Economía del conocimiento: cuáles son las claves para abrirse al mundo y ganar mercados desde la Argentina
Formaciones cortas y actualizadas, políticas estatales que incentiven a las empresas y el desarrollo de la infraestructura tecnológica son las premisas necesarias para evolucionar en este sector
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Unicornios argentinos, nuevas formaciones y el futuro de la economía del conocimiento fueron las temáticas protagonistas que dieron inicio el tercer capítulo del evento “La Revolución de la Economía Digital”, organizado por LA NACION.
Abrieron el primer panel José Del Rio, secretario General de Redacción de LA NACION, y María Apólito, subsecretaria de Economía del Conocimiento en el Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación, quienes comenzaron definiendo la economía del conocimiento como “las actividades que son intensivas en el uso de nuevas tecnologías y que requieren de recursos humanos altamente calificados”, según la invitada.
Sin embargo, la funcionaria resaltó el cambio de paradigma que atraviesa la educación tradicional. En este área ya no son las carreras de grado que duran de 5 a 7 años las que más se demandan, sino que las empresas especializadas en el rubro “apuestan más a trayectos formativos de perfiles específicos” por su rápida actualización de la currícula educativa y a las necesidades del mercado.
La industria que ofrece en las compañías altos salarios e incluso a veces paga por las mismas capacitaciones se muestra como generadora de oportunidades. “No siempre todo el mundo tiene oportunidad de acceder y dedicarle tanto tiempo a la carrera”, distinguió Apólito. Añadió que, dentro de esta incentivación a la educación, el ministerio lanzó el programa Argentina Programa, que hoy capacita a 60.000 personas en los lenguajes básicos de programación. Este persigue el fin de “que gente que hoy no tiene empleo o que viene de planes sociales empiecen a introducirse en este mercado”, señaló que tiene 9000 puestos vacantes en el área de software a lo largo del país y demanda más de lo que se ofrece.
Contrario a la tendencia de tres años atrás, cuando las empresas se encontraban con que nadie quería dedicarse a la economía del conocimiento, la funcionaria destacó que hoy “hay mucho interés en aprender esto”, ya que se logró que las personas comprendieran la “oportunidad de empleo real con salarios mejores que la media de otras industrias”. Tal es así que las empresas que se dedican a la formación de estos perfiles se encuentran “abarrotadas de inscripciones”, resaltó.
Apólito hizo hincapié en la necesidad de seguir expandiendo y mejorando la cobertura de fibra óptica en el país -que hoy alcanza al 80% del territorio- “para poder exportar al mundo nuestros productos”. A partir de esto, enlistó dos limitantes que pueden hacer crecer o frenar el desarrollo del sector a corto plazo. Por un lado, el mundo enfrenta una escasez de recursos humanos dedicados a esto. Por el otro, hay una fuerte necesidad de que la infraestructura acompañe este proceso.
La necesaria alianza entre privados y el sector público
En cuanto a la colaboración estatal, la invitada manifestó que “el sector privado es protagonista de esto”, e indicó que es por eso que el Estado intenta facilitar su crecimiento y dinamismo en términos de empleo y generación de divisas, favoreciendo al sector con “beneficios fiscales altísimos, descuento del 70% de las contribuciones patronales, descuento en ganancias del 60% al 20% y 0% de derechos de exportación”, especificó.
Privados y estatales deben llegar a un común acuerdo, según la Subsecretaria, sobre la definición de políticas educativas como insumo fundamental para el crecimiento de este ecosistema.
Si bien no identifica una grieta en estas medidas, sí reconoció que “no puede haber política de economía del conocimiento si no fortalecemos un sistema científico, tecnológico y universitario y si no tenemos una política industrial clara”. Destacó que las industrias tradicionales también evalúan esta área como un factor de competitividad y lo ejemplificó con que “el 70% u 80% del valor de un auto o una maquinaria agrícola tiene que ver con la economía del conocimiento, porque es electrónica y es software”. Es por eso que los gobiernos deberían apostar con políticas fuertes y presupuestos concretos a estas dos cuestiones que posibilitan la inserción de este sector en la matriz productiva.
La Argentina cuenta hoy con 11 unicornios, es decir, empresas valuadas por encima de los mil millones de dólares y que generalmente “surgen a partir de jóvenes emprendedores que a partir de una idea de base tecnológica van creciendo”, definió Apólito, y aplaudió cómo estas “motivan a un ecosistema de pymes y proveedores porque, al crecer, necesariamente demandan otros servicios y productos tecnológicos a las pymes de Argentina”.
La existencia de Ley de Software, que pasó a ser la Ley de la Economía del Conocimiento, fue un actor en el surgimiento de los gigantes locales, y " eso es importantísimo, porque que el Estado colabore a que tengamos unicornios muestra que hay voluntad de que las grandes, las pymes y las startups importan”.
“Tenemos que aprovechar que tengan esta visibilidad y que sean exitosos a nivel mundial. Muestra que la Argentina en esta temática es líder y que todavía tenemos un camino por recorrer”, concluyó.
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