala precisa de pérdida de sueño, pero la Fundación Nacional del Sueño ha calculado que la cantidad de tiempo que dormimos se ha reducido 20% en tan sólo 100 años”.
Aunque parezca pasivo, el sueño es importante porque es un proceso activo. Cuando se duerme el cerebro elimina los deshechos metabólicos que se acumulan durante el día. Si no se duerme lo suficiente el cerebro no se recupera adecuadamente y se es mucho menos funcional.
Una de las razones por las que no dormimos lo suficiente es que estamos expuestos a enormes cantidades de vida artificial. Cuando apagamos las luces para dormir tenemos un segundo impulso de energía, que era beneficioso para nuestros ancestros que necesitaban ese impulso de energía para volver a un santuario seguro al final del día.
“Ahora controlamos la luz y nos enfrentamos a un defecto brillante: el 90% de los estadounidenses miran un dispositivo brillante durante dos horas previo a dormir”, dice Hari. “Cuando lo apaga repentinamente tiene un impulso de energía porque se está poniendo oscuro. La persona está en la cama, inquieta y es difícil dormir”.
El estrés también está limitando nuestra capacidad de dormir, especialmente al abandonarse los horarios tradicionales de trabajo y los empleados sienten la necesidad de estar constantemente conectados y disponibles. “Cuando yo era chico la única gente que estaba siempre disponible eran los médicos y el Presidente”, dice Hari.
Para solucionar el problema, Hari dice que uno tiene que limitar radicalmente su exposición a la luz antes de ir a dormir, eliminando la fuentes artificiales en el dormitorio y evitando la luz azul de las pantallas al menos dos horas antes de ir a la cama. Además la temperatura en su cuarto tiene que ser fresca, casi fría. “El cuerpo necesita refrescar su núcleo central para ponerlo a dormir y cuanto más difícil sea eso tanto más tiempo se tarda”, dice Hari. “Estos son consejo que ayudan y relativamente conocidos pero, como reconoce todo experto con el que haya hablado, no bastan para la mayoría de la gente. Vivimos en una cultura que constantemente nos bombea estrés y estimulación”.
2. Dieta desbalanceada
La manera en que comemos también afecta nuestra capacidad de concentración y de prestar atención de tres maneras. En primer lugar el desayuno estadounidense o británico estándar por lo general incluye pan blanco o cereales azucarados que envían cantidades inmensas de energía rápidamente al cerebro. Al principio se siente muy bien, pero una o dos horas más tarde uno experimenta una severa caída de energía y tiene lo que se llama niebla cerebral.
“La niebla cerebral es cuando no se puede pensar claramente”, dice Hari. “Uno básicamente está en un estado de niebla cerebral hasta que tiene su siguiente ingesta de carbohidratos azucarados. Pero lo que sucede es que vivimos en una montaña rusa, saltos de energía y caídas de energía. Por lo que tenemos periódicamente niebla cerebral a lo largo del día”.
Si uno tiene una dieta más balanceada y asegura recibir los nutrientes adecuados, “tiene mucha más capacidad de concentrarse y prestar atención”, dice. El nutricionista británico Dale Pinnock dijo a Hari que si uno quiere entender por qué tantos tenemos problemas para concentrarnos podría pensarlo de este modo: “Si se le pone champú al motor de un auto no se va a sorprender de que no funcione. Sin embargo todos los días ponemos en nuestros cuerpos sustancias que están muy lejos de ser lo que debía convertirse en combustible para el ser humano”.
3. Adicción a la tecnología
Aunque esto no sea una sorpresa, la tecnología también está afectando profundamente nuestra capacidad de concentrarnos. Pero no son sólo los dispositivos las que tienen la culpa de ello. Como parte de sus estudios para el libro Hari pasó tres meses en Provincetown, Cape Cod, sin Internet, una computadora o un celular. “Me asombró cuanto recupere la capacidad de atención”, dice. “Tenía casi 40 años y mi capacidad de atención se recuperó al nivel que tenía a los 17 años. Podía sentarme y leer un libro durante ocho horas en un día; estaba asombrado”.
Cuando volvió de Provincetown, su capacidad de atención seguía mejor pero no podía mantener el nivel al que había llegado. Para su libro Hari entrevistó a James Williams, exdirector de Google que investiga la ética de la tecnología y la “economía de la atención”. “Me dijo que el error que yo había cometido en Provincetown es cómo pensar que la solución a la contaminación del aire es usar individualmente una máscara antigás”, dice Hari. “Lo que necesitamos son las grandes soluciones sociales”.
Las apps están diseñadas para interrumpirnos constantemente por un motivo muy simple: cada vez que uno toma su teléfono y empieza a usarlas esas compañías ganan más dinero. Aunque Hari dice que la solución individual es la abstinencia, también dice que tiene que haber cambio en la sociedad y lo asemeja a eliminar el plomo de la pintura. “Para la década del ‘70 era muy bien sabido que la exposición al plomo es particularmente malo para el cerebro de los niños y lo que sucedió es que hubo entonces un gran movimiento, mayormente de madres, que decían ‘tenemos que terminar con esto, tenemos que hacerlo, no podemos permitir que se dañe el cerebro de nuestros niños de este modo’” dice. “No decían ‘hay que prohibir la pintura’. Decían ‘hay que prohibir el plomo en la pintura’”.
Hari sugiere ver las redes sociales del mismo modo. “Las redes sociales tiene muchos aspectos positivos”, dice. “Pero hay aspectos específicos de las redes sociales que podemos controlar con normativa que restauraría inmensamente nuestra capacidad de concentración. No necesitamos prohibir las redes sociales. Tenemos que prohibir el modelo de negocios que es dañino”.
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