El capital en cuarentena: Hora de resistir para los fondos de inversión
No solo las startups y grandes compañías en Argentina y el mundo pasan días malos por el coronavirus. Los fondos de capital de riesgo y de capital privado —venture capital y private equity, en la jerga— también debieron cambiar sus estrategias de un saque y acomodarse a una nueva realidad que presenta más dificultades que oportunidades.
Por estos días, casi todos los fondos de venture capital que actúan localmente tienen una sola prioridad: cuidar a las startups de sus portafolios. Ariel Arrieta, managing partner de la firma NXTP, opina que el 90% de las compañías dejaron de pensar en crecer y hoy analizan cómo van a sobrevivir.
Estas semanas, además, se gestó otra mala noticia, aún no oficializada: la Subsecretaría de Emprendedores planea no desembolsar la totalidad del restante no ejecutado del Fondo Fiduciario para el Desarrollo del Capital Emprendedor (Fondce), originariamente de $1000 millones (US$ 60 millones cuando fue aprobado, en 2017 dentro del paquete de la Ley de Emprendedores) y del cual, hasta la salida de Macri, se había ejecutado un 25%, según números públicos.
Según fuentes recabadas por LA NACION, desde la cartera, dirigida por Mariela Balbo, anticiparon a fondos y aceleradoras que no se cumplirá con los montos pactados. "Nos pidieron reestructurarlos", afirma uno de los afectados. Por su parte, en las oficinas de la funcionaria comentaron a este medio que ya se entabló un diálogo. Y argumentaron: "Es fundamental administrar los recursos en forma seria y sustentable, asumiendo compromisos que se puedan cumplir en el largo plazo, considerando la situación que estamos atravesando".
Más allá del dinero público con el que algunas contaban, las firmas de venture capital miran con el otro ojo la sustentabilidad de sus propios limited partners privados (o LPs, como se conoce a personas u organizaciones que ubican dinero en fondos). "Muchos no nos defaultearon, pero nos piden que en este tiempo no se realicen ‘capital calls’ (llamadas de capital para realizar algún desembolso)", reconoce un consultado.
Para Cristóbal Perdomo, cofundador y general manager de la firma Jaguar Ventures, las startups no están buscando fondos nuevos, sino pidiendo liquidez a sus pasados inversores. Y agrega que el Covid-19 es para muchas compañías la excusa perfecta al encarar una negociación. "Sirve para tapar muchas verdades", dice, al hacer referencia a dificultades financieras previas a la pandemia.
Los requerimientos más comunes de las startups en este tiempo, coinciden los fondos, son series puente —o bridge rounds— a través de las cuales los emprendedores piden otra vez, y rápidamente, capital a sus ya actuales inversores mediante follow-on, dejando para más adelante rondas más importantes como las A o B. "Si las hicieran hoy, se destrozarían con las valuaciones", reconoce un inversor conocedor del proceso, quien agrega que también pueden ser comunes por estos días las down rounds, en las que startups venden acciones adicionales a un precio más bajo del de anteriores series.
Según Arrieta, el ecosistema inversor corre el riesgo de que los actuales fondos —especialmente los de serie A— dejen de mirar nuevas compañías y decidan salvar a las que actualmente componen sus portafolios, haciendo los follow-on más grandes y largos de lo originalmente pensado. "Entonces, tomarían el rol de los fondos de serie B, y el ciclo se empezaría a romper y ralentizar. Eso terminaría siendo perjudicial", plantea, y añade: "Veo mucho más complicada a Argentina que otros mercados. Hoy hay muchos más inversores mirando y buscando alojar capital en Brasil, Chile, Colombia o México".
Corporaciones y oportunidades
La estrategia de las corporaciones en inversión de startups también se ha visto afectada en esta pandemia. En el primer cuarto del año, el volumen del segmento cayó 29% a nivel global frente al mismo período de 2019, según datos de Global Corporate Venturing.
Desde Wayra, el brazo inversor de Telefónica, Agustín Rotondo dice que la firma no cambió sus bases, aunque sí se está "adaptando al contexto". El manager regional de las oficinas de Argentina, Chile y Perú detalla que la estrategia incluye nuevas inversiones en el corto plazo, mientras que en la actualidad presta especial atención a las cuentas de su portafolio. La aceleradora, además, trabaja en promover que sus compañías le vendan servicios a Telefónica y que la corporación, paralelamente, ofrezca éstos a terceros.
"Buscamos matchear con planes comerciales agresivos", agrega, y detalla que los sectores más privilegiados son logística, ecommerce y seguridad informática. Y, ya en el plano general, considera que las corporaciones mirarán con mayor interés a la inversión en startups. "En esta época subió mucho más", dice. A
ntonio Peña, quien junto a su socia Gabriela Ruggeri es administrador del fondo de capital abierto Kamay —compuesto actualmente por Arcor y Coca-Cola—, cree que después de esta pandemia los tiempos burocráticos del corporate venture capital se acortarán. "Los procesos se aceleran, se saltan pasos", sostiene.
En estos días, según comenta, el inversor cuida el portafolio de Kamay y también el de la aceleradora Overboost, que también maneja con Ruggeri. "Tomó más protagonismo el área financiera, ver cómo están las cajas", aclara. A pesar de las dificultades, no todo es negro para el ecosistema inversor. La caída en las valuaciones de muchas compañías provocada por la pandemia abre ciertas puertas en determinados sectores.
"Hoy, con dinero, es un muy buen momento para invertir", dice Diego González Bravo, managing partner del fondo Draper Cygnus, que se prepara para tener una edición enfocada en América latina. "Muchas startups van a morir, pero otras van a crecer mucho. Habrá compañías nuevas con soluciones para nuevos problemas", dice.
Para el inversor, biotech o blockchain serán algunos de los sectores más interesantes de aquí al futuro. Y agrega que con poco dinero en una serie seed —en una etapa temprana— hoy se accede a buenos valores en empresas que en dos años pueden tener un crecimiento que antes de la pandemia habría tardado siete años.
En biotecnología —otro de los verticales con mayor proyección en el futuro cercano— la company builder Grid Exponential busca ganar terreno rápidamente. "Hay una gran oportunidad para que el capital migre hacia soluciones a los grandes problemas de la humanidad. Y, si vira hacia esa mirada, el venture capital es una gran herramienta para resolver esas cosas", dice Matías Peire, fundador de la firma, que actualmente selecciona una nueva camada de 10 proyectos científicos entre 21 provenientes de la Argentina, Brasil, México y Uruguay, con tickets de US$ 200.000 por caso.
Para Peire, Grid Exponential tiene una "posibilidad enorme" de posicionarse como la proveedora de startups biotech para Silicon Valley y otros mercados desarrollados. "Estamos apuntando todos los cañones hacia allá. A fin de año tendremos 30 compañías; podemos llegar a expandirnos a toda la región y tener 150 empresas en siete, ocho años", sostiene. Actualmente, el 90% de su portafolio está en Argentina.
Una industria debilitada
Si la industria de venture capital no pasa sus mejores días, algo peor queda para la del private equity, enfocada en sectores más clásicos y más sensible a movimientos políticos o vaivenes económicos. Consecuentemente, la mayoría de las firmas se encuentra pensando en cómo sus empresas podrán pasar el temporal. "Si bien siempre estamos abiertos a analizar nuevas oportunidades, nuestro principal foco en este momento son las compañías del portafolio", dice Alejandro Sorgentini, socio de Victoria Capital, uno de los nombres más importantes de la industria a nivel regional.
Desde otro líder del private equity, un director da cuenta de que los precios de los activos clásicos han caído en Argentina. "Antes, veías seis, siete veces Ebitda —el beneficio antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones—; hoy, tres, cuatro", actualiza.
"Salvo ciertos casos en sectores resilientes al efecto del Covid-19, las valuaciones de las compañías se verán impactadas negativamente por esta situación", dice Sorgentini, quien agrega que "las compañías públicas ya lo están reflejando en sus cotizaciones".
Según el inversor, "la magnitud del impacto dependerá de muchas variables como el tipo de industria, las regulaciones que cada gobierno ponga en las mismas y la capacidad de adaptarse al nuevo escenario post-pandemia".
La sensible situación económica, con su golpe en los números de las compañías, puede obligar a ciertas empresas a acelerar sus procesos de venta y consecuentemente provocar un veranito artificial de fusiones y adquisiciones (M&A, por sus siglas en inglés).
Así lo confirma un ejecutivo de uno de los cuatro fondos grandes de private equity presentes en la Argentina, quien da cuenta de que en las últimas semanas se dio un crecimiento de consultas por ventas, tanto nacionales como multinacionales interesadas en desligarse de sus subsidiarias a nivel local.
"Veo más activos a los fondos con dinero local de familias argentinas", destaca un inversor, con el eco de un colega: "Llegará el momento de los grupos grandes de aquí, con negocios más cercanos al estado, conocedores de las reglas". En términos recientes: más Carlos Rosales —dirigente de San Lorenzo que recientemente compró Garbarino—; menos Blackrock, fondo que compró parte de la cablera Metrotel en 2017.
Pero el mercado presenta otro agravante: no hay precios claros para los activos. La brecha cambiaria, concuerdan consultados, complica cualquier tipo de negociación, sumada a la imprevisibilidad local de la deuda y futuro político, además del Covid-19.
Esa dificultad también genera dificultades en el mercado secundario de private equity; o de secondaries, como se conoce al segmento a través del cual se comercializan de segunda mano participaciones en compañías privadas. "La clave allí es ver el paquete de empresas que se compra. Y hoy no hay una visibilidad clara de cuál es el precio de los activos", destaca un canoso representante de la industria.
De todas maneras, el sector secundario podría advertir movimientos de algunos LPs de fondos latinos —como fundaciones de universidades estadounidenses o fondos de pensiones extranjeros— buscando desprenderse de activos en la región. "Hicieron una jugada grande y no les ha ido muy bien", reconoce un jugador del mercado primario.
Un colega, del secundario, quien trabaja con una tesis de descuento del 30% sobre las valuaciones a la hora de comprar, destaca que quienes venden participaciones en ese vertical aspiran, como mucho, a salir empatados en la actualidad. O directamente perder lo menos posible. Tales bajas performances, estiman las fondos, provocarán que estas instituciones —las cuales apostaron grandemente por la región a mediados de la década pasada, con Brasil despegando y los precios de commodities por las nubes— no vuelvan a mirar a estos lares con atención.
"Creo que la cantidad de oportunidades que se presentarán en mercados maduros hará más difícil aún generar atractividad hacia mercados emergentes; entre ellos nuestra región", dice Sorgentini, de Victoria. Probablemente los fondos empiecen a buscar dinero en otros lados. "Antes, no íbamos a buscar a los hedge funds como LPs; ahora sí", actualiza un inversor.
La dificultad para levantar nuevos vehículos en la actualidad y el futuro cercano —sumada a los escasos retornos que presentan los sectores clásicos de la economía— lleva a algunas personas del sector a pensar en una nueva etapa del private equity, esta vez más ligada al venture capital tecnológico y cerca del growth capital, un tipo de inversión —en general minoritaria— en compañías maduras en pleno crecimiento que buscan fondearse para expansiones o adquisiciones.
Un precursor de ese vertical es el argentino Francisco Álvarez-Demalde, cofundador y managing partner de Riverwood Capital, fondo estadounidense que jugó fuertemente en tecnológicas latinas como Globant, y que actualmente posee posiciones en compañías como Navent o Technisys. A lo mejor, la pandemia tenga un efecto tan lejano como la reconversión del private equity.
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