En la mira. El gobierno chino busca disciplinar a sus empresarios
En una cumbre con los empresarios más ricos de China a fines de 2018 Xi Jinping buscó tranquilizarlos respecto de que el Estado hubiese declarado la guerra al sector privado del país. Aunque funcionarios de Pekín se habían pasado el año anterior haciendo entrar en vereda a magnates díscolos, el presidente de China insistió que los rumores de una campaña para imponer la influencia del Partido Comunista en el sector privado eran falsos. Exhortó a los líderes empresarios a "tomar una píldora de confianza".
La medicina ha sido difícil de tragar. Desde entonces el PC chino ha buscado tener una intervención más activa en el reclutamiento y las decisiones de negocios. Y luego de someter a los líderes de conglomerados financieros cada vez mas grandes, el Estado ahora está apuntando a los multimillonarios tecnológicos de China, dejando en claro que no se tolerará a los críticos que hablen en público.
La preocupación de Xi siempre ha sido mantener la estabilidad social y financiera de China. Tener a las grandes empresas bajo control es parte del plan y no debiera sorprender que el Estado ahora apunte a las compañías tecnológicas, que se han expandido rápidamente. Seis de las 20 empresas más valiosas chinas que cotizan en bolsa son firmas tecnológicas y con miles de millones de usuarios afectan la vida y el bolsillo de casi todos los ciudadanos.
La primera intervención en el sector comenzó con lo que pareció una andanada contra la más grande tecnológica de China. La suspensión por los entes reguladores el 5 de noviembre del lanzamiento inicial de acciones por US$37.000 millones de Ant con menos de 48 horas de aviso se interpretó al principio meramente como un alerta a su fundador, Jack Ma, que previamente había criticado a los bancos estatales chinos. Pero el 10 de noviembre la publicación de un extenso texto conteniendo nuevas reglas para los grupos tecnológicos dejó a la vista las ambiciones del Estado de poner en vereda no sólo a Ant sino toda la industria tecnológica China.
La relación de Xi con los magnates chinos siempre ha sido problemática. Cuando llegó a la presidencia en 2013 heredó un sistema corporativo repleto de fraudes, con normativa desigual y crecientes deudas. Luego del éxito de una campaña anticorrupción, que apuntó principalmente a funcionarios, Xi puso la mira en un grupo de empresarios que estaban volcando sumas inmensas a inversiones riesgosas en el extranjero. Las compras incluyeron Seaworld, un grupo de parques de diversiones de Estados Unidos, y el Waldorf Astoria, un hotel de lujo en Nueva York. Los funcionarios argumentaron que muchas de estas adquisiciones eran vías apenas disfrazadas para sacar capital de China.
Muchos de los empresarios que en un tiempo se veían como Warren Buffets chinos están en prisión o aún peor. Wu Xiaohui, el presidente de Anbang, que compró el Waldorf, entre otros activos, recibió una condena a 18 años de prisión en 2018 por crímenes financieros. Ye Jianming que intentó comprar una participación por US$9000 millones en la petrolera rusa Rosneft fue detenido a comienzos de 2018. Aún se desconoce su paradero. Xiao Jianhua, un broker al servicio de la élite política china que en un tiempo controló el banco Baoshang, fue secuestrado por agentes chinos de su departamento en el hotel Four Seasons de Hong Kong en 2017 y se cree que está cooperando con las autoridades en el desmantelamiento de su conglomerado financiero.
Final abrupto
La represión ha puesto un abrupto final a un boom en el gasto global de firmas chinas: en 2016 hubo fusiones y adquisiciones en el extranjero por valor de US$200.000 millones, la cifra en 2019 fue menos de un quinto.
Y bajo presión del gobierno grupos privados han desinvertido en activos por valor de miles de millones de dólares. Hna, un grupo de Aerolíneas y logística que compró una gran participación en el Deutsche Bank y Hilton Worldwide, un grupo hotelero, ha vendido activos por valor de más de US$20.000 millones, en los últimos años. Anbang seguros fue nacionalizada, colocando al Waldorf bajo propiedad del Ministerio de Finanzas chino. Baoshang fue apropiado por el Estado y se le permitió presentar la quiebra en agosto. Casi se ha terminado la adquisición de clubes de fútbol europeos por grupos chinos.
Analistas han aplaudido el modo en que riesgos sistémicos representados por con compañías como Anbang y Hna parecen haber sido reducidos bajo la conducción de Xi. Dentro de China son pocos los que se atreven a criticarlo por sus fracasos. Los que lo hicieron han sido tratados con severidad. Ren Zhiqiang, un alto dirigente del PC que en un tiempo conducía una firma de propiedad estatal, escribió una misiva a sus amigos este año en la que se refería a Xi como un "payaso desnudo". Fue sentenciado a 18 años de prisión en septiembre por soborno y estafa.
El PC también ha estado incrementando su influencia sobre las firmas privadas de maneras más sutiles. Bajo una estrategia a la que se hace referencia como "construcción partidaria", se le ha pedido a firmas que lancen comités partidarios, que pueden opinar respecto de si una decisión corporativa está alineada con la política gubernamental. Sigue siendo baja la cantidad de comités en compañías que cotizan en bolsa pero son controladas en forma privada. Según una encuesta de 1378 firmas chinas que cotizan en bolsa realizada por la consultora Plenum, de 61% que estaban controladas privadamente sólo 11.5% tenían cláusulas de construcción del Partido en sus estatutos corporativos, comparado con el 90% de las firmas de propiedad estatal.
Invitación al partido
Pero parece probable que se extienda la prevalencia de estos comités. En septiembre Xi pidió que el sector privado se "una en torno del partido". Un día más tarde Ye Qing, vicepresidente de la Federación de Industria y Comercio, una organización poderosa controlada por el Partido Comunista, emitió una lista más detallada de demandas. Pidió que grupos privados establezcan departamentos de recursos humanos conducidos por el partido y unidades de control que permitan al PC auditar a los jefes de compañía.
Esto puede no afectar a toda la firmas por igual. "Para las grandes compañías no hay negociación. El partido lo aborda y uno dice que sí", dice Joe Zhang, un consultor de empresas que ha estado en el directorio de corporaciones privadas y públicas China.
Sin embargo también sostiene que para la mayoría de las firmas pequeñas, las células partidarias son poco más que un sello de goma dado que las ganancias pesarán más que la influencia del Estado a la hora de la toma de decisiones.
Y su influencia puede no ser necesariamente mal recibida. Un ejecutivo, cuya compañía tiene un comité partidario, sostiene que al aproximarse más al pensamiento de la conducción partidaria, "podemos orientar la compañía en concordancia". Esto evita potenciales choques con el Estado.
Innovación en peligro
Hasta ahora hay poca evidencia que sugiera que los comités partidarios han perjudicado la rentabilidad, dice Huang Tianlei del Instituto Peterson para la Economía Internacional. Pero la mayor influencia del partido podría inhibir algunas operaciones. "La innovación puede verse suprimida. Puede aparecer más burocracia. Una firma puede pasar de estar orientada a las ganancias a estar orientada a objetivos, sacrificando la rentabilidad", dice Huang.
Es posible que los comités partidarios puedan tener un rol más importante en las firmas tecnológicas. Un conjunto de nuevas normativas representa una amenaza más inmediata. Ant está conectada a cientos de millones de personas a través de sus plataformas de pago y préstamos. Al igual que otros gigantes tecnológicos chinos tiene data preciosa de clientes además de controlar una vía a través de la cual se prestan y se gastan cientos de miles de millones de dólares. Que tanto poder esté en manos privadas es una fuente de tensión entre el Partido Comunista y los empresarios.
"Estos recursos tienen que ser férreamente controlados y debe mantenerse estrictamente la lealtad política de las firmas y los empresarios, no sólo respecto del régimen, sino también de líderes políticos individuales", dice Sun Xin, un académico del Kings College de Londres. "El caso de Ant es sólo una manifestación de esta lógica subyacente".
El freno al lanzamiento inicial de acciones de Ant se impuso al darse la imposición de nuevas normativas apuntadas a los micro préstamos. En el caso de Ant las nuevas normas sólo pueden interpretarse como un ataque a la plataforma de préstamos de la firma, su mayor fuente de ingresos. Ma quizás se arrepiente de haber comparado a los bancos chinos con tiendas de empeño en un discurso. Los comentarios enfurecieron a altos funcionarios y tuvieron incidencia en la apresurada suspensión del lanzamiento inicial de acciones de Ant. Pero Ma no es responsable por la más reciente ofensiva de normativa antimonopólica, aunque quizás aceleró su llegada.
Disputas de influencia
Las nuevas normas que estuvieron en consideración por bastante tiempo, aplicarán explícitamente por primera vez controles antimonopólicos a firmas de Internet y comercio electrónico.
Durante muchos años las leyes antimonopolio chinas no han eximido a los grupos pero estos no han sido blanco de juicios. Esto permitió a unas pocas compañías controlar gran parte de la economía digital.
También apuntan a las estructuras que han permitido a firmas tecnológicas chinas obtener capital en el extranjero. Al verse impedidas de que inversores extranjeros tuvieran participaciones directas en ellos, durante dos décadas virtualmente todos los grupos tecnológicos hambrientos de capital han esquivado las reglas usando una "entidad de interés variable" (EIV) para vincular capital extranjero con el mercado chino. La estructura creada es un holding offshore en el que invierten los extranjeros. Esa compañía tiene un acuerdo contractual con una firma local para recibir los beneficios de los activos subyacentes.
La estructura de EIV ha sido tolerada por mucho tiempo por las autoridades chinas pero sin pleno reconocimiento legal. Los extranjeros no tienen virtualmente ningún recurso en China para reclamar derechos sobre activos en los que han invertido. Los fondos extranjeros desconfían desde hace mucho de este marco pero la mayoría de las compañías tecnológicas chinas aún lo usan para estructurar sus inversiones extranjeras.
Las nuevas normas antimonopólicas podrían requerir que las compañías pidan aprobación para estos acuerdos, poniendo en duda si las estructuras offshore se permitirán en el futuro y por tanto también el modo en que el capital extranjero llegara a las firmas tecnológicas chinas. La amenaza de retirar la aprobación tácita de una EIV es otro modo en el que el Estado puede intimidar a las firmas y sus propietarios.
Quizá las nuevas reglas obliguen al extrovertido Ma a bajar el tono. No ha hablado en público del asunto, pero Ant se ha inclinado y aceptó abrazar las nuevas normativas. Xi ha dejado en claro que ninguna compañía es demasiado grande y ningún lanzamiento inicial de acciones demasiado valioso como para permitir un cuestionamiento al Estado.
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