Era jugador profesional de pádel y largó todo por su negocio: hoy exporta a 50 países
Empezó con un compresor de aire y dos matrices en una casa alquilada; ahora tiene más de 100 empleados
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Aunque en la Argentina el fanatismo por el pádel resurgió en los últimos tres o cuatro años, Ramiro Nanni, exjugador profesional y número cinco del mundo en el ranking por parejas, apostó por este deporte y sus productos mucho antes: en 2006 creó Royal Pádel, una fábrica de paletas ubicada en Rosario.
Nanni vivió en España entre 2000 y 2010, nueve años en Barcelona y uno en Madrid. Allá se desempeñó como jugador profesional y se codeó con gente del ambiente. Y gracias a un encuentro casual, surgió la oportunidad de crear un emprendimiento propio.
“En España me crucé con un chico que había trabajado en una fábrica de paletas de pádel. Estaba desempleado, y se quería volver a la Argentina”, recuerda el emprendedor. Hicieron un pacto: intercambiaron conocimiento por trabajo. El chico, como le dice, le transmitió la técnica para fabricar paletas artesanalmente, y Nanni le ofreció trabajo por tres meses.
Como muchos deportistas, en esa época se preguntaba qué sucedería más adelante con su carrera. Era inquieto, y la idea de crear su fábrica le llamó la atención. Así nació su emprendimiento de paletas de pádel. Empezó en una casita que alquilaba en Rosario y después se mudó a un galpón de 400 metros cuadrados en la ciudad de San Lorenzo, Santa Fe. Mientras tanto, él seguía viviendo y jugando en España, pero pudo llevar adelante la empresa gracias a la ayuda de sus hermanos.
“De a poquito fuimos creciendo. Empezamos siendo cinco personas”, comenta Nanni. Un tiempo después, se vio en la obligación de comprar el galpón o mudarse. Pero buscar un lugar nuevo y armar todo de cero era engorroso. “Me dije, ‘hago un esfuerzo’. Mis amigos me prestaron plata y pude comprarlo. Ahí arrancó todo”, cuenta.
Incompatibilidades
Ser jugador profesional y emprendedor no son actividades compatibles, sobre todo cuando ambas se llevan a cabo en diferentes países: España y Argentina. Por esto, Nanni decidió dejar el deporte. Volvió al país y puso “todas las fichas en esto”.
Aunque podría haber jugado por varios años más, decidió seguir otro camino: “Llegué a un punto en el que no estaba enfocado ni en el negocio ni en el deporte. Porque cuando sos deportista profesional, no podés enfocarte en otra cosa más que en eso. Es imposible”, explica.
Nanni ilustra esto con el ejemplo de Fernando Belasteguín, un jugador de pádel argentino que fue número uno del mundo por casi 15 años y, actualmente, a los 44, ocupa el séptimo puesto del ranking mundial. Pero hace 13 años, cuando el emprendedor tuvo que elegir una de las dos posibilidades profesionales, él tenía solo 34. “Aposté por esto, y por suerte salió bien”, recalca.
Producción artesanal
Como Nanni iba y venía entre España y la Argentina, la ayuda de su hermana mayor, y luego de sus otros tres hermanos, fue un hecho clave para poder llevar adelante el emprendimiento. Y dado que la empresa iba creciendo con pasos constantes, el espacio debía seguir la lógica. “Me decían que estaba loco, cómo iba a hacer algo tan grande. Pero yo veía que el pádel ganaba popularidad”, agrega. Así, el galpón se convirtió en una fábrica de 6000 metros cuadrados.
Aunque no recuerda de cuánto fue la inversión inicial, remarca que al comienzo solo contaba con un compresor de aire pequeño, que hoy valdría, según el emprendedor, entre $30.000 y $50.000, y dos matrices (cerca de un $1.000.000).
Nanni cuenta que, entre otras razones, el pádel renació gracias a las nuevas formas de televisar los torneos, pero también porque “es un deporte divertido”. Este resurgimiento benefició a Royal Padel: “Por suerte. Nosotros empezamos con cinco empleados. Hoy son más de 100 personas trabajando de forma directa y casi 200 de forma indirecta. Creció mucho. Nuestro producto llega a 50 países”, detalla el exjugador, y explica que la empresa exporta a Barcelona y desde allá se distribuye a otros lugares.
La producción es artesanal, de hecho, la paleta se fabrica casi enteramente de forma manual. “Hacés como un sándwich con tomate y jamón. El molde es el pan. Ponés el jamón en cada pan. El tomate, la lechuga, el queso. Lo cocinás y te queda todo lo de adentro comprimido con la forma del pan”, ejemplifica Nanni.
El proceso tarda una hora, aproximadamente. Royal Padel fabrica entre 5000 y 7500 por mes. Además de productos para pádel, también hacen paletas de beach tenis, pickleball y frontón, todo en fibra de carbono y fibra de vidrio. Los valores rondan entre los $65.500 y los $160.500.
Hoy, la empresa también ofrece ropa deportiva y accesorios, como gorras, muñequeras, mochilas, y más. Por esto, Nanni explica que dividió la fábrica en dos “naves”, es decir, dos edificios en el mismo predio: uno en donde se dedican a la fabricación de paletas y el otro destinado a la producción textil.
El futuro, para Nanni, está sucediendo ahora, y sus proyectos, más que centrarse en nuevos productos, implican emplear más gente: “Ya hay un grupo muy grande de personas. Seguir empleando me genera un poco de respeto, por las condiciones de la Argentina, que no es un país muy estable”.
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