El artista como banquero
El inglés Damien Hirst se convirtió en multimillonaria con sus polémicas muestras
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París.- El niño terrible del arte británico lo hizo de nuevo. A los 56, Damien Hirst expone por primera vez en Francia y lo hace en París, en la Fundación Cartier, seleccionado por su encantador director Hervé Chandés, en el edificio de Jean Nouvel, Rive Gauche.
Hirst dio vuelta la página y dejó atrás los tiburones en formol para pintar cerezos en flor, como un pintor naïf, una estilo estampa japonesa, que, dice, es un homenaje a su madre enamorada de las flores y las plantas. El Times lo colocó en la lista de los artistas más ricos del mundo, luego haber ganado US$200 millones en 2008 , el mismo día que cayó Lehman Brothers, con Beautiful inside my head forever, una subasta unipersonal organizada por Sotheby’s.
Como artista es el mejor banquero. Facturó US$12 millones por un tiburón en formol que al poco tiempo se pudrió. No se le movió un pelo. Le repuso el tiburón a su dueño con estas palabras: “No importa la obra, importa la idea”.
Fue el líder del movimiento YBA (Young British Art), que transformó la escena del arte británico en los ’90, al cuestionar el status quo y producir obras provocativas y transgresoras de alto contenido sexual. El grupo saltó al estrellato con la muestra Sensation, prohibida en Nueva York por el entonces alcalde Rudolph Giuliani (que con esta censura le hizo un enorme favor), y promocionada por el publicista Charles Saatchi, famoso por la campaña de Margaret Thatcher.
Damien es un gastador compulsivo, tiene un ejército de colaboradores, más de 40 asistentes, que, dicho por él mismo, viajan en business y cobran fortunas . Su último golpe financiero ha sido la creación de una moneda propia: The currency. Una serie de 10.000 copias en formato A4 con una marca de agua, que piensa vender por 2000 dólares, con respaldo de NFT (Non Fungible Token). El comprador puede elegir la obra física o el archivo con NFT.
Damien Hirst nació en Bristol, su padre era mecánico y abandonó a su familia cuando él tenía 12 años. Su madre, estimuló sus ganas de dibujar, que era, en realidad, lo único que le gustaba. Trabajó en la industria de la construcción y estudió Bellas Artes en la Universidad de Londres. En 1991 realizó su primera exposición individual, en 1995 ganó el consagratorio (y polémico) Turner Prize.
Casi fundido, fue rescatado por uno de sus mejores (y mayores) clientes, François Pinault, que lo puso de nuevo en carrera con el encargo de un par de obras gigantes para Punta della Dogana y Palazzo Grassi, sus museos venecianos.
Con el pelo pintado de azul y encerrado en su taller, terminó en tres años la serie Cherry Blossoms, son 107 telas de las cuales 30 se exhiben en París hasta enero del 22. El formato es descomunal, algunas telas son de 7x5 y tienen un toque Jackson Pollock en la “manera” de cargar la pintura sobre la tela. “Creo que son excesivas, casi vulgares. Quería que los cerezos en flor se impusieran al espectador, con un efecto curativo para esta pandemia. Los cerezos evocan la vida, la fragilidad y la muerte. El arte sana por eso hice mi serie de farmacias. Hay píldoras para todos los males”, dice.
En el otro extremo están sus detractores, ambientalistas y fundaciones protectoras de animales, que lo condenan por los animales muertos para dar vida a su obra. Ovejas, tiburones, vacas, cerdos y cebras sumergidos, entre 1991 y 2014, en vitrinas con formol.
El verano parisino es de Hirst. Como no da puntada sin nudo, sus píldoras y farmacias se exhiben en la galería Gagosian, que ha dedicado los tres pisos de su hotel particulier en la rue de Ponthieu a la muestra Catedrales construidas en la arena. Cataratas de píldoras con nombres propios, muy a tono con el clima Covid que se vive en París.
Hirst, inmune a las críticas, le pone letra a su giro copernicano. “El confinamiento fue bueno para mí. Pinté estos cuadros que siempre quise pintar, pero que no tenía tripas para hacerlo cuando era joven. Es también un homenaje a Pierre Bonnard a quien amo”. ¿Puro marketing? Otra página firmada por Damien Hirst.
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