El virus letal de la reunionitis
Salió apurado de una reunión, miró rápido el celular, contestó dos mails y le dijo a la secretaria que anotara en lápiz tres encuentros para mañana. Bajó sus lentes para ver más allá de su nariz y sólo en ese momento El Gurú de la cortada de la calle Estomba se dio cuenta de que alguien lo esperaba.
"Tengo agendadas tres reuniones: dos para después de ésta y una más a última hora para repasar en la que estoy ahora. Mañana es un día complejo, pero cuando tenga un hueco le contesto", dijo. Y claro, presuroso partió a su éxtasis corporativo: la reunión.
Las compañías no han desarrollado un antídoto eficaz para luchar contra el mal de las reuniones constantes, continuas y generalmente, poco efectivas.
Javier Casas Rúa es CEO de PwC. Además de su cargo como ejecutivo número uno de la compañía, desde ese lugar le ha tocado asesorar a muchos colegas sobre management. Esa doble condición hace su mirada particular. "La mayoría de las reuniones en las empresas están dominadas por lo políticamente correcto, el cinismo y la hipocresía", dice.
Cualquiera que haya estado sentado, derecho e impostado, en uno de esos fogones corporativos sabe que hay cosas que allí no se pueden decir. "El mundo empresario está lleno de reuniones sin valor. Con mi mesa chica, de siete, hicimos un trabajo de coaching, con un coach profesional, para pasar por un proceso de vulnerabilidad. Es necesario mostrarse tal cual es cada uno, aprender a escuchar el otro y, sobre todo, gestionar las emociones cuando alguien piensa diferente. Si esto no se logra, las reuniones suelen tener poca sustancia", cuenta Casas Rúa.
Claro que es mucho más fácil organizar estas actividades entre el grupo de alta dirección que entre mandos medios. Allí, a ese nivel de la estructura de las compañías, es donde la epidemia se ha adueñado de los tiempos y las prioridades.
Las citas a encuentros lejanos llegan como flechas a las agendas y ahí, pétreas y autoritarias, se instalan cómodas en medio de los tiempos ajenos. No hay mucho que hacer después que llega "la cita", como se dice en el mundo de las oficinas. "Aceptar", y modificar la vida en consecuencia, o en su caso, "Rechazar" y bueno... que venga lo que venga.
El Instituto Francés de Opinión Pública (IFOP, según sus siglas en francés) presentó un estudio que le da cifras al virus moderno. Un 32% de los encuestados confiesa que se ha dormido alguna vez durante el transcurso de una reunión. Pero eso no es todo, una persona que tiene una carrera profesional de 40 años dedica, aproximadamente, 16 de ellos a sentarse a la vera de una mesa redonda en reuniones de trabajo. Dicho de otro modo, un promedio de tres horas y siete minutos diarios a estos encuentros.
Casas Rúa dice que hay que pasar de la divergencia, que siempre es buena, para encaminarse a un objetivo. Y así termina la nota, sin la reflexión final de El Gurú de la cortada de la calle Estomba, que por estas horas transcurre sus 16 años de reuniones.
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