Doble traje: cómo combinar el rol de CEO en una multinacional con la vida de productor de soja y maíz
En una entrevista exclusiva con la nacion, Jeff Rowe, el número uno de Syngenta a nivel global, explica su receta hacer convivir el mundo corporativo con la explotación de un campo en Illinois, y cuenta porque admira a los agricultores argentinos
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Princeton, Illinois.– Hace un calor inusual para ser otoño y el sol brilla con intensidad sobre los campos dorados. En los robles ya asoman los incipientes tonos rojizos que en pocos días estallarán en un festival de color. Un cielo diáfano sin nubes hasta el horizonte completa una escena de película.
Es época de cosecha en Princeton, Illinois, y la actividad rural está en su apogeo. Dos máquinas perfectamente sincronizadas van y vienen entre los maizales. Quien conduce la cosechadora es Jeff Rowe, un hombre alto y robusto que, además de ser el dueño de este establecimiento agrícola de unas 1200 hectáreas, es el CEO global de Syngenta, una de las principales compañías de tecnología agrícola del mundo con más de 60.000 empleados a nivel global (1012 en la Argentina) que opera en más de 100 países. El conductor al mando del tractor y carro de granos es su hijo Austin, de 27 años.
De repente, las máquinas se detienen y me indican que ya puedo subir. Siento una mezcla de entusiasmo y de adrenalina cuando el motor ruge y comenzamos a avanzar. Me dispongo a arrancar la entrevista mientras se escuchan los crujidos de los tallos de maíz al ser cortados y el repiqueteo de los granos al ser separados de las mazorcas. Una manera diferente de romper el hielo.
A Jeff Rowe se le iluminan los ojos cuando habla sobre su campo. Se nota que es un apasionado de esta operación familiar de quinta generación que mantienen en funcionamiento sus padres Dean (81 años) y Carol Rowe (78), con la ayuda del resto de la familia. “No importa dónde esté en el mundo, cuando llega esta época del año, me emociono por volver a casa y cosechar”, confiesa el ejecutivo.
En el lugar todo huele a perfección y nada parece estar librado al azar. Cultivan soja y maíz hasta en las banquinas, y los principales destinos de su producción son el mercado local, la terminal fluvial y la planta de etanol. Hay innovación, prácticas sustentables y tecnología de vanguardia: desde sensores para la humedad de las hojas y del suelo hasta imágenes captadas en forma remota tanto desde drones como desde satélites para recuentos de rodales y evaluaciones de la salud de las plantas.
Esta combinación de ciencia y lecciones aprendidas ayuda a explicar cómo la granja Rowe disfrutó el año pasado de rendimientos de maíz y soja más altos de lo esperado, a pesar de un verano inusualmente cálido y seco. Este año se espera un rinde de maíz de 15,7 toneladas por hectárea y un rinde de soja de 5,4 toneladas por hectárea.
Por suerte, en el interior de la cosechadora con las aberturas cerradas los ruidos externos junto con el tintineo metálico de las partes en movimiento se amortiguan, permitiendo que la charla fluya con facilidad.
–¿Cómo define la estrategia de su negocio?
–Creo que es fundamental adoptar nuevas tecnologías y seguir siendo relevante. Cuando tenés un campo familiar que ha pasado por varias generaciones, hay una expectativa de continuar adoptando nuevas prácticas para darles lugar a los que vendrán después de nosotros. Esto es algo que muchas personas no entienden completamente sobre la agricultura: aunque es un negocio donde ganar dinero es importante, también es un estilo de vida que hay que proteger. El hecho de tener varios miembros de la familia involucrados y de trabajar todos juntos nos da una responsabilidad especial de mantener eso en marcha. Y la única manera de lograrlo es abrazar el futuro; no podés quedarte atrapado en el pasado.
–¿De qué manera combina el papel de productor con el de CEO de una multinacional como Syngenta? ¿Y qué beneficio aportan uno al otro?
–Claramente no es necesario ser un productor agropecuario para ser el CEO de una empresa agrícola: hay muchos líderes exitosos en este sector que no son agricultores. Sin embargo, en mi caso, esta experiencia personal me ayuda a hacer mi trabajo mejor, porque entiendo, a un nivel muy personal, los desafíos que enfrentan los productores. Cuando converso con ellos sobre lo que ocurre en sus campos, puedo abordar sus inquietudes desde una perspectiva tanto empresarial como personal. Esto es algo muy único en el ámbito de la agricultura. Considero que esta experiencia me ayuda a ser un mejor CEO. Además, las lecciones aprendidas como agricultor me permiten conectar de manera más efectiva con las personas. La gente busca creer en sus líderes aunque lamentablemente, muchos han perdido esa fe. La autenticidad y convicción que transmito en lo que hago y en mis motivaciones resuena con algunas personas. Creo que eso resulta energizante para los empleados.
–Para la época de la cosecha deja todo y se viene al campo…
–Me tomo una semana de vacaciones y me vengo al campo a cosechar. Puedo pasarme todo el día arriba del tractor, desde las seis de la mañana hasta las nueve de la noche. Pero no siempre estoy en la cosechadora. Ayer, por ejemplo, el tractor que operaba mi padre tuvo un problema mecánico y se descompuso, así que tuve que ayudarlo a repararlo.
–¿Tiene las habilidades para arreglar estas máquinas también?
–Sí y no. Sé bastante sobre ellas, pero no todo. Mi padre sabe mucho más que yo, y he aprendido de él. Mi hijo, que ahora está manejando el tractor, está estudiando ingeniería agrícola, así que sabe mucho sobre maquinaria.
–¿Qué lo define como productor y cómo se compara con los productores argentinos?
–Me gusta mucho su país y he pasado bastante tiempo en la Argentina. Respeto mucho a los agricultores argentinos. Mi interacción con ellos ha sido muy positiva; son sofisticados, eficientes, adoptan tecnología y se preocupan por cosas como la salud del suelo. Les importa la sostenibilidad. Son el futuro de la agricultura. Creo que también son conscientes de la responsabilidad de representar al sector ante la sociedad, porque hay muchas personas que no lo comprenden y, a veces, leen información muy negativa. Por lo tanto, creo que los productores tenemos el deber de explicar las cosas positivas que la agricultura está haciendo. Lo que observo en la Argentina son agricultores que tienen la capacidad de comunicar eso.
–¿Quién es la persona que más lo ha inspirado en su vida? ¿Y cómo ha influido eso en sus opiniones sobre el liderazgo y la agricultura?
–En realidad, no puedo nombrar a una sola persona. He sido inspirado por muchas, y he tenido la suerte de contar con excelentes modelos a seguir en mi vida. Mi padre es uno de ellos, así como profesores de la universidad y colegas con los que he trabajado en la industria. Leo mucho y he explorado numerosas biografías de figuras como Abraham Lincoln y otros líderes que admiro. Lo que encuentro en común entre ellos es que son líderes humildes, que escuchan más a las personas de su organización que a sí mismos y que se esfuerzan por ayudar a que tantas personas como sea posible tengan éxito.
–¿Cómo maneja la soledad del CEO?
–Para ser honesto, no lo encuentro tan solitario. Tengo una red muy amplia de personas con las que hablo e interactúo. Y soy un líder que, cuando tomo decisiones, me gusta reunir la mayor cantidad de información posible. Quiero que me desafíen durante mis interacciones con los empleados. Recientemente, cuando estuve en la Argentina dije en una reunión con el equipo: “Quiero que me hagan preguntas difíciles. Si no les gusta lo que estamos haciendo o lo que están escuchando de mí, quiero que me lo digan”. A veces, la gente se siente incómoda haciéndolo, así que tengo que crear un ambiente donde se sientan cómodos. Lo que describo como un enfoque de “curiosidad confiada”: estoy seguro en mi posición, pero siempre tengo curiosidad sobre cómo tomar mejores decisiones.
–¿Puede compartir algunas de las decisiones más difíciles que tuvo que tomar?
–Sí. En una gran empresa como Syngenta o cualquier otra compañía grande, creo que las decisiones más difíciles suelen estar relacionadas con las personas. Por ejemplo, si tenés que hacer cosas como reducir costos o recortar la plantilla, esas son decisiones muy complicadas de tomar. Lamentablemente, en un entorno económico desafiante, a veces debemos enfrentar estas decisiones difíciles, y esas son las que menos me gustan. Siempre me incomoda tener que despedir a personas, especialmente cuando tenemos un equipo tan talentoso.
–¿Cómo CEO de una de las empresas más grandes del mundo, cómo se crece profesionalmente después de haber llegado a la cima?
–Siempre he sido alguien que busca constantemente aprender y desafiarse a sí mismo. No veo este trabajo, ni ningún otro que haya tenido, como un destino. No digo: “He alcanzado este nivel, así que ya no tengo que aprender más”. Abordo cada trabajo pensando en cómo puedo mejorar esta empresa, este negocio o este grupo de personas. Con esa mentalidad, los títulos realmente no importan. Tendría, por cierto, la misma pasión si estuviera entrenando un equipo de béisbol o trabajando en cualquier otro lugar. Creo que así me criaron. Recuerdo que mi padre me contaba sobre un hombre que conducía un camión para llevar combustible al campo. Siempre estacionaba el camión en el lugar correcto y pensaba en cómo podía hacer su trabajo mejor que cualquier otro conductor de camiones de combustible. Mi padre decía: “Mirá, él es alguien que realmente ama su trabajo y lo hace bien”. Creo que no importa cuál sea tu trabajo; si sos apasionado por lo que hacés y te esforzás por hacerlo lo mejor posible, obtenés una satisfacción personal.
–¿Se puede mantener el equilibrio entre la vida laboral y personal en un rol tan exigente?
–Equilibrio probablemente no sea la palabra correcta; no es realmente equilibrado, pero estoy muy cerca de mi familia. Con mi esposa crecimos juntos, así que nos conocemos desde hace mucho tiempo. Ella es del mismo pueblo y conozco muy bien a su familia; de hecho, estuvieron aquí anoche para cenar. Somos una familia muy unida y todos trabajamos juntos. Me da mucha alegría el trabajo; para mí, esta es una semana de vacaciones. Estoy tomando un descanso de mi trabajo para estar aquí, pero prefiero estar haciendo esto que relajándome en la playa. Así es como estoy programado.
_¿Qué prácticas diarias sigue para mantenerse en forma?
Voy al gimnasio todos los días y me ejercito a diario. Hay días en que es más corto que otros, pero generalmente me levanto muy temprano, alrededor de las 4:30 o 5:00, dependiendo del desfase horario. Inmediatamente salgo a hacer ejercicio: corro o entreno en el gimnasio. También disfruto mucho leer tanto ficción como autobiografías. Además, me gusta acompañar a mi hija menor, que salta a caballo. Realmente disfruto de ir a sus eventos ecuestres.
-Durante momentos de alta presión, ¿qué hace para relajarse y mantener su equilibrio emocional?
Creo que he descubierto que la preparación es realmente importante en momentos de alta presión. También es crucial tener la suficiente confianza para reconocer que se pueden cometer errores. A menudo les digo a los empleados que debemos ser más rápidos al tomar decisiones. Las grandes empresas suelen ser lentas para decidir, y les enfatizo la necesidad de acelerar ese proceso. Si vamos a hacer decisiones rápidas, debemos aceptar que cometeremos errores. Si cometés un error y aprendés rápidamente de él, estarás en una mejor posición, lo cual es mucho mejor que negar un error o intentar ocultarlo. Tener esa mentalidad alivia un poco la presión; no tenés que intentar ser perfecto.
–¿Qué se puede hacer para que los alimentos sean cada vez más baratos y accesibles?
–Es una gran pregunta, un gran desafío. Me preocupa mucho el acceso a los alimentos porque las personas más expuestas a la inseguridad alimentaria son las que se encuentran en las situaciones más vulnerables. Desde una perspectiva agrícola, no hay una sola respuesta a esta cuestión, pero para mí es fundamental asegurarnos de ser lo más productivos y eficientes posible. La ineficiencia perjudica a la agricultura porque eleva los costos y hace que los alimentos sean más caros para todos. Pero además, también afecta al medio ambiente. Si podemos producir la mayor cantidad de alimentos posible en esta tierra, no necesitaremos talar árboles ni expandirnos a nuevas tierras. Por lo tanto, creo que la productividad es realmente importante para la seguridad alimentaria.
–¿Cómo imagina el futuro de la agricultura y la alimentación en los próximos diez años?
–El aspecto de la innovación en esta cuestión es muy claro. Vamos a ver una gran cantidad de avances en el agro. Me emociona hablar con estudiantes de agricultura y ver la enorme diversidad. Hoy, la representación de mujeres y personas de diversos orígenes es mucho mayor y esto es fundamental para enfrentar los desafíos complejos. La diversidad de pensamiento es crucial para abordar estos problemas. No se trata solo de hacer más de lo que hemos estado haciendo; debemos hacer las cosas de manera diferente. Por lo tanto, creo que la diversidad es fundamental y esta tendencia es evidente.
–Para cerrar, ¿cuál es su mayor sueño para el futuro?
–Mi mayor sueño, en relación con la agricultura, es involucrar a más personas en el sector. Si se miran las tendencias en el mundo, hay algo que repito a menudo: la gente nunca ha estado más interesada en su comida pero al mismo tiempo, entiende menos de dónde proviene. Al hablar con jóvenes, es evidente que no comprenden la agricultura de producción. Por ejemplo, cuando hablo con estudiantes, a veces dicen cosas como: “Oh, esta empresa está haciendo esto, lo cual es malo para los agricultores”, y la mayoría de ellos nunca ha conversado realmente con un productor. Buscan información en Google o leen cosas online, pero eso es solo la opinión de otra persona que se integra a su manera de pensar. Creo que cuanto más podamos fomentar la diversidad y la conexión directa con la agricultura, mejor será para la sociedad en ambos sentidos y permitirá tomar mejores decisiones en el sector agrícola. No todo lo que hacemos es perfecto, pero creo que es importante que las personas sean conscientes de la realidad y no se basen en la opinión de otros.
Innovación en Malta
A una hora del campo de Rowe, se encuentra el moderno Centro de Innovación de Investigación y desarrollo de Syngenta Seeds en Malta, Ilinois. Inaugurado el año pasado en el corazón del cinturón de maíz de los Estados Unidos, este imponente edificio vidriado se alza en medio de los maizales, rodeado de agricultores locales. El entorno es ideal para la investigación agrícola ya que permite realizar ensayos de campo y pruebas en condiciones reales. Este centro desempeña un papel fundamental en la mejora del rendimiento del germoplasma, lanzando rasgos diferenciados de próxima generación y demostrando sistemas de cultivo de agricultura regenerativa que benefician tanto a los agricultores como a los consumidores y al planeta. Es el último de más de 150 centros de producción de I+D en todo el mundo y ejemplifica la inversión global anual de 1.400 millones de dólares del Grupo en este campo.
Syngenta en la Argentina
La Argentina es el tercer mercado más grande para Syngenta en sus negocios de protección de cultivos y semillas, detrás de Brasil y Estados Unidos. El ingeniero agrónomo Marcos Bradley, de 45 años, lidera la operación local, que cuenta con 1012 empleados y este mes asumió su nueva posición como Director Regional LATAM. La empresa tiene dos plantas de producción de semillas en la provincia de Santa Fe, así como centros de investigación en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Se estima que el 25 por ciento de las hectáreas sembradas contienen genética de Syngenta.
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