En la Argentina y en el mundo avanzan los proyectos para regular las divisas digitales
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Volátiles, impredecibles, nocivas para el ambiente o modas financieras son algunas de las críticas que con incredulidad y desconfianza se alzan contra el fenómeno de los criptoactivos. Más allá de eso, las monedas florecen de a montones al igual que las oportunidades de lograr un negocio al que apuestan los inversores que se animan a nuevas y menos ortodoxas formas de ganar dinero.
Un recorrido al innumerable y colorido espectro de divisas digitales muestra que hace tiempo que el bitcoin no se encuentra solo. Con el tiempo fue secundado por Ethereum, se le sumó también Libra, que acuñó el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, y Thether, una de las primeras stablecoins, junto a otras.
En la Argentina hasta surgió el GBM, una criptomoneda respaldada con terrenos de la selva misionera que lanzó la empresa de Estonia, Heimdall Technologies OÜ. Existen a la vez proyectos de provincias como Catamarca que tiene la intención de emitir tókens vinculados a la actividad minera y otras regiones que buscan autorización para generar este tipo de activos utilizando de reserva de valor los recursos naturales del país.
¿Se trata de un bien? ¿De una cosa? Los especialistas intentan desentrañar una manifestación financiera única en su género que muta sin control y desprende infinitas aristas cada día. Lo disruptivo del bitcoin, la criptomoneda por excelencia, fue que se trató del primer objeto digital capaz de ser poseído por fuera de internet. Su efecto es incalculable, y rediseñó las finanzas mundiales. Trascendió, de una secuencia numérica a la que un grupo de programadores le asignó un valor económico, hasta ser un actor clave de la realidad aumentada.
El debate
La explosión de “la revolución monetaria”, como definieron algunos expertos, levantó banderas entre quienes las defienden y sus detractores. El debate se bifurca en ramificaciones discursivas. Por un lado están los de espíritu liberal, que exigen mayor autonomía y con el puño apretado en el aire pregonan por la victoria del individuo sobre el estado controlador. Los más moderados ven en las criptomonedas un fenómeno financiero atractivo, pero entienden que sus efectos no pueden quedar sin regulación. Otros, sostienen que los gobiernos tienen que actuar como un paraguas de contención para prevenir que se utilicen para el lavado de dinero y la financiación del terrorismo.
Luego de que una ciudad en el territorio de Abjasia sufriera en 2020 apagones constantes de luz por la actividad de los “mineros de bitcoin”, se alzaron también los ambientalistas que ven con preocupación el avance de las criptomonedas. El problema es que operan en una red conocida como Blockchain, una matriz poderosa que se alimenta de la energía eléctrica de millones de usuarios globales que permite registrar la trazabilidad de todas las transacciones que se realizan.
La existencia de un activo digital librado a las fluctuaciones de la oferta y la demanda puso también en jaque a los gobiernos porque apareció un contendiente que les disputa el monopolio y su poder de concentrar en los bancos centrales la emisión monetaria. Las criptoactivos suponen la privatización de la moneda y la aparición de un sistema financiero paralelo que no reconoce autoridad regulatoria. La Argentina no es ajena al foco de discusión que cada vez ocupa más espacio en la agenda pública.
¿El evento catalizador? En la última semana el Banco Central, que dirige Miguel Ángel Pesce, hizo circular una comunicación privada entre las asociaciones de bancos donde les solicitó información personal que identificara a los tenedores de criptomonedas. La orden se filtró en las redes sociales y disparó la reacción de los usuarios. La entidad defendió su posición con el argumento de haber actuado dentro de su competencia y facultad de vigilar el sistema financiero argentino.
El hecho derivó luego en la presentación de un hábeas data en la justicia con el objetivo de frenar la medida. Un usuario reclamó en los tribunales que el pedido de la autoridad monetaria a los bancos de identificar con número de documento, Cuit, dirección y otra información sensible de clientes era una intromisión en el derecho a la intimidad, que protege la Constitución y la ley de datos personales. La iniciativa del Banco Central para decidir sobre la regulación de las criptomonedas abrió entonces el interrogante no solo de si se debe hacer, sino también de si se puede.
“Para poder tener un ley contemplativa de absolutamente todos las aristas que tocan las criptomonedas, con respecto al derecho, tendría que ser un código más que una ley porque es un nuevo tipo de activo que representa un valor que se transmite a través de internet”, dice Víctor Castillejo, abogado de ONG Bitcoin Argentina y quien promovió el amparo contra el avance del Banco Central sobre los usuarios de criptomonedas.
El abogado sostiene que suele haber una “ansiedad regulatoria” en la materia, aunque no descarta que se delineen algunos aspectos que encuadren su marco jurídico, en especial para proteger a los consumidores.
“La idea de tener un objeto digital que puede ser poseído es muy poderosa. En nuestro Código Civil una cosa tiene que ser corpórea necesariamente. Un bitcoin no es un material técnicamente hablando, pero es importante la discusión para determinar cuáles son los efectos jurídicos por si alguien te roba uno. En derecho penal el delito requiere que lo sustraído sea una cosa, y el bitcoin al no serlo con exactitud se puede considerar que no hay robo, algo que en los hechos sería una locura de pensar”, agrega Castillejo.
El abogado de la ONG, que provee asesoramiento legal en criptomonedas, advierte que más allá de su alta seguridad las billeteras virtuales no son inmunes a los hackeos y las transacciones son susceptibles a estafas. Señala el caso de Onecoin, una suerte de cripto-telar de la abundancia programado en Bulgaria en el que cada inversor que compraba un activo, y traía nuevos usuarios, recibía descuentos en divisas digitales. La maniobra se trató de una burbuja piramidal y estafa global de US$3000 millones. En el país, operaron en Córdoba, donde una víctima de la provincia aseguró haber pagado US$70.000 para luego perder el rastro de los dueños de la empresa.
“Uno no regula la tecnología sino los efectos que tiene en la sociedad. Esos efectos pueden ser varios”, agrega Castillejo. Para el abogado el proyecto de ley 6055/ 2020 de criptoactivos que presentó el oficialismo, a cargo del presidente Alberto Fernández, tiene la deficiencia de querer regularlos en todos sus aspectos. “Eso es una muy mala idea porque es un asunto complejo que toca muchas áreas del derecho. Es necesario un conocimiento profundo del tema para plantear las adaptaciones legislativas necesarias, saber donde están las rispideces en la sociedad, y las deficiencias en el mercado para no generar daños innecesarios”, dice.
Entre los fervientes defensores de la libertad del mercado está el abogado Carlos Maslatón quien argumenta que, más allá de si corresponde o no, intentar domar los criptoactivos en la práctica resulta imposible. “El bitcoin es una moneda que no está emitida por la República Argentina y por lo tanto no se puede regular. Ni su creación o su expansión. El Banco Central puede regular el sistema de pagos argentinos pero no el de la otra moneda por más de que sea usada por residentes argentinos porque no tiene posibilidad técnica de hacerlo”, dice el analista de mercados financieros.
“Finalmente se encontró un área, una situación donde el estado no puede avanzar. Cuando se creó el bitcoin fue hecho de tal manera que quien quisiera intervenir su programa monetario de circulación de dinero no lo puede hacer. Así se trate del gobierno argentino, norteamericano o el que sea”, dice.
Para el analista hay un solo aspecto en el que puede intervenir que es cuando la moneda argentina se cambia contra bitcoins u otras criptomonedas. Desde la máxima autoridad bancaria podrían decidir que no quieren que en su sistema se liquiden operaciones que tengan como objeto el cripto.
Consultados por LA NACION, fuentes oficiales del Banco Central sostuvieron que se encuentran relevando el tema y que todavía no hay una decisión tomada sobre si regularán los criptoactivos. El monitoreo está a cargo del área de regulación financiera que tendrá en sus manos la decisión de avanzar con algún tipo de normativa o adecuar los mecanismos financieros vigentes a la nueva realidad del mercado.
“Hemos llegado a un punto en la evolución financiera donde ni siquiera hacen falta los bancos como los consideramos dependientes de un Banco Central que regula un sistema nacional de pagos. Es una revolución que tiene un contenido ideológico indiscutible liberal, que es la creación de un sistema monetario paralelo y después los derivados que surgieron con otras criptomoendas y tókens que representan hasta capital accionar. Se están levantando capitales en todo el mundo a través de suscripciones que se pagan con bitcoins. Hay empresas que se forman o que levantan capital sin pasar por los procesos tradicionales porque operan a través del Blockchain”, agrega el analista.
Malastón destaca la habilidad financiera de las nuevas generaciones tecnológicas que consiguieron sortear las intervenciones estatales de los bancos centrales, las comisiones de valores y distintas agencias gubernamentales en el mundo que encuentran dificultades en regular los criptoactivos.
“Es todo un tema de confianza. El bitcoin es un logro que no tiene nada detrás, es un número, un registro digital limitado. Tiene 18,6 millones de unidades circulantes y divisibles y esa escasez hizo que fuera valorado de la manera que lo fue. La demanda ante algo tan escaso hizo que subiera como subió”, dice Maslatón.
Maria Celina Cartamil, socia del estudio contable San Martín, Suarez & Asociados explica que el debate de regular las criptomonedas se viene dando en todo el mundo desde hace años, pero se intensificó como consecuencia de la fuerte alza que tuvieron desde finales de 2019. El precio de bitcoin se mantiene en ascenso y de acuerdo con Coinmarketcap, el sitio especializado en criptoactivos, esta semana alcanzó el récord histórico de US$63.000 y parece no encontrar techo. Muy por debajo le siguió en segundo lugar de cotización Ethereum, con el precio de US$$2279.
“El sistema de las criptomonedas es descentralizado y no necesita obligatoriamente de un intermediario o un regulador para operar, pero es muy claro que los entes reguladores de los distintos países quieren tener control sobre estos activos financieros para resguardar los bienes jurídicos comprometidos, darle un marco legal y estandarizar el tratamiento para proteger a los inversores”, sostiene Cartemamil.
Para la especialista, un aspecto posible de la regulación de las criptomoendas es que se las pueda reconocer como activos financieros y mostrar una operación y mercado transparente, aunque remarca la importancia de no limitar su potencial.
“Las regulaciones propuestas tienden a identificar a los intermediarios financieros o exchanges, en algunos casos otorgándoles una licencia oficial, quienes en ese caso deberán cumplir con políticas de “conozca a su cliente” (KYC). Además, será necesario identificar los datos personales de los usuarios y en ciertos casos, la información sobre los operadores que intervienen en las transacciones”, analiza.
Cartamil explica que los actores del ecosistema de criptomonedas se muestran reticentes a esta apertura de información porque va en contra del motivo que inspiró la tecnología que nació de una base de datos distribuida, descentralizada y orientada a transacciones para permitir su trazabilidad. Su esencia es preservar la confidencialidad de los usuarios, quienes en general son anónimos o pseudo anónimos según el tipo de criptomoneda.
“Por otro lado, las regulaciones también tienden a realizar controles contra el lavado de dinero y la financiación del terrorismo. Algunos sostiene que el Blockchain al ser la tecnología que soporta las criptomonedas, se caracterizan por buscar la inmutabilidad, es decir que una vez que es creada no puede modificarse y si se modifica creó otra transacción. Por lo cual, se mantiene la trazabilidad de la operación. Por esa razón la mayoría de las criptomonedas no sería adecuada para esconder este tipo de estructuras criminales”, destaca Cartemil.
La regulación en el mundo
Maslatón señala a Estados Unidos, Estonia, Letonia, Polonia y diversos países de la exEuropa comunista como los más receptivos a las transacciones cripto. China en un principio las prohibió hasta que empezó a ver el negocio.
“En Latinoamérica el país más avanzado en regulaciones es México. En su Ley de Fintech, dedica varios párrafos a estos activos, pero solamente orientado a las instituciones que los emiten y no a las transacciones entre particulares. Aborda cuatro temas principales: define a los activos virtuales, la asesoría financiera, el fondeo colectivo (crowdfunding) y los pagos electrónicos”, explica Cartemil.
De acuerdo informa Castillejo, en Europa está la propuesta de ley “MICA” que busca darle seguridad a los consumidores de estos exchanges, en términos de qué derecho tiene el consumidor ante estos organismos y cómo se puede hacer un initial coin offering (ICO). “Si uno quiesiera recolectar dinero de criptomonedas de distintas personas tendría que hacer una procedimiento similar al que uno hace cuando sale al mercado publico”, dice el abogado.
En la Argentina la Constitución pone en la cabeza del Banco Central la capacidad de emitir dinero. Una provincia que acuñe monedas sin autorización puede cometer el delito de secesión de la República.
En los últimos cuatro encuentros del foro internacional G20, se reservaron apartados para discutir las criptomonedas. El GAFI, que lucha contra el blaqueo de capitales y la financiación del terrorismo reforzó sus sugerencias a los países para que adopten una postura más rigurosa sobre las transacciones. En igual sentido se expresó Christine Lagarde, presidenta del banco central de Europa y extitular del Fondo Monetario Internacional, al calificarlas de “especulativas” y solicitar una mayor regulación.
Más allá de los lazos regulatorios que intentan controlar a los criptoactivos, estos se multiplican en la anarquía financiera como exponentes de una nueva realidad del mercado mundial.
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