Aviones privados. Un accidente le cambió la vida y arrancó un negocio inédito en el país
El 15 de octubre de 2018 el piloto y empresario Sebastián Chicou volvía en helicóptero desde Tandil a Buenos Aires con su mujer y sus dos hijas cuando chocó con cables de alta tensión y se estrelló contra una laguna. El accidente fue a la vera de la ruta 3, por donde justo pasaban un rescatista de la Armada argentina y un grupo de mujeres médicas que vieron la secuencia y corrieron a asistirlos.
"Fue un milagro", dice Chicou de la forma en la que fueron rescatados y la fortuna de haberse salvado los cuatro. "Yo me estaba muriendo, tirado en la banquina, y me vino la pregunta de qué más podría haber hecho de mi vida para con los demás, para con la industria, para el laburo", relata en diálogo con LA NACION.
Chicou tiene 46 años y una larga historia de emprendedurismo en el sector de la aviación, pero solo después del accidente se animó a "salir de la zona de confort" y lanzar Jetsbooking, una plataforma en la que busca poner a disposición asientos ociosos en vuelos privados y contribuir a "democratizar" un ambiente históricamente muy selecto.
La plataforma pone en contacto a las empresas de aviación ejecutiva con agencias de turismo que pueden reservar asientos más baratos porque, de algún modo, ya están amortizados. "Cuando los Tinellis de este mundo alquilan un avión, pagan ida y vuelta aunque usen un solo tramo. Entonces, cuando vuelven vacíos nosotros agarramos ese inventario ya pago y lo ponemos a disposición", explica.
En números: el alquiler de un avión de ocho plazas para ir a Bariloche cuesta alrededor de US$16.000 y hay personas que pueden pagarlo y no tienen interés en compartirlo. Jetsbooking toma las ocho butacas del "vuelo de desperdicio" y las ofrece a US$150 o US$200 cada una, que no queda tan lejos de una tarifa de primera clase en las aerolíneas comerciales. "El desafío es hacer más eficiente la industria. Hoy el 40% de los vuelos en jets privados tienen tramos vacíos", agrega Chicou, que es CEO del holding Blue Diamond, que agrupa a todas sus unidades de negocio.
Actualmente la plataforma tiene registradas 2000 empresas de aviación ejecutiva -"debidamente habilitadas para el traslado de pasajeros, no particulares", aclara- en 110 países, que suman una flota de alrededor de 9000 aeronaves. Según detalla Chicou, la próxima fase del proyecto implica que puedan acceder a esos asientos directamente las personas, sin la mediación de las agencias, encontrando la oferta en los grandes sitios de reservas turísticas.
Además, a partir de la experiencia del accidente Chicou decidió que sus proyectos deberían respetar desde la génesis dos pilares: la responsabilidad social y la sustentabilidad. Por eso la empresa -que está basada en Estados Unidos, aunque tiene su pata de desarrollo tecnológico en la Argentina- le solicita a los dueños de los aviones que pongan el 20% de sus asientos vacíos a disposición de ONGs que necesiten hacer traslados y que compensen la huella de carbono, algo que no se exige en la aviación ejecutiva.
La plataforma se inició con una inversión inicial de US$1,7 millones y está cerrando ahora su segunda ronda de inversión, en la que recaudó US$6,7 millones adicionales. Para Chicou, la pandemia le presenta una oportunidad a la aviación ejecutiva, que -para cierto segmento de altos ingresos- aparece como alternativa en un escenario de vuelos comerciales restringidos y aerolíneas que se achican. De hecho, cuenta que en el último tiempo vienen realizando alrededor de dos vuelos privados por mes entre Miami y Buenos Aires, que llenan vendiendo butaca por butaca con una tarifa promedio de US$3500.
De Florida a Miami
Aunque en su familia no hay historial de pasión por la aviación, a los tres años Chicou ya pedía aviones para armar de regalo de Navidad y supo desde muy chico que su vocación era ser piloto. "Yo vengo de una familia de clase media ajustada, de Florida, y mi viejo me pudo pagar el vuelo de bautismo y nada más. Yo empecé a trabajar a los 14 años como cadete de contador y fui desarrollando habilidades comerciales para juntar dinero y pagarme las horas de vuelo", cuenta.
Su sueño era ser piloto de Aerolíneas Argentinas, y lo fue, pero también generó una serie de emprendimientos propios que todavía hoy se mantienen en pie. En 2002 creó Patagonia Chopper, que si bien no funcionó tal como la había pensado originalmente, con vuelos turísticos sobre el cerro Chapelco, lleva 18 años paseando turistas extranjeros por los cielos de la ciudad de Buenos Aires, estancias bonaerenses, canchas de polo, cataratas.
Con las aeronaves que compró a medida que ese negocio crecía -que hoy son nueve, entre helicópteros y jets- creó un segundo emprendimiento: Ventus Flights, con el que desplegó la opción de la propiedad compartida. Les ofrece a las personas comprar parte de un avión, que puedan utilizarlo cuando lo necesiten, y disponer él del tiempo ocioso de la aeronave para pasear turistas.
"A mí siempre me gustó buscar océanos azules" dice Chicou, que el mes que viene se muda con su familia a Miami porque desde el día del accidente ninguna apuesta nueva lo asusta. "Siempre pienso cómo hacer algo creativo -agrega-, porque yo no inventé ni el helicóptero ni el avión, pero sí puedo darle otros usos. Puedo organizar lo que estaba de otra manera".
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