Estanflación global. Las multinacionales desempolvan los manuales de administración de hace 40 años
La combinación de inflación y recesión obliga a las empresas a apelar en forma masiva a recetas que históricamente habían quedado relegadas como las subas de precios o el recorte de la fuerza laboral
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Para los líderes del mundo empresario de Estados Unidos, la alta inflación no es bienvenida. Tampoco es algo familiar. Warren Buffett, de 91 años, el patrón de más edad en el índice S&P 500 de grandes firmas, alertó acerca de los peligros de los precios en ascenso en su carta anual a los accionistas para 2022. El CEO promedio de las compañías que integran el índice, de apenas 58 años, no había comenzado los estudios universitarios en 1979 cuando Paul Volcker se convirtió en presidente de la Reserva Federal. Para cuando el CEO promedio comenzó a trabajar el ascenso del capitalismo globalizado iniciaba una era de baja inflación y altas ganancias. El precio de las acciones de sus firmas subió entre la crisis financiera global de 2007-09 y la pandemia del covid-19, una década de inflación muy baja.
La inflación se mantendrá elevada todavía por un tiempo. El 7 de junio el Banco Mundial alertó que “ahora parece probable que haya varios años de inflación por encima del promedio y crecimiento por debajo del promedio”. Un nuevo estudio de Marijn Bolhuis, Judd Cramer y Lawrence Summers encuentra que si se mide la inflación de modo consistente, la tasa de hoy no está lejos del pico de 1980. Al acercarse el pasado al futuro, la “estanflación” está preocupando a los líderes empresarios. Los ejecutivos de hoy podrán creerse gente endurecida en la lucha: han experimentado una crisis financiera y una pandemia. Sin embargo el desafío de la estanflación requiere de herramientas diferentes, algunas tomadas del pasado pero también algunos trucos nuevos.
La tarea primordial de cualquier equipo de conducción es defender los márgenes y el flujo de caja, que los inversores prefieren al crecimiento de los ingresos cuando las cosas se ponen complicadas. Eso requerirá luchar con más dureza en la trinchera del balance de pérdidas y ganancias. Aunque un alza de los márgenes al subir la inflación el año pasado llevó a políticos a denunciar que era producto de la avaricia corporativa, las ganancias descontados impuestos de hecho tienden a bajar como porcentaje del PBI cuando persiste el alza de precios, basado en la experiencia de todas las firmas estadounidenses desde 1950. Para crear valor para los accionistas en este ambiente las compañías deben incrementar su flujo de caja en términos reales. Eso significa una combinación de recortar gastos y traspasar la inflación de los costos a los clientes sin que caigan los volúmenes de venta.
Recortar los gastos no será fácil. Los precios de las commodities, el transporte y la mano de obra se mantienen elevados y la mayoría de las firmas son compradoras en esos mercados. Los problemas de la cadena de producción han comenzado a reducirse un poco y pueden seguir haciéndolo los próximos meses. Pero sin duda seguirá habiendo problemas. En abril Apple lamentó que se prevé que la escasez en toda la industria de chips de computadora creará “limitaciones” de entre US$4000 y 8000 millones para el fabricante del iPhone en este trimestre.
Lo que los máximos ejecutivos pueden controlar más fácilmente es la mano de obra. Luego de meses de gran aumento de las contrataciones, las compañías están buscando proteger sus márgenes obteniendo más de sus trabajadores o logrando lo mismo con menos trabajadores. El mercado de mano de obra sigue con gran demanda: en EE.UU los salarios han subido más del 5% año contra año y en abril los despidos tocaron el punto más bajo de la historia. Pero en algunos sectores la corrida de contrataciones durante la pandemia para responder a la demanda acumulada está terminando.
Los CEO estadounidenses están demostrando nuevamente que le preocupa menos despedir que a sus contrapartes europeas. En un memo enviado a los empleados este mes Elon Musk reveló sus planes de reducir la nómina en Tesla, su compañía de autos eléctricos, en un 10%. Empresas digitales destacadas, muchas de las cuales tuvieron un boom durante la pandemia, colectivamente despidieron cerca de 17,000 trabajadores tan sólo en mayo. Luego de buscar atraer trabajadores con mayores salarios y beneficios, en las últimas llamadas trimestrales por ganancias más CEO estadounidenses han estado dando importancia a la automatización y la eficiencia laboral.
Sin embargo en el actual clima el control de costos obcecado (e impiadoso) no bastara para mantener la rentabilidad. La inflación de costos restante tendrá que ser trasladada a los clientes. Muchas empresas están por descubrir lo difícil que es elevar los precios sin reducir la demanda. Las compañías que tienen este superpoder a menudo comparten unos cuantos atributos: débil competencia, la incapacidad de los clientes de demorar o evitar la compra y flujos de ingresos ligados a la inflación. También ayuda tener una marca fuerte. Starbucks alardeó en una llamada por ganancias en mayo que, pese al alza de los precios de sus bebidas con cafeína, ha tenido dificultades para cubrir una “demanda que no cede”.
Sin embargo, datos recientes insinúan una baja en el ánimo de los consumidores. Esto hace más riesgoso para las firmas implementar incrementos de precios frecuentes. Hay luces amarillas parpadeando, desde McDonald’s, que ha especulado acerca de “una mayor sensibilidad al valor” entre sus clientes, hasta Verizon, que detectó “lentitud” en los clientes en el trimestre más reciente. La capacidad de imponer aumentos de precios cuando los clientes se ajustan el cinturón requiere de una conducción cuidadosa. En contraste con la última era de alta inflación, los directivos pueden usar algoritmos en tiempo real para fijar precios, experimentando y ajustando constantemente sus cuentas a la respuesta de los consumidores. De todos modos las firmas tendrán que tener una visión a largo plazo respecto de cuánto tiempo durarán los altos precios y de los límites que tolerarán sus clientes.
Aunque mantengan controlados los ingresos y los costos, los CEO están descubriendo lo que sus predecesores sabían muy bien: la inflación complica mucho los balances. Eso requiere de un control aún mayor del capital de trabajo (el valor de los inventarios y lo que deben los clientes menos lo que se debe a los proveedores). Muchas firmas han juzgado mal la demanda de sus productos. Walmart perdió casi un quinto de su valor de mercado, alrededor de US$80.000 millones, a mediados de mayo, luego de reportar una reducción del flujo de caja causado por un exceso de inventarios, que aumentaron en un tercio frente a 2021. El 7 de junio su rival, Target, dio alerta de que su margen operativo caerá de 5.3% en el trimestre pasado al 2% en el actual, al bajar el precio de productos para reducir su exceso de inventario. Los ciclos de pagos -es decir cuando paga una firma a sus proveedores y cuando le pagan sus clientes- también se vuelven más importantes, dado que el poder de compra del dinero entregado mañana se reduce al calor de la inflación.
Todo esto hace que evaluar el desempeño de una empresa se vuelva más difícil de evaluar. Por ejemplo, los cálculos de retorno sobre el capital se ven más impresionantes con un numerador inflado (ganancias presentes) y el denominador (capital invertido en el pasado) en dólares viejos. Entre 1979 y 1986, en la última onda de inflación elevada, se requería por ley a las firmas estadounidenses que presentaran declaraciones de ingresos ajustadas por el alza de precios. Es improbable que se reviva este edicto. Pero incluso cuando los CEO y los dueños de empresas alardeen de un mayor crecimiento nominal de los ingresos, las decisiones de inversión y compensación debieran tomar en cuenta estos vientos de cola artificiales. Y lo mejor es preguntarle al propio Warren Buffett. En su carta a los accionistas de 1980 les recordó que las ganancias deben crecer en proporción a los incrementos de los niveles de precios sin un incremento del capital empleado, para que las firmas no comiencen a “comerse” el capital de los inversores. Su misiva a los inversores en 2023 quizás tendría que llevar el mismo mensaje.
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