Entre ritmos y arritmias sociales
Los ritmos sociales permiten diagnosticar dinámicas en una empresa, en un equipo de trabajo o en una pareja
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El tránsito, las reuniones, las personas colaborando, todos esos movimientos son ritmos. Ritmos de la movilidad, del comercio, del trabajo, del comunicar. La vida social puede interpretarse como una orquestación de ritmos. Para Gonzalo Iparraguirre, antropólogo especialista en tiempo y gestión cultural e investigador de las universidades UBA, UNS y UdeSA, observar los ritmos sociales nos permite diagnosticar dinámicas en una empresa, en un equipo de trabajo, entre pares, entre casa; sí, los ritmos también ocurren en la pareja y en la familia. “Los ritmos son claves para detectar resistencias al cambio cultural. Cuando detectamos un conflicto, un problema, un impedimento para cambiar, para innovar, para transitar desafíos, estamos frente a arritmias sociales. Estas arritmias, al igual que las biológicas, ocurren cuando entramos en un desfasaje entre lo que nos hace bien y lo que no, entre lo que nos mantiene vivos y lo que nos puede fragmentar, lesionar o incluso matar”, explica el especialista.
Para Iparraguirre, la gestión del cambio cultural es un intento diario de poner en sincronización los ritmos exógenos de la empresa con los ritmos endógenos. Por ejemplo, los ritmos del mercado financiero ponen en permanente jaque a los ritmos de la producción local, de la coordinación de equipos, del bienestar de las personas. Hay ritmos estables y los hay inestables. “En el análisis de los ritmos de una empresa es clave el aspecto simbólico de la cultura, lo que los antropólogos llamamos “imaginarios”. La resistencia al cambio, por ejemplo, puede analizarse como una cultura en la cual el pasado es más fuerte que el futuro. Se resiste a la innovación porque se intenta replicar estructuras y métodos que ya se conocen y por lo tanto se desconoce y bloquea la apertura al futuro”, agrega.
Los equipos pueden ensamblar ritmos al producir agendas conjuntas que tengan un balance entre los imaginarios (futuro) y la experiencia (pasado). Para el antropólogo, también autor del libro Imaginarios del desarrollo, gestión política y científica de la cultura, cuando la estrategia de cambio se reduce a “capacitar”, supone que solo el pasado (aprendizaje) va a producir la transformación. “Los imaginarios y las rítmicas combinadas, nos dan acceso a todo un conjunto de nuevas estrategias para sincronizar cambios y gestión del tiempo de ese futuro imaginado”, explica. Los ritmos nos ordenan el modo en que gestionamos el tiempo y, por lo tanto, podemos sincronizar agendas cuando ponemos en práctica el modo que gestionamos ese futuro imaginado. Y ahí estamos, transitando y construyendo esta nueva melodía de trabajo: entre ritmos y arritmias.
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