Efecto no deseado: cómo el covid postergó la detección temprana de otras enfermedades
El coronavirus monopolizó el foco de atención y generó desatenciones en otros aspectos de la salud; las desventajas sanitarias que provocó
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La pandemia dio vuelta la vida como la conocíamos. En todos los aspectos, instituciones, empresas y hasta los mismos núcleos familiares vieron desafiados su manera de vincularse y trabajar en conjunto. El atropellante avance tecnológico ofreció una solución a muchos de los problemas, mientras todos los ojos estaban puestos en la crisis sanitaria por el coronavirus.
“Se dio algo sin precedentes, donde el sector privado, el público, las organizaciones de salud y las instituciones académicas salieron de manera colaborativa a buscar una solución y, por eso, pudimos tener vacunas en tiempo récord”, apuntó Gabriela Pittis, CEO y presidente de Takeda Área SAM, en el encuentro “Salud”, organizado por LA NACION.
Sin embargo, el desvío de la atención hacia el nuevo problema desatendió un sinfín de otros tratamientos médicos. Siendo Takeda una empresa que se dedica a la innovación en áreas de especialidad y enfermedades raras, se enfrentó a los desafíos de seguir atendiendo a pacientes que requieren de tratamientos crónicos o de hospitalización a través de un “cuidado holístico integral fuera del hospital” y de “seguir teniendo esas especialidades a partir de la investigación y el desarrollo”, comentó. Compartió, además, que durante 2020 se lanzaron 5000 estudios clínicos, de los cuales solo el 15% eran de Covid, por lo que invitó a “seguir atendiendo durante este proceso de transformación”.
Por otro lado, el director general del Hub Cono Sur de Becton Dickinson, Marco Antonio Musitano, sumó al panel otra preocupación que aqueja al mundo de la medicina. “La pandemia dejó de lado muchos análisis de detección temprana que se vieron afectados, como el cáncer o el HIV”, destacó sobre el redireccionamiento de recursos por el Covid-19. Según el directivo, el año pasado bajaron un 30% las detecciones de cáncer, lo que lo llamó a “volver a controles de cierto tipo de enfermedad que la detección temprana prolonga la expectativa de vida”.
En consonancia, Pittis destacó que si bien la digitalización permitió mantener la atención médica, enfermedades como las gastrointestinales, que requieren de estudios invasivos, no se ejecutaron. Las endoscopías se redujeron en un 80%, comentó, por lo que concluyó que hay que “encontrar un balance entre la digitalización y prestar atención a lo que quedó rezagado y crear conciencia para el cuidado personal de cada uno de los pacientes”.
Innovación: vacunas y tests
Ambas empresas tienen áreas destinadas a la innovación. Por el lado de Takeda, su CEO comentó que tiene una unidad de vacunas que desde hace años se enfoca en desarrollar una inoculación contra el dengue, enfermedad endémica presente en América Latina, Asia y África. “De 2010 a 2019 se triplicaron los casos respecto de la década anterior, por lo que la introducción de una vacuna puede ser disruptiva”, proyectó. De momento, el fármaco se encuentra en proceso de aprobación y la firma espera tener noticias para principios del año que viene.
Por otro lado, Becton avanzó en el desarrollo de pruebas de detección de Covid, tanto desde la tecnología biomolecular (PCR) o test de antígenos en dos opciones. “La tecnología puede avanzar para que en un futuro sea un auto-test, pero hoy lo recomendado es que sea con la supervisión de un profesional para tener una correcta trazabilidad”, concluyó sobre el futuro de las detecciones personales.
El futuro de la medicina reproductiva
Gabriela Gutiérrez es una investigadora del Conicet que llevó la ciencia argentina a Silicon Valley. Fue en 2005 cuando, con fondos del Banco Mundial, constituyó su primera empresa de base tecnológica: Inmunogenesis. Tuvieron que pasar 13 años (2018) para que la firma exportara sus investigaciones al mercado internacional. Desde su profesión, la bióloga se dedica a buscar soluciones para las mujeres que no pueden lograr su maternidad y llevarla a término, por causas inflamatorias que pueden mejorarse con tratamientos lo más naturales posibles y que permiten alcanzar un éxito reproductivo.
Después de haber estudiado a más de 3000 mujeres, a las que les habían fallado todos los procedimientos que la medicina actual puede ofrecer, y haber logrado más del 60% de los embarazos de este grupo que no había logrado tener un hijo, se cuestionaron qué era lo que estaba produciendo ese grado de inflamación sin síntomas visibles que las alejaban de poder ponerle un nombre a esa enfermedad.
La respuesta la encontró en el sistema digestivo. Descubrió el vínculo entre ciertos problemas intestinales y los casos graves de infertilidad en mujeres. “Hay muchos estudios que demuestran que ese aumento de la infertilidad a nivel mundial fue de la mano de la industrialización de los alimentos, con aquellos componentes que fueron cambiando desde que cocinamos todos los días en casa. Tenemos nuestra huerta, la gente se movió del campo a las grandes ciudades, dejamos de interaccionar con la naturaleza y empezamos a agregar químicos”, explicó.
Los tratamientos de fertilidad asistida no son accesibles para todas las mujeres del mundo, por lo que con su equipo Gutiérrez busca prevenirlo con cambios de dieta que se han personalizado, reconociendo que las mujeres son todas diferentes.
En vistas de este problema, lanzó Microgenesis, una herramienta que permite identificar qué bacterias esenciales se fueron perdiendo con estos cambios de vida, para poder reemplazarlas con probióticos, con alimentos específicos y componentes de los alimentos que permitan hacer que esos probióticos se desarrollen y vuelvan al equilibrio de la flora intestinal.
“De esta manera, ya hemos publicado un trabajo de casi 300 mujeres, en las que se ha identificado cuáles eran estos microorganismos que faltaban, se las ha suplementado con probióticos específicos de acuerdo a los resultados de los test y se ha reeducado la alimentación para que estos probióticos puedan desarrollarse”, compartió.
Los resultados del estudio mostraron que, en un lapso de 90 días, el potencial reproductivo de estas mujeres mejoró. “En el 80% de los casos encontramos un problema intestinal asociado a su infertilidad, se las trató personalizadamente con la dieta, probióticos y con suplementos dietarios que controlaron esa inflamación subclínica que había y el 75% logro embarazo en un término de seis meses”, celebró.
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