El local argentino que impuso las medialunas en una capital gastronómica mundial

44 Sur, el emprendimiento de argentinos que triunfa en Lima, Perú, con sus medialunas y empanadas, surgió en etapas. Sus socios, Nicolás Moujan y Kevin Grove, venían trabajando juntos en servicios de catering desde 2017, cuando la pandemia del Covid-19 los obligó a frenar. Entonces, cada uno debió arreglárselas por su lado. Después, les fue tan bien que unieron fuerzas nuevamente. Y desde hace poco más de un año operan en una modalidad dark kitchen, desde donde venden unas 3000 docenas de medialunas mensuales, 500 docenas de empanadas y unas 300 pizzas congeladas.

Moujan, oriundo de Mar del Plata, es chef. Trabajó en España y en Uruguay y se radicó en 2017 en Lima. Grove es administrador de empresas, pero desde que empezaron con los caterings focalizados en pizzas a la parrilla y en asados, se volcó a la cocina. “A raíz de la pandemia, que en Perú tuvo un cierre de actividades similar al de la Argentina, nos tuvimos que reinventar -cuenta Moujan a LA NACION-. Quedamos aislados; cada uno por su lado, en su casa”. Él empezó a hacer delivery de pizzas y carnes y Grove, medialunas. Fue probando y perfeccionando recetas.

Los dos empezaron trabajando, en ese momento, básicamente, con la comunidad argentina, pero a medida que la actividad se fue flexibilizando, los clientes se expandieron a punto tal que estaban con ayudantes en sus casas, por lo que decidieron que ya podían unirse nuevamente. “Agregamos empanadas, milanesas, carne Angus, cinamon rolls y, a pedido, tortas Rogel y Pastafrola. Hace un año alquilamos el local para obrador”, apunta Moujan. Como ya tenían equipos, la inversión que sumaron fue de unos US$30.000. La idea original para el nombre era Sur, pero no pudieron inscribir la palabra sola, por lo que agregaron el 44, “en referencia a la latitud de la Argentina”.

En el lugar trabajan 11 personas. La producción empezó a escalar cuando sumaron a las cafeterías como clientes. Por ejemplo, atienden a una docena de locales de Havanna, a los que les venden medialunas y cinamon rolls. A otras les venden también empanadas y pizzas que, hasta ahora, ofrecían congeladas y al vacío. La distribución se reparte, casi en partes iguales, entre locales y particulares.

En estos días están empezando a trabajar en el turno noche para hacer delivery de pizzas y empanadas calientes. A las 18, cuando cortan con la otra producción, empiezan con este esquema. En noviembre y diciembre, los meses más fuertes, facturaron unos US$8000 mensuales en pizzas y parrilla en catering.

“Hasta que empezamos con este modelo, en Lima solo había algunos que ofrecían pastelería argentina, pero a escala muy chica -precisa Moujan-. La comunidad argentina nos ayudó mucho a crecer, en un año duplicamos las ventas. A los limeños les gusta probar y aceptaron la propuesta”.

En el caso de las pizzas, las más instaladas en la ciudad son las de cadenas estadounidenses. “Las de masa argentina son mucho más nuevas, recién se empezaron a conocer hace unos cinco años y todavía se las considera gourmet. Son caras respecto de lo que valen en la Argentina, las estadounidenses son mucho más baratas”.

Tampoco las empanadas argentinas están insertas en la gastronomía peruana, que tiene las suyas propias, muy diferentes: masa dulce, esponjosa, con un relleno de otro tipo. “No están acostumbrados a que sea un almuerzo o cena, para ellos es una entrada, algo para comer en la calle. Así que queda mucho espacio para crecer”, explica Moujan.

El emprendimiento fue creciendo por el “boca en boca”. Hace poco empezaron a tener presencia más intensa en las redes sociales. Fueron expandiéndose de manera orgánica, de manera de poder cumplir con la demanda. “Ideas tenemos muchas, la de abrir un local está siempre presente, pero es una inversión que requiere de un tiempo que hoy no tenemos -detalla-. En el último año, por suerte, no tuvimos respiro. Pero apuntamos al local, porque a los productos ya los tenemos”.

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