El primer empleo. Una verdadera misión imposible
Los especialistas recomiendan generar conocimientos y habilidades que se adapten a las necesidades del mercado
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Lucas estaba feliz. Seis meses antes de escribir esta nota se había recibido de psicólogo y quería comerse el mundo. Se recibió sin demoras, algo que no todo el mundo logra en la Argentina teniendo en cuenta que solamente el 20% de los argentinos son graduados universitarios y que solo el 30% termina en tiempo y forma. Lucas es un privilegiado; al menos eso es lo que él creía al salir al mercado laboral. Luego de seis meses de intentar entrevistas esquivas y meter su currículum en cuanta plataforma laboral existente, finalmente logró una pasantía en una empresa que no le gusta. “Cuando elegí la carrera no pensé en la salida laboral. Pensé dedicarme a pacientes, pero luego me gustó más intentar entrar en una empresa. El problema es que con mi formación muchos exámenes de los procesos de selección no los pasaba por exceso de números, mi desconocimiento del mundo corporativo y mi carencia en inglés. No bajo los brazos, pero creo que para hacer lo que me gusta, voy a tener que repensarme y va a ser cuesta arriba”.
Hay muchas personas como Lucas en el mercado laboral en la que la primera experiencia puede ser frustrante. El gap entre el conocimiento requerido por el mercado y el que presenta el candidato o candidata, las expectativas de potencial empleado y los problemas del mercado laboral local, pueden explicar muchas de las frustraciones.
Este año se anotaron en el Ciclo Básico Común (CBC) de la UBA 63.044 estudiantes y la carrera de medicina fue, como viene siendo hace años, la más requerida por los alumnos con 10.082 registrados. Le siguen en orden de inscriptos: psicología, abogacía, contador público, arquitectura, administración, diseño gráfico, ingeniería informática y enfermero universitario. Las carreras que más crecieron son: licenciatura en enfermería, en informática, tecnicatura en cosmetología facial y corporal, medicina y psicología.
Lucas es un fiel reflejo de la tendencia que muestra los gustos y vocaciones de los jóvenes que se anotan en la universidad. Pero esa tendencia no significa que sea lo que el mercado necesita y está pidiendo. En un país agrícola y con un vasto océano, carreras como Ciencias Oceanográficas o Gestión de Agroalimentos están entre las menos elegidas por los futuros profesionales. ¿Qué hacer entonces cuando la vocación no va de la mano del mercado?
La técnica del globo: Quien escribe es politólogo de formación, luego hizo un MBA y terminó con un PhD en management. Mi vocación inicial fue cambiando con mis necesidades personales y las posibilidades escuetas que el mercado laboral argentino ofrecía, un mercado que no es tan flexible para permitir el acceso a puestos que no se conecten directamente con lo que uno estudió. En estos casos hay que empezar a generar otros conocimientos que se vayan adaptando al mercado. Cuando se estudia economía y te contrata un banco, el camino es derecho y directo. Cuando se estudia una disciplina y la persona quiere insertarse a una actividad diferente, hay que llegar al resultado contorneando al globo. Es un camino más largo, pero no deja de ser efectivo.
La realidad no mata: Algunas carreras, al menos la forma en la que se estudia en el país, nos abstraen del contexto de tal forma que parece que estuviéramos estudiando en otra galaxia. Muchas universidades o llegan tarde al conocimiento requerido por el mercado o directamente están estancadas en la Edad Media del conocimiento. En estos casos, es relevante darse cuenta que, más allá de lo que uno decida estudiar, hay temáticas que hoy son relevantes a la hora de conseguir algunos empleos: inteligencia artificial, big data, machine learning, conocimientos de matemática y estadística pueden ser indigeribles para algunos, pero no dejan de ayudar a la hora de presentarse en un proceso de selección y, más aún, si la organización en la que se quiere trabajar es una empresa.
Inglés, inglés, inglés: “Voy a estudiar italiano porque me encanta”. Perfecto, los gustos hay que dárselos en vida, pero eso no significa que vayan a ser muy útiles en el mercado local vernáculo. Todos los idiomas ayudan, es cierto, no solo para conseguir trabajo, sino para abrir la cabeza a nivel cultural. Pero es el inglés, definitivamente, el que les va a permitir un diferencial a la hora de aplicar a un trabajo corporativo, si ese es el deseo. Sin embargo, hay que asegurarse de hablar y escribir bien. Los currículos que dicen “nivel inicial de inglés” son la nada misma. Mi sugerencia es ponerse a estudiar de verdad, preparar algún examen internacional que les va a permitir adentrarse en el idioma. No todo el mundo tuvo la oportunidad de ir a un colegio bilingüe que garantiza un manejo más certero del idioma. Así que a estudiar. Hay también idiomas que abren puertas por la escasez de personas que lo hablan: chino mandarín y árabe.
Densidad y liquidez del conocimiento: Se pide a los 18 años poder elegir la carrera que va a marcar nuestras vidas. Esto es difícil para muchos jóvenes que todavía no saben dónde están parados en la vida. Son pocos los que tienen la convicción de lo que quieren hacer y que están apasionados por una disciplina. La mayoría, sin embargo, navega en el mar de la incertidumbre. Si bien es bueno estudiar algo que tenga foco, si existen dudas, optar por una disciplina amplia, es lo mejor. Con el tiempo se puede ir focalizando el conocimiento cuando se vislumbre las preferencias de la persona. Tener en cuenta que, si uno estudia una carrera “commoditie”, aquellas con muchos profesionales en el mercado, el futuro de ese profesional es más complejo y tendrá que destacarse y distinguirse a través de la especialización.
Conocimiento plug in: Para estar preparados como profesionales es necesario la densidad que otorga el conocimiento, la formación y experiencia. También es importante la liquidez, que permite el desacople y la transmisión del conocimiento. Esos profesionales no buscan anclarse en una organización solamente. En este mundo laboral, la persona que tiene densidad y liquidez no tiene la sensación de precariedad, ya que es capaz de hacer plug in, o sea, “enchufan” su conocimiento en cualquier industria o red. Un ejemplo de esto es el nativo digital que con su conocimiento de big data analysis, por ejemplo, es denso en conocimiento y, al mismo tiempo, es líquido, ya que su trabajo lo puede aplicar a diferentes industrias.
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