El fenómeno Digi. La telefónica rumana que les presenta batalla a Movistar y Vodafone
Las marcas low cost ganan terreno en el mercado español a fuerza de precios bajos y promociones simples
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La inflación ha golpeado duramente la economía de los hogares españoles en 2022 que, impotentes ante la subida de la factura de la luz y el gas, han buscado reducir otros gastos básicos como el recibo del teléfono y la conexión a internet. De esa tendencia imparable por la búsqueda low cost en las telecomunicaciones se han beneficiado una vez más las compañías más agresivas a costa de las tres grandes (Movistar, Vodafone y Orange). Gracias al procedimiento regulado de la portabilidad, cualquier usuario puede pasarse a otro operador de forma gratuita y conservando el número. En 2022, el ganador absoluto de esa guerra comercial fue, por primera vez, la rumana Digi, que logró arrebatar a sus rivales 466.000 líneas de móvil y 115.000 de fijo y fibra óptica, desplazando del primer puesto a MásMóvil, que había ocupado el trono en los últimos cinco años. En el lado de los perdedores, se encuentran Movistar, Orange y Vodafone, a las que arrebataron conjuntamente más de un millón de líneas en el año.
El grupo MásMóvil, que opera a través de varias marcas (Yoigo, Pepephone, Lebara, LlamaYa, Euskaltel, Virgin y la propia MásMóvil, entre otras), cedió el testigo como líder de las portabilidades en 2022 pero aún mantiene el pulso, sobre todo en banda ancha fija. Sumó 58.400 portabilidades móviles netas (diferencia entre líneas ganadas y perdidas) y 121.800 fijas.
La práctica totalidad de los clientes que ganaron Digi y MásMóvil los cedieron los tres grandes. Movistar, que restó 330.400 líneas móviles y 298.300 de fijo, vio cómo su catálogo de nuevas tarifas a la carta miMovistar no acababa de calar entre los abonados, que siguen considerando muy caros sus paquetes. Vodafone cedió 165.800 líneas móviles y 111.500 de banda ancha, una pérdida importante, pero frenando el ritmo de la sangría que vivió en 2021, gracias en gran parte al buen comportamiento de su marca de bajo costo Lowi. A Orange le fue un poco mejor: perdió 236.500 líneas de móvil, pero ganó 47.800 de fibra, un logro importante en tiempos de crisis pese a que se trata de la mitad de las que había logrado sumar el año anterior. Dos datos reveladores de la evolución del mercado: más del 60% de los clientes de Movistar que se han fugado y más del 50% de los que han perdido Orange y Vodafone se han ido a Digi; y en los últimos dos años, los tres mayores operadores han perdido más de dos millones y medio de líneas.
La fórmula para el triunfo de Digi se basa en una catálogo simple de tarifas sin falsas promociones, unos precios imbatibles y un servicio de atención al cliente exquisito. No en vano es la única operadora que ya ha anunciado que no subirá precios en 2023. Movistar actualizará sus tarifas el próximo 13 de enero con una subida media del 6,8%, que supondrá aumentos de hasta 13 euros mensuales para algunos de sus paquetes convergentes. Vodafone España subirá sus tarifas un 8,1% a partir del próximo 22 de enero, de acuerdo a la fórmula de actualizar automáticamente cada año sus precios a la inflación. La compañía calcula que el aumento medio de la factura será de 4 euros (2,5 euros para los contratos de solo móvil y 5,5 euros mensuales para los paquetes de Internet y móvil). Respecto a Orange, la compañía no descarta una subida de precios en los próximos meses, tras la que aplicó en agosto de 2022. MásMóvil también ha actualizado algunas de sus tarifas aunque las subidas solo afectan a menos del 20% de los 15,2 millones de clientes con los que cuenta, sobre todo a segundas líneas de móvil contratadas en paquetes de las marcas Yoigo, MásMóvil y Virgin con incrementos de entre 1 a 3 euros.
Cambio de escenario
Otra circunstancia de la que se ha beneficiado Digi es que las marcas low cost de las grandes operadoras con las que compite han eliminado sus tarifas más asequibles. O2, la filial de Movistar, fulminó a finales de octubre su tarifa de fibra y móvil con velocidad de 100 Mbps y 10 GB de datos por 30 euros, y la subía hasta los 35 euros mensuales (aunque la velocidad pasó a 300 Mbps y 35 GB de datos). Poco después, Lowi, la marca barata de Vodafone, suprimía su tarifa de 29,95 euros (fibra a 300 Mbps y 10 GB de datos) y la situaba en 34,95 euros (con 50 GB de datos). También Simyo, la marca de bajo costo de Orange, eliminaba la tarifa de 26,49 euros y ahora su oferta más asequible es de 35,99 euros. Por comparación, Digi comercializa un paquete de fibra de 1 Gbps y 10 GB de datos móviles por 25 euros al mes.
El éxito de Digi es la mejor radiografía de cómo funciona el sector de las telecomunicaciones en España. La operadora entró al mercado español en 2008 casi por la puerta de atrás y sin grandes ambiciones. Se dirigía casi exclusivamente al cliente inmigrante con bonos para llamadas al extranjero, especialmente, para la extensa colonia rumana. Competía con otras tantas marcas enfocadas al mismo tipo de clientes como Lycamobile, Llamaya o Lebara. Pero supo sacar jugo a una legislación que obliga a los grandes operadores a alquilar su red en condiciones ventajosas. Digi utilizó esa norma para firmar un gran acuerdo con Telefónica para usar su red de telefonía móvil y ganar clientes gracias a sus bajas tarifas. Pero en lugar de conformarse con ese negocio de nicho de revendedor puro y duro, y a diferencia de otros operadores móviles virtuales —como se llaman los que no tienen red propia— usó los beneficios para desplegar su propia red de fibra óptica en las zonas más rentables.
Ahora, ya no solo oferta tarifas móviles baratas sino que ofrece paquetes convergentes de fibra y móvil a precios imbatibles. Y además de los 3,6 millones de clientes de telefonía móvil, cuenta con 746.000 de fibra. Un dato significativo que prueba que ya no es solo un mero revendedor es que cuenta con 5500 empleados, la mayoría instaladores, más que la plantilla de Vodafone. Y puede reforzar aún más esa posición en breve si la Comisión Europea impone condiciones severas para autorizar la fusión de MásMóvil y Orange, como la cesión de activos de red, que pueden ser adquiridos por la rumana y otras OMV como Avatel o Finetwork.
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