El colapso de WeWork: cómo el excéntrico estilo de vida de Adam Neumann, su multimillonario fundador, terminó afectando a la empresa
En un comunicado, la compañía planteó ayer “dudas sustanciales” sobre su negocio y sus acciones se desplomaron
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WeWork advirtió ayer sobre una posible quiebra en un sorprendente cambio de fortuna para el proveedor de espacios de trabajo compartidos que, hace cuatro años, era una de las empresas emergentes más preciadas del mundo, con una valoración de 47.000 millones de dólares.
La compañía respaldada por SoftBank, valorada en solo 446,8 millones de dólares al último cierre, ha estado en turbulencias desde que presentó su documentación para una salida a bolsa en 2019, ya que los inversores señalaron problemas de dirección que involucraban a su fundador y entonces presidente ejecutivo Adam Neumann.
La compañía salió a bolsa en 2021 a través de una fusión con un vehículo de inversión SPAC después de abandonar sus planes de una oferta pública de sus acciones, pero las dificultades continuaron y los inversores siguieron dudando de su modelo de negocio mientras muchos pasaban al trabajo híbrido después de la pandemia.
El modelo de negocio de WeWork consiste en firmar contratos de arrendamiento a largo plazo y alquilar espacios a corto plazo. ”Cada vez menos empresas, desde las maduras de gran capitalización hasta las emergentes, están dispuestas a firmar contratos de arrendamiento a largo plazo para espacios geográficamente fijos”, dijo el presidente ejecutivo interino, David Tolley, en una conversación con inversores el miércoles.
La empresa aún no ha obtenido ganancias y se ha citado como ejemplo de las valoraciones exageradas de las empresas de Silicon Valley. ”WeWork fue quizá la startup más sobrevalorada de los últimos años”, afirmó Steve Clayton, responsable de fondos de renta variable de Hargreaves Lansdown.
¿Pero cómo fue que el estilo de conducción de Adam Neumann terminó afectando a la empresa?
Del kibutz a WeWork
Neumann nació en Tel Aviv en 1979. Disléxico, no aprendió a leer y escribir hasta tercer grado, y sirvió durante cinco años en el ejército de Israel. “Allí conocí a la mayoría de los que son mis mejores amigos hoy”, le contó al diario israelí Haaretz en 2017.
En 2001 decidió mudarse a Nueva York.
Su objetivo en la ciudad estadounidense era “conseguir un gran trabajo, divertirse mucho y ganar grandes cantidades de dinero”, según le contaría en 2017 al medio especializado en tecnología TechCrunch.
Empezó por matricularse en la Escuela de Negocios Zickling del Baruch College, un centro público que forma parte de la City University de Nueva York, y por frecuentar los clubs nocturnos de la Gran Manzana con su hermana y compañera de piso Ari, una modelo y ex Miss Teen Israel.
Cuando apenas le quedaban cuatro créditos para graduarse, Neumann decidió dejar la carrera y meterse de lleno en el mundo empresarial (terminaría la licenciatura en 2017).
Era algo que llevaba tratando desde que era estudiante, primero con el diseño de unos zapatos con tacón plegable que pasó sin pena ni gloria y después con una marca de ropa de bebé con rodilleras incorporadas, Krawlers.
Esta última idea derivó en Egg Baby, que estableció en 2006 y se convirtió en su primera compañía de éxito.
Fue en ese tiempo que conoció a Miguel McKelvey, quien sería su socio en WeWork.
Conectaron rápido y McKelvey lo convenció para que mudara su negocio al edificio del barrio de Brooklyn en el que él trabajaba.
En aquel lugar, en una de sus frecuentes lluvias de ideas o braimstormings, se les ocurrió que podía haber negocio en alquilar el espacio vacío de las oficinas a otros que quisieran ocuparlo temporalmente.
Así nació Green Desk, una empresa de trabajo conjunto. La venderían pronto, pero se quedaron con la idea y la desarrollaron hasta lo que terminó siendo WeWork.
Neumann también ha vinculado el origen de la compañía a su historia personal, relacionándolo a su infancia itinerante y al tiempo que pasó viviendo en un kibutz, una colonia agrícola comunitaria. De hecho, le dijo al diario israelí Haaretz que a veces se refería a WeWork como “Kibbutz 2.0″.
La creación del eslogan de la empresa, “haz lo que amas”, se le atribuye a su esposa Rebekah Neumann, a quien conoció durante sus años de estudiante y es prima hermana de la actriz Gwyneth Paltrow (su nombre de soltera es Rebekah Paltrow) y amiga de la hijísima Ivanka Trump.
La compañía abrió su primer espacio de coworking en el barrio neoyorquino de Little Italy, y con Neumann al frente y un elenco de inversores de primera categoría como el japonés Masayoshi Son, dueño de SoftBank, siguió expandiéndose por 120 ciudades de 40 países y se volvió la start-up con más valor de Estados Unidos.
Esa fue la cima desde la que empezaría a caer.
La caída en desgracia
Estando en la vorágine de crecimiento, el de Neumann dejó de ser un negocio de alquiler de oficinas y se empezó a conformar el imperio “We”.
Nació WeLive, vivienda comunitaria, WeGrow, la escuela en la que los Neumann matricularon a sus cuatro hijos mayores (hoy tienen seis) y con la que querían iniciar una red internacional de colegios para hijos de nómadas digitales, y Rise by We, una cadena de gimnasios.
También tuvo otras ideas fallidas, mientras daba rienda suelta a sus excentricidades, como caminar descalzo por las oficinas, instalar una piscina de inmersión y una sauna de infrarrojos en su despacho.
Y su ya conocida afición por la fiesta y las dudas acerca de su capacidad de gestión, sumado a operaciones que podrían considerarse desleales hacia la empresa —como la adquisición de inmuebles que posteriormente alquilaba a WeWork — pronto empezaron a hacer mella en los inversores.
Estos empezaron a preguntarse si WeWork valía realmente los US$47.000 millones que se le estimaban.
En 2019, por la desconfianza de los mercados y antes de arriesgarse a que la operación fuera un fracaso, la compañía decidió posponer su salida a bolsa y averiguar cuál era su situación real.
A ello le siguió la renuncia como director ejecutivo de Neumann, a quien algunos inversores llegaron a denunciar en los tribunales.
La demanda no prosperó, y a los US$1.000 millones obtenidos por la venta de sus participaciones se le sumaron US$185 millones por seguir como asesor de la compañía.
Eso sí, para cuando WeWork salió por fin a bolsa, su valoración ya se había rebajado a US$9.000. Hoy vale 446,8 millones de dólares.
La historia dio para ríos de tinta en los medios, un podcast de diez capítulos dirigido por David Brown, WeCrashed: The Rise and Fall of WeWork, que luego inspiró una miniserie de televisión, estrenado en Apple TV+ el pasado marzo y en el que Jared Leto y Anne Hathaway dan vida al matrimonio Neumann.
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