Es argentino, dejó la odontología y hoy triunfa vendiendo empanadas en Nueva York
Como ondontólogo trabajaba "bien" en la Ciudad de Buenos Aires, tenía "unos ahorros" reunidos y la "necesidad" de replantearse cuestiones personales y del entorno lo llevaron a irse de la Argentina. Cuando, en 2010, comentó que se iría "afuera" a sus allegados les pareció una "locura".
Mario Vivas, de 33 años, logró construir una empresa de organización de eventos y catering en Nueva York en la que lograba facturar y le permitía estar "cómodo", pero el coronavirus lo dejó "sin trabajo de un día para el otro".
A mediados de marzo arrancó una semana con 24 eventos planificados y el jueves "no quedaba nada en pie". Decidió que "como argentino acostumbrado a las crisis tenía que encontrar la oportunidad". En diciembre abrió en Columbus Circus un local de empanadas "criollas". Para hacerlo convenció a dos inversores locales.
Cuenta que eligió Nueva York porque le parecía una ciudad "compatible" con su personalidad, "vibrante enérgica" y subraya que no aspiraba a cambiar su ritmo de vida, sino ponerse "a prueba". "No tenía un plan concreto, sí entrenarme en todo lo que no me había dado la universidad; aprender el idioma, aprender a buscar nuevos recursos. No era la idea perfeccionarme en mi profesión –dice Vivas a LA NACION-. Llevó tiempo insertarme y hacer los papeles".
En sus diferentes trabajos hasta abrir su emprendimiento fue hasta asistente del manager de Beyoncé. Una anécdota más para sumar. Durante dos años se desempeñó con una wedding planner conocida en la ciudad. "Aprendí mucho, qué hacer y qué no y en determinado momento pensé que podía avanzar por mi cuenta. Me dejó ir, se puso contenta por mí –describe-. Así, en 2016 nació mi agencia de eventos. En cuatro años crecí".
Vivas explica que el trabajo en el área tiene temporadas altas y bajas y que el público considera y privilegia a los que –en cualquier actividad- se "especializan". En su caso, cubría eventos corporativos y de fiestas privadas. "Cuando llegó el Covid-19 no fue que empezó a caer –ojalá- sino que fue de película. En tres días me cancelaron 24 eventos de todo tipo, desde casamientos en California a reuniones empresarias de clientes semanales".
Entiende que lo más valioso de su experiencia es cómo reinventarse. "Esos meses me hicieron acordar a mi primer año en Nueva York, cuando dominaba la incertidumbre, la adrenalina por lo que vendría. El sentir cierto temor por lo que vendría, por lo desconocido".
Para que sus clientes habituales no olvidaran su nombre empezó a cocinar y a llevarles comida. Puso en marcha las recetas de su abuela Stella, con quien vivió mientras estudiaba.
"Advertí que lo que no percibimos como grandes cosas porque son parte de nuestro folklore, de nuestra vida, a otros los impacta", recuerda. En esas entregas de comida, parte de su campaña de marketing, le preguntaron qué era lo mejor que cocinaba. No dudó: empanadas. Las cocinó y las comieron y en esa reunión convenció a dos inversores de que con unos US$120.000 podían comenzar un negocio que funcionaría.
"Preguntaban cómo las comíamos nosotros, porque para ellos las empanadas eran chicas, un snack". Por eso las que se venden en "Criollas" son más grandes, apuntan a ser un almuerzo, por ejemplo, con una sopa. Esa es una de las propuestas.
En bicicleta, en la época de la cuarentena más cerrada de Nueva York, buscó local. Tenía que ser un lugar de paso de gente cuando la vida se normalizara y, a la vez, tenía que ser seguro tanto para tranquilidad de ellos como de sus clientes. "Desde la Estación Central (donde un alquiler ronda los US$14.000) a Brooklyn recorrí todo hasta que apareció este mercado en Columbus Circle; cerraba el lugar y el precio". Abrieron el 1 de diciembre.
Vivas admite que las empanadas integran la "fantasía de todo argentino que sale al exterior, es una suerte de cliché pensar que el ‘triunfo’ puede venir por ahí", señala e inmediatamente agrega: "En medio de una pandemia es poco serio hablar de ‘éxito’, es poco cauto. Sí pasó que se dieron las condiciones para ese proyecto que siempre estaba en el aire".
Por estos días el fuerte para las siete variedades de empanadas es el take away. Desde el 14 próximo en Nueva York volverá la posibilidad de sentarse en bares y restaurantes, aunque el local de "Criollas" es chico.
Apostaron a la venta online, comprar para freezar. "Nos sorprendió el crecimiento; en el local nuestro objetivo es vender 300 unidades diarias, todavía nos falta un poco, pero online funciona excelente. Un atractivo que el público valora es que apoyamos a proveedores que son chicos como nosotros, compramos en granjas locales y todo es orgánico".
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