El futuro de los negocios agropecuarios en Argentina: innovación y desarrollo como pilares del crecimiento económico
Argentina enfrenta el desafío de mantener su competitividad en un escenario global marcado por el cambio climático, las demandas de sostenibilidad y la volatilidad económica. El sector agropecuario, pieza clave de la economía nacional, se encuentra en una encrucijada que combina oportunidades de innovación tecnológica con la necesidad de un marco normativo favorable.
En las últimas décadas, la producción agrícola del país ha mostrado un crecimiento notable: de 38 millones de toneladas de granos en los años 70 a más de 120 millones en la última campaña, un salto del 216% según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Este progreso no se debe únicamente a la expansión de la superficie cultivada, sino al avance en tecnologías disruptivas que han permitido maximizar los rendimientos en un contexto de recursos limitados.
La producción agrícola en Argentina ha experimentado un crecimiento significativo en las últimas décadas, especialmente en cultivos clave como maíz y soja. Sin embargo, estas cifras aún tienen un margen para mejorar. Ante los diversos desafíos que enfrentan los productores, los especialistas destacan que la única forma de producir más con la misma cantidad de tierra disponible es con una mayor inversión en investigación.
El desarrollo en biotecnología, productos biológicos y herramientas avanzadas de protección de cultivos han transformado el modelo productivo. Según la BCR, el 98% de la soja y el 80% del maíz en Argentina corresponden a variedades genéticamente modificadas, lo que ha contribuido significativamente a mejorar los rendimientos por hectárea y a reducir costos operativos. Además, prácticas como la siembra directa han consolidado un enfoque más sostenible al minimizar la degradación del suelo y conservar la humedad.
El uso de productos biológicos como biofertilizantes y bioestimulantes, que incluye aplicaciones de organismos vivos o inactivos como hongos, algas y enzimas, ha crecido un 35% en los últimos cinco años. Estos productos no solo mejoran la salud del suelo y aumentan la disponibilidad de nutrientes, sino que también representan una oportunidad de diversificación para los productores locales. A nivel global, el mercado de bioinsumos está valorado en 15.000 millones de dólares y se proyecta que alcance los 45.000 millones para 2032, destacando la posibilidad de posicionar a Argentina como un nodo estratégico regional en esta área.
Tecnologías como Utrisha™ N, un biofertilizante de Corteva, permiten fijar nitrógeno del aire y convertirlo en nutrientes disponibles para las plantas, lo que reduce la dependencia de insumos químicos tradicionales y favorece un crecimiento más sostenible.
El camino hacia la productividad sostenible
La edición génica surge como una de las herramientas más prometedoras para abordar los desafíos agrícolas actuales. Utilizando el propio ADN de las plantas, esta tecnología permite desarrollar cultivos más resistentes a plagas, enfermedades y condiciones climáticas adversas. Sin embargo, a pesar de su potencial, enfrenta importantes barreras regulatorias que ralentizan su implementación a nivel masivo.
"La innovación en biotecnología, en productos biológicos y en herramientas de protección de cultivos es la clave para la evolución de la agricultura argentina."
Sam Eathington, vicepresidente ejecutivo y director de Tecnología & Digitalización de Corteva.
El acuerdo reciente entre Corteva y Pairwise para acelerar la innovación en este campo es un ejemplo de cómo las empresas buscan superar estos obstáculos. Este tipo de alianzas, apoyadas por inversiones de capital como los 25 millones de dólares destinados por Corteva a través de su programa Catalyst, no solo benefician a los productores, sino que también potencian el liderazgo tecnológico de Argentina en la región.
Inversión y marcos regulatorios: la clave para un modelo competitivo
La agricultura del futuro no puede desvincularse de la necesidad de marcos regulatorios basados en la ciencia que permitan la rápida adopción de nuevas tecnologías. Según datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), hasta el 40% de la producción agrícola mundial se pierde anualmente debido a plagas y enfermedades, lo que subraya la urgencia de políticas que fomenten la innovación. Desde Corteva destacan que un evento biotecnológico puede tardar hasta 16 años en llegar al mercado debido a las exigencias regulatorias actuales.
La inversión en investigación y desarrollo (I+D) es igualmente crítica. Empresas líderes como Corteva invierten globalmente 4 millones de dólares diarios en I+D para diseñar soluciones que no solo aumenten la productividad de manera sostenible, sino que también respondan a las demandas de mercados internacionales cada vez más exigentes.
"De cara al futuro, esperamos ver una inversión continua en productos biológicos y naturales para protección de cultivos. Estos productos complementan la química tradicional y ayudan a impulsar la innovación sostenible, ya que mejoran la salud del suelo y contribuyen a lograr sistemas agrícolas más resilientes."
Sam Eathington, vicepresidente ejecutivo y director de Tecnología & Digitalización de Corteva.
Además, el desarrollo de productos biológicos y la reducción del uso de químicos tradicionales son avances que reflejan una transformación estratégica. Por ejemplo, desde la década de 1950, las dosis promedio de herbicidas aplicados se han reducido drásticamente de 2400 gramos por hectárea a 75 gramos, gracias a avances en síntesis química y tecnologías más efectivas.
Una oportunidad única para liderar
El futuro del sector agropecuario argentino está intrínsecamente ligado a su capacidad para equilibrar innovación, sostenibilidad y crecimiento económico. La adopción de tecnologías avanzadas, como la biotecnología y la edición génica, combinada con un marco regulatorio favorable y una inversión sostenida en I+D, posicionará al país nuevamente no solo como un proveedor clave de alimentos, sino también como un líder en la transición hacia una agricultura más eficiente y sostenible.
En un contexto global donde la seguridad alimentaria es una prioridad, Argentina tiene la oportunidad de transformar desafíos estructurales en ventajas competitivas. Con políticas claras y un enfoque estratégico, el sector agropecuario puede consolidarse como un motor fundamental para el desarrollo económico y social del país.
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