Caballos de elite: el millonario negocio argentino detrás del polo internacional
La Argentina es uno de los países más importantes en producción, cría y doma de caballos. El negocio deja un saldo de US$30 millones en divisas y genera empleo para más de 500.000 personas.
El país es el cuarto hacedor mundial de pura sangre de carrera. Para mantener el nivel, fue necesaria la participación de laboratorios de clonación de los potrillos que son insignia de las actividades ecuestres.
Desde hace 84 años, la Argentina es sede de la Triple Corona de Polo, una serie de tres torneos que incluye el Abierto de Tortugas, el Abierto de Hurlingham y el Campeonato Argentino Abierto (Palermo).
La distinción de ser número uno en este deporte es posible, en parte, por el nivel de los deportistas, las cualidades geográficas del país y los caballos de raza pura que son clave para conservar el nivel deportivo.
La industria equina se ha mantenido a la vanguardia de toda la tecnología embrionaria, por lo que esto ha permitido que el país esté entre los primeros lugares en la cría, producción y reproducción de caballos. Por ejemplo, dos de los cinco laboratorios de clonación y técnica reproductiva del mundo se encuentran en la Argentina.
Estos centros de genética juegan un rol clave para la reproducción y clonación de especímenes que tienen una alta valía en el mundo deportivo, tanto a nivel nacional como internacional.
En el país se producen cerca de 8000 embriones de la raza polo argentino. También se lo considera como el primer productor mundial de caballos para ese deporte. De acuerdo con los datos oficiales, la Argentina tiene 3 millones de caballos. Solo en 2019 se exportaron cerca de 3000, por los cuales se recibieron US$29 millones en divisas.
"Trabajamos con los mejores polistas del mundo. A Pablo Mc Donough y Adolfo Cambiaso le hemos clonado muchos caballos, a todos los jugadores de La Dolfina. El polo representa el 90% del mercado", dice Julieta Mertian, médica veterinaria y especialista en técnica reproductiva del laboratorio Clonargen.
El laboratorio produce cerca de 1000 embriones anuales cuya metodología es la clonación y reproducción embrionaria de caballos. Por cada ejemplar clonado el laboratorio cobra entre US$40.000 y US$50.000, pero la inversión varía dependiendo de la cantidad de potrillos a clonar.
Diez años atrás, el precio se acercaba a los US$120.000 por la relación demanda-costos. No obstante, con la demanda que han observado los laboratorios ese valor se vuelve más "accesible" para la industria.
El laboratorio tiene clientes internacionales que adquieren sus servicios para conservar el gen de un prototipo de potrillo. Entre ellos hay empresarios y deportistas de Irlanda, Emiratos Árabes, España, Italia y Japón.
"La clonación es generar una réplica idéntica al otro. El alcance de esta técnica para los clientes es tener más cantidad de ejemplares, conservar una performance y material genético que ellos pueden volver a tener. Se exportan muchos clones, por ejemplo, raza peruanos de paso, salto, árabes, pero nuestro mayor fuerte lo ocupa la raza polo", sintetiza Mertian.
Según la Cámara de la Industria Nacional Equina (Camine), el mayor mercado es Estados Unidos. Le siguen Reino Unido, Chile, Emiratos Árabes, Arabia Saudita y otros 37 destinos.
Uno de los detonantes del crecimiento de esta industria es el alto nivel de las competencias deportivas, donde el país ha logrado mantenerse entre los primeros lugares a lo largo de la historia. Esto, según mencionan los expertos consultados, se debe a la superioridad de los deportistas y la genética de los animales. También lo reconfirman las estadísticas que dan cuenta que la Argentina ha mantenido la superioridad mundial en el torneo que se estará disputando en el país hasta el 19 de diciembre.
Por ejemplo, Meadow Brook, el último club extranjero que ganó el Argentino Abierto de Palermo (el más importante) lo hizo en 1932.
Hernán Largel, de El Palenque, un centro de reproducción asistida, indica que si bien detrás de la actividad equina hay un negocio, también hay arraigo y una conexión muy estrecha entre las personas y los caballos. "Es una gran industria que genera muchas fuentes de trabajo, arraigo y mueve mucho dinero dentro del país. Pero es mucho más importante lo que genera dentro del país que lo que deja como ganancia. A un haras le toma mucho tiempo lograr un caballo de exportación, desde que nace hasta que se puede vender en el exterior", describe.
Largel especifica que pasan "muchas cosas" desde que un caballo nace hasta que se convierte en un producto de comercialización. "Desde el nacimiento, la doma y la exportación pueden pasar siete años mínimamente", observa. Durante la crianza de un potrillo juegan actores como el domador en "la hechura del caballo", trabajadores del campo, herreros, talabarteros, el personal de las instalaciones y molineros. Esto implica la generación de mano de obra directa e indirecta.
De acuerdo con los datos oficiales, la actividad genera alrededor de 500.000 empleos, de ese total, el polo alberga cerca de 50.000 y el turf 30.000, con ingresos por US$500 millones.
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