Tres amigos. El desánimo por ver fruta tirada los condujo al negocio de su vida
El origen fue una imagen: la de millones de kilos de manzanas y peras tiradas a la basura, descartados por falta de mercados de exportación donde colocarlos. Era el año 2015 y el ingeniero industrial Marco Zec había vuelto hacía poco de Nueva Zelanda a su ciudad natal, Neuquén, y trabajaba con su familia en la producción de fruta. Pensando alternativas para evitar el desperdicio, Zec recordó los bares y los hábitos de consumo neozelandeses y tuvo una idea: sidra.
Junto al también ingeniero industrial Marco Dogliani y al contador Nicolás Aragón, dos amigos de la infancia, empezó a germinar el producto que a partir de 2017 estaría en las barras argentinas con el nombre de Peer, una sidra artesanal premium que apuesta a cambiar el concepto de esa bebida. Para generar mayor impacto y ayudar a romper el "esquema mental", definieron que la base de la sidra sea la pera y no la manzana que se utiliza en la producción más clásica.
En diálogo con LA NACION, los emprendedores aseguran que en el mundo el consumo de sidra está en aumento, en especial en los países sajones, donde es una alternativa a la cerveza y se sirve del mismo modo, en porrones individuales o tirada. Ese crecimiento tiene un escenario previo que es el de la expansión y la diversificación de la cerveza artesanal, algo también en marcha en la Argentina. "Primero se diversifica la cerveza; probás gustos nuevos, cada vez más sofisticados, y entrás a la sidra", explica Dogliani, que está a cargo del área de Marketing.
La Argentina es un gran productor de sidra, pero su consumo está muy asociado a las fiestas de fin de año y suele pensarse como una alternativa económica al champagne. Según explican, el segmento no innovó y quedó acotado a esa idea, sin diversificar la oferta y la calidad.
"Hace 50 años el vino se compraba en damajuana y no había mucho más que eso. Después las bodegas se profesionalizaron y hoy hay muchas opciones de gama y botellas de miles de dólares. La sidra, en cambio, se quedó en esa etapa inicial", dice Zec. "Las fábricas se desconectaron del consumidor, dejaron de innovar y buscar opciones para un paladar más exigente", agrega Dogliani.
Para iniciar la producción decidieron aprovechar la estructura ociosa de la industria de la zona. Crearon acuerdos con dos cooperativas ya activas, una en Cipolletti y la otra en Villa Regina, que comenzaron a producir sus fórmulas. Lanzaron el primer lote a la venta en 2017 y casi duplicaron el volumen de producción año a año. El primero produjeron 20.000 litros y para 2020 tienen calculados 100.000.
"Nuestro propósito más fuerte es el de impulsar la economía de nuestra zona y que todos puedan disfrutar de su belleza y sus productos. La empresa nació no porque queríamos hacer sidra, sino porque queríamos encontrar una vuelta para mejorar una industria caída", dice Zec. Actualmente la empresa tiene seis empleados directos y más de 20 indirectos y en 2019 facturó $7,5 millones.
La plaza principal de ventas es Buenos Aires, pero también distribuyen en Córdoba y en toda la Patagonia. Si bien están presentes en algunas vinotecas y almacenes gourmet, la mayoría de las ventas se canalizan mediante bares y restaurantes donde hay mayor margen para "educar" y estimular a los clientes a que prueben algo nuevo.
Al igual que las cervezas artesanales suelen tener líneas más exóticas y ediciones limitadas, Peer Cider Brewery tiene en carpeta una serie de lanzamientos que están siendo desarrollados en conjunto con la Universidad Nacional del Comahue. Levaduras nativas, maracuyá, canela, picante y sidra rosé con frutos silvestres son algunos de los elementos que aparecen en las fórmulas en estudio.
Ya con el producto en la calle -que se encuentra en botellas de 500 ml y tiene un precio de venta online de $200- Cervecería y Maltería Quilmes posó la vista sobre ellos. Mediante su aceleradora, Eklos, puso a disposición un servicio de mentorías con los expertos de su fábrica y US$50.000 para inversión productiva.
"Creemos en Peer no solo porque ofrece un producto innovador dentro del mercado de la sidra artesanal, sino que también ofrece una alternativa para aquellos consumidores que no consumen cerveza o que tienen restricciones alimentarias, porque además es sin TACC. A su vez, su compromiso por generar impacto social y económico en la comunidad del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, demuestra su responsabilidad en toda su cadena", explican en Eklos.
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