En Inglaterra: viajó por amor y hoy hacen cola por su café con toque argentino
“Cortado” nació tres semanas antes de la primera cuarentena dura en Inglaterra. Lo crearon un bonaerense y una inglesa. Dulce de leche, chimichurri y sándwich de milanesa, entre sus atractivos.
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Una historia de amor marcó la vida laboral de Francisco Cavilli. Bonaerense, de 36 años, trabajaba en el sector de hotelería cuando hace una década le ofrecieron –y aceptó- un puesto en un hostel de Cuzco. Allí conoció a Sophie, una inglesa; se enamoraron, vivieron un año y medio juntos allá, después cuatro en la Argentina.
Se terminaron yendo a Londres y después a Bath, en el sudeste de Inglaterra. La pareja es dueña desde hace poco más de un año de “Cortado”, un café “con toque argentino” que es un éxito.
Invirtieron unos US$90.000 para abrir un local que tiene capacidad para 25 personas adentro y dos mesas afuera, además de ofrecer el servicio de “take away”; el local es alquilado.
Cavilli cuenta a LA NACION que abrieron pocas semanas antes de la primera cuarentena dura en Inglaterra y que generaron un “impacto muy fuerte”. El proyecto de un bar lo había tenido siempre y decidió llevarlo adelante en esta ciudad que, en épocas normales, es muy turística.
“Pasamos el año más difícil de la economía inglesa en el último siglo –dice Cavilli-. Hemos tenido mucha ayuda del Gobierno y cuando, después de 45 días cerrados, pudimos reabrir, nos fue muy bien. Hay fila esperando para entrar, lleva tiempo recuperar la inversión, pero estamos en condiciones de hacerlo”.
Apenas llegaron a la ciudad, él vendió por internet y en mercados mochilas de cuero artesanales realizadas por artesanos de San Telmo (Buenos Aires). “Tenía la idea de un negocio propio y esa fue una vía para testear cómo era hacer negocios acá, cómo eran los hábitos, las cuestiones económicas”.
Comenta que cuando se pudo reabrir, eran tres los bares que se decidieron. Uno fue “Cortado”. “Teníamos todas las ganas, el ímpetu, la decisión de que vengan y nos conozcan –relata Cavilli-. Todo el tiempo había gente esperando, trabajamos sin parar, así pese a todo fue un muy buen año para nosotros”.
El argentino aprovechó su “amor” a la cocina y puso en práctica sus habilidades para hacer dulce de leche, chimichurri, tortas y empanadas. En todo el menú hay huellas argentinas y sirven el “cortado” pero adaptado, más grande y con más leche. “Muchos vienen, preguntan, prueban”, menciona el dueño del “café del argentino” como le dicen los vecinos de Bath.
Ya tienen tres personas en la cocina y de las 20 empanadas diarias que vendían pasaron a 150, llegaron a ocho sabores (incluida una de dulce de leche y banana). En “jarritos” venden el dulce de leche y el chimichurri –que “gusta mucho aunque les cuesta pronunciarlo”-; las facturas “estilo argentino” también están “pegando muy bien”. Hay tortas, como un brownie con dulce de leche, la “estrella” de la pastelería. El “sándwich de milanesa” ya se impuso también y es uno de los productos que más le gusta a Sophie.
El lugar es vinculado con la Argentina no sólo por su dueño, sino porque hay un esfuerzo en que así sea: fotos que son parte de la decoración y la música que suena, que incluye mucho rock nacional (las listas están, incluso, en Spotify).
“Nuestros clientes saben que tenemos esos toques, ven que hay algo distinto, es una vibra diferente”, describe Cavalli, reciente papá de un “bebé de pandemia, Leo Indi”.
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