El poder de lo que nos decimos
Los especialistas destacan la importancia de poner en valor las conversaciones y las palabras como herramientas para acceder a nuestras emociones
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“Escribo el libro porque creo que hay pocas cosas a las que valga más la pena dedicar nuestro tiempo que a descubrir cómo cambiar el devenir de lo que hacemos y de lo que no hacemos, de lo que sentimos, de lo que somos”, dice Mariano Sigman en las primeras líneas de su nuevo y recién lanzado libro El poder de las palabras (Debate, 2022). Doctor en Neurociencia e investigador, Sigman es uno de los directores del Human Brain Project y divulgador sobre el impacto de las neurociencias en nuestra vida cotidiana. En 2015 publicó La vida secreta de la mente, bestseller internacional donde se acercó a lo más íntimo del pensamiento humano para entender por qué somos como somos. Su nueva propuesta pone en valor a las conversaciones y las palabras como herramientas para acceder a nuestras emociones y, por qué no, tal vez cambiarlas.
En cada capítulo se devela una capa del poder privilegiado de las palabras para cambiar nuestro razonamiento, decisiones, creencias, la memoria, las ideas y las emociones. Según Sigman nuestra mente es mucho más maleable de lo que pensamos. Aunque no lo creamos, conservamos durante toda la vida la misma capacidad de aprender que teníamos cuando éramos niños. En uno de los capítulos, llamado “Las historia que nos contamos”, brinda algunos marcos para emprender este camino de autoconocimiento. El primero: medí las palabras con las que te referís a vos mismo. “Las palabras que usamos para describir cómo nos sentimos tienen, en sí mismas, el poder de influir en nuestro estado de ánimo, de volverse profecías autocumplidas. Merece la pena tratar de usarlas con precisión, reparando en los matices. Puede que, en lugar de sentirte “horrible”, solo tengas sueño o hambre”, dice.
Segundo, recordá que, a veces (por lo general muchas), te equivocás. No te dejes llevar por tu primer diagnóstico ni siquiera cuando evaluás tu propio estado de ánimo. Esta propuesta va en línea con una de las máximas del libro Repensar, de Adam Grant, donde el autor invita a pensar siempre al menos una razón por la que podemos estar equivocados. En tercer lugar, tomá perspectiva, mirate desde más lejos. “A menudo somos el objeto de nuestros juicios más severos. Hacé el ejercicio de considerar tu caso imaginando que le sucede a otra persona, desde el desapasionamiento de la distancia”, dice. Propone conversar más porque ayuda a pensar. “Hablar con otras personas aclara las ideas, ayuda a encontrar errores en los razonamientos propios y a identificar soluciones mejores. También ayuda a aprender a dialogar mejor con uno mismo. Las conversaciones más eficaces son las que se desarrollan en grupos pequeños, formados por personas con actitud receptiva, predispuestas a ser convencidas. Y finalmente, relativizá. Ya te ha pasado antes: lo que en su momento te resultaba insoportable ahora parece nimio o, al menos, secundario.