Desigualdad. Alertan sobre el sesgo en la educación en EE.UU.
Los sistemas actuales de admisión a las universidades castigan a los alumnos de niveles socioeconómicos más bajos
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Desde el inicio de la pandemia, menos estudiantes estadounidenses que nunca han presentado sus puntajes en el SAT y el ACT, dos pruebas estandarizadas que se usan para ingresar a las universidades de ese país.
Sus defensores dicen que las pruebas son herramientas vitales, aunque imperfectas, para los equipos encargados de la admisión de los estudiantes. Los críticos han dicho durante mucho tiempo que las pruebas exacerban las desigualdades entre los alumnos ricos (que pueden pagar los cursos de preparación) y sus compañeros más pobres. Como el covid-19 obligó a cerrar algunos centros de pruebas, varias universidades hicieron que las pruebas fueran opcionales, acelerando una tendencia que ha estado en marcha desde principios de la década de 2000. Sin embargo, es poco probable que este cambio por sí solo haga que el proceso de admisión sea mucho más justo.
Los datos del portal Common Application, un formulario estandarizado utilizado por más de 900 universidades, muestran que los estudiantes que ya habían enviado sus calificaciones antes del 17 de enero tenían muchas más probabilidades de ser ricos, blancos o asiáticos que en años anteriores. De hecho, la brecha entre estudiantes ricos y pobres se ha más que triplicado.
Varios estudios desde la década del ‘90 han demostrado que hacer que las pruebas sean opcionales o prohibirlas por completo tiene poco efecto en la composición del alumnado. Los niños pobres tienen más probabilidades de asistir a escuelas de escasos recursos que tienen menos maestros y clases más numerosas. Estos factores también son grandes contribuyentes a la desigualdad educativa.
El proceso de admisión a la universidad de Estados Unidos es notoriamente opaco. Para las universidades selectivas (aquellas que admiten menos del 50% de los solicitantes), la mayoría de los estudiantes aún reportan puntajes de exámenes estandarizados: las políticas de “pruebas opcionales” podrían ser, por lo tanto, un nombre inapropiado. Otros aspectos de las solicitudes, incluidos los ensayos y la consideración de actividades extracurriculares, crean aún más potencial para el sesgo. Si se toman en serio mejorar el acceso para aquellos que han sido excluidos durante mucho tiempo, las universidades deberán hacer más que lograr que la presentación de los puntajes SAT y ACT sea voluntaria. Hasta entonces, los estudiantes más ricos seguirán teniendo la ventaja.
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