Empezaron haciendo helado de dulce de leche para la familia y ahora producen 3000 litros diarios en Londres
Ice Union Cream atiende a 500 restaurantes y tiene un local propio; la inversión original fue de 2.500 euros.
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Empezaron haciendo helado de dulce de leche para consumir ellos; los probó un chef y compraron una máquina hogareña para fabricar un poco más. Hoy producen 3.000 litros por día de 60 sabores -tienen 300 desarrollados-, venden a unos 500 restaurantes y tienen local propio en Londres, en el barrio de Chelsea y la fábrica.
Ice Cream Union fue fundada por los hermanos Alejandro y Franco Fubini, pero es el primero el que se quedó a cargo; Franco tiene acciones y sigue el tema, pero avanzó con otra empresa.
Alejandro Fubini se fue de la Argentina a los 19 años, en los ‘90, a estudiar Electrónica a Estados Unidos. Como su mamá se fue a vivir a Italia siguió el periplo por allí; no conseguía trabajo y encontró en Londres, donde podía dedicarse a la informática. Más tarde llegó su hermano.
No soñaban con una heladería; solo intentaban “producir” de dulce de leche para ellos. “De más chicos, en verano, hacíamos de fruta -cuenta a LA NACION-, pero acá empezamos a intentar de dulce de leche y nunca dábamos con la receta; salía muy claro, sin sabor. No le encontrábamos la vuelta”.
De tanto fallar e investigar detectaron que el problema fundamental era que usaban dulce de leche “familiar, clásico” cuando para helados se debe emplear uno especial “mucho más negro, más fuerte, que ni siquiera es rico para comerlo a cucharadas”. “Con ese paso, que incluye diluirlo, nos empezó a salir y fue entonces cuando pensamos que tal vez a algún restaurante podía interesarle”, agrega.
En una reserva de mesa en Buen Ayre, un restaurante argentino en Londres, aprovecharon para indagar si podía andar; hablaron con el chef, quien les pidió unas muestras. Le gustó y empezó a comprarles. Era el año 2006 y los dos hermanos trabajaban en rubros diferentes, informática y finanzas.
“El chef pidió más sabores, vainilla, chocolate, frutilla y nos entró el pánico -admite Alejandro Fubini-. Teníamos una maquinita casera y era imposible, compramos una en Ebay y en seis meses desarrollamos los otros sabores, siempre en la cocina de casa. Los de Buen Ayre decidieron abrir otro restaurante y agregamos, por fuera, uno más”.
Durante algo más de dos años trabajaron de esa manera y apenas cubrían los costos; en 2009 decidieron salir a vender y fue “bien”. Invirtieron en maquinaria para la planta y dieron un “salto” en el nivel de producción. Incluso cambiaron el nombre, el original era Sulky, que “era difícil de escribir y entender para los ingleses”.
El sabor dulce de leche sigue siendo “ícono” y la empresa es la “única” que fabrica helados con “estilo argentino”; tienen otros como banana Split y sambayón. “Estamos influenciados por la Argentina -agrega-, queremos hacer tramontana pero no se consiguen los bizcochos”, dice. Para resolver ese tipo de cuestiones analizan fabricar también en la planta este tipo de insumos y, están negociando la compra de una máquina para producir el propio dulce de leche.
El empresario indica que, como trabajan permanentemente con chefs, desarrollan muchos sabores para determinados usos o fechas. Para el último Halloween, produjeron cuatro especiales para Fortnum & Mason -una catedral de los sabores de Londres-, incluyendo grillos tostados.
“Fueron bastantes raros y solo estuvieron en venta 10 días, pero lleva mucho tiempo de desarrollo y producción, después quedan como recetas, pero no se fabrican. Hemos hecho de todo, por ejemplo, sabor a roquefort o a queso de rallar, nos lo piden para usar en un plato principal”, apunta.
Alejandro Fubini señala que el Gobierno británico cuenta con un programa que repaga parte de la inversión en desarrollo en todos los ámbitos para incentivar la innovación. En la empresa trabajan ahora 25 personas -eran 35 antes de la pandemia-; la inversión original fue de 2500 euros y el crecimiento se sostuvo con reinversión de ganancias.
“Este es un mercado muy competitivo y hay que lucharla -describe-. Apostamos a la calidad, todo es puramente artesanal. Todo lo hacemos en la cocina, desde el jugo de limón a las pastas de las frutas secas, igual que las salsas. Avanzamos con propuestas veganas, analizamos las que no contienen alergenos, todo es lo que exige el consumidor”.
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