Marta Minujín: “Yo digo ‘arte, arte, arte’; es como un grito de guerra, una guerra de otro planeta”
La artista dialogó con LA NACION durante un encuentro sobre innovación; habló sobre su nueva obra -el Big Ben acostado- y sobre el trabajo, la familia, la vida y la muerte
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Los segundos cuentan en la agenda de Marta Minujín, ícono internacional del arte de vanguardia. Explosiva y vital, no tiene tiempo para perder. La artista, que inauguró su nueva obra días atrás a 11.176 kilómetros de distancia, dialogó por videoconferencia con LA NACION durante el encuentro sobre Innovación, en el que ejecutivos de empresas, emprendedores y otros referentes sociales compartieron sus experiencias y sus visiones sobre la manera de reinventarse y de reinventar los negocios.
La nueva obra de Minujín es un Big Ben acostado y se presentó en el Manchester International Festival. Es parte de la serie de la artista llamada “La caída de los Mitos Universales”.
-Estás por inaugurar esta obra emblemática. ¿De qué se trata?
-Tiene la medida exacta de la parte de arriba del Big Ben que mide 42 metros. Está acostado, hecho con estructura de hierro, tejido metálico donde van adosados 20.000 libros políticos del siglo XVIII, XIX y XX que fueron seleccionados por cinco grupos de personas, todas de ultra vanguardia y de defensa del planeta. Lo interesante de Manchester es que está la Universidad de la democracia. El Big Ben entra en lo que vengo haciendo hace 20 o 30 años, que es acostar los mitos universales, alterando las leyes de gravedad. Cambian en el espacio porque entramos en el tercer milenio y no podemos seguir con los mismos mitos universales. Si uno va a París, deberíamos ver a la Torre Eiffel inclinada o, al menos, moviéndose. Tenemos un pensamiento multidireccional y, al mismo tiempo, estamos sorprendidos por todos los fenómenos que nos lanza el planeta, como es esta pandemia brutal global. Son obras de arte imposible, porque duran como máximo tres meses y después desaparecen y quedan en la memoria, como el Partenón que hice en Buenos Aires, que duró cinco días y todo el mundo lo recordó, o el Obelisco acostado en la Bienal de San Pablo.
-¿Qué implica la réplica del principal símbolo de Londres de 42 metros de largo cubierto por 20.000 ejemplares?
-La gente puede entrar, en grupos de a seis, caminar y en el fondo ver la película de 2 minutos, donde el Big Ben se levanta de Londres, vuela por el espacio, aterriza en Manchester y el público se lleva los libros. Siempre hago cosas para involucrar a la gente en la última etapa de mi obra, como fue el caso del Partenón de Documenta en Kassel, Alemania, donde había 70.000 libros prohibidos de todas las épocas y partes del mundo. Es un arte imposible, porque realmente no sé cómo lo hago. Es un milagro. Por ejemplo, la Estatua de la Libertad acostada fue mi primer proyecto, pero nunca lo pude hacer porque no me dieron permiso en el Central Park, aunque creo que la voy a hacer en dos años. Estos proyectos que pensé hace 30 años de milagro se van haciendo, porque hay gente entusiasta a la que le gusta la idea y me financian la obra. Ahora tenía financiado el viaje y el hotel, pero no puedo ir porque la pandemia frenó todo.
-¿Cómo es este arte con tecnología, distancia y con la complejidad que supone crear desde la Argentina para Manchester?
-Es la primera vez que hago algo así. Desde diciembre estoy trabajando con 20 personas distintas con las que hablo todos los días. Es muy desgastante. Termino el día con palpitaciones y agotada. En cambio, antes, mi vitalidad los contagiaba y hacía todo en cinco minutos. Ahora tardé cinco meses.
-Habitualmente se habla mucho del ego del artista, sin embargo, sos el antiego porque hacés que tu obra desaparezca…
-Desaparece por completo. Inventé este método de hacer cosas muy pesadas pero livianas a la vez, ya que uso una estructura que después se desarma. Cuesta mucho menos que hacerlo para siempre y al mismo tiempo queda en la memoria.
-¿Cómo es ese momento eureka? ¿Cómo surgen las ideas?
-Todo el tiempo. Creo en la espontaneidad y que hay gente que coincide con mi pensamiento y por eso me llaman y financian las obras.
-Tenés un costado menos conocido, que es tu familia, tu hijo presidente de un banco internacional y tu nieto que creó Convidarte. ¿Cómo es una artista de tu tamaño en una familia que pareciera más funcional?
-Creo que se han acostumbrado. Desde que nacieron, ya me vieron así. Mi nieto Salvador también hizo la música de la película de esta obra. Siempre separé las cosas. Cuando volví de vivir en París y en Estados Unidos, me di cuenta que los argentinos somos personas fragmentadas. Venía de los Estados Unidos donde el presidente y el ministro de economía duran cuatro años y acá han durado, a veces, días o semanas. Por eso, estamos todos fragmentados sin saber cómo va nuestro futuro. Inventé las caras cortadas en el Mural de Ezeiza. Creo que uno se manifiesta de una forma con su familia, de otra con su trabajo y con sus amigos. Nos vemos obligados a ser diferentes.
-Y cuando hablamos de tus obras, además del Big Ben, hay otras recientes, como Implosión...
-Toda la vida utilicé los colchones, porque pienso que el 50% de la vida la pasamos en distintos colchones. Tienen vida propia. Al acostarlos, podemos entrar en una ensoñación restauradora. Paré de hacerlos durante 40 años y ahora los retomé. En Implosión hay una obra gigantesca con 56 colchones y un cubo donde la gente se mete y puede bailar adentro. Seis proyectores muestran las rayas de los colchones con música y se vive en arte. Yo digo ‘arte, arte, arte’ porque es como un grito de guerra. Pero es una guerra metafísica y de otro planeta. Creo que soy de otro planeta y que estoy acá en la tierra por un tiempo. Tengo mi propio planeta con todo diferente.
-También canalizaste el arte a través de Pandemia. ¿Cómo surgió?
-El año pasado, cuando empezó el encierro más brutal, me pareció una cosa negra y nebulosa. Fui todos los días a mi taller e hice un collage pegando tirita tras tirita. Esa obra está ahora en el Museo Nacional de Bellas Artes y simboliza a todos nosotros siendo manejados por las noticias y por lo externo, donde la individualidad de cada persona es difícil de mantener, ya que está todo unificado. Ahora empecé Vacunación Global, que es toda azul índigo. Necesito en algún momento de mi vida aterrizar y, cuando lo hago, trabajo en estos cuadros. Si no estoy volando todo el día.
-¿El concepto de grieta te llevó a interpretarlo en el arte o tenés algún proyecto al respecto?
-No, porque la grieta para mí no existe. Creo en la confusión: muchas personas se pierden en ideas porque tienen que ocupar su existencia en algo. No hay un sentido de la individualidad de ser distinto. Para serlo, hay que ser muy fuerte. Creo en la meritocracia y en el esfuerzo.
-La innovación, que es parte de tu ADN, a veces es un poco ingrata...
-No, la innovación es ser como sos. Yo tengo un don en el arte. La mente humana es fantástica e infinita. La perseverancia es fundamental. El que innova nunca debe dejar de hacerlo.
-¿Qué valor le das a la vida y a la muerte?
-Creo en la vía láctea. Creo que después uno se puede convertir en un polvo de estrellas. Me da lo mismo. Me encantaría morir dentro de mi propia obra, haciendo una de estas obras y que me agarre un ataque al corazón. La existencia en el mundo del arte es muy fantástica. Si hubiera más artistas en el mundo, éste sería mejor.
-¿Qué legado querés dejar como artista?
- Mi legado es pensar que el arte lo puede todo. Nada es imposible si así lo deseás. La tecnología puede ir mucho más lejos. El mundo a partir de este milenio cambia cada vez más rápido, pero siempre para bien.
-¿Qué es el futuro para vos?
-Hoy.
10 definiciones de Marta Minujín
- El mío es un arte imposible, porque realmente no sé cómo lo hago.
- Los argentinos somos personas fragmentadas: estamos todos fragmentados sin saber cómo va nuestro futuro.
- Toda la vida utilicé los colchones, porque pienso que el 50% de la vida la pasamos en distintos colchones.
- Creo que soy de otro planeta y que estoy acá en la tierra por un tiempo. Tengo mi propio planeta con todo diferente.
- La grieta para mí no existe. Creo en la confusión: muchas personas se pierden en ideas porque tienen que ocupar su existencia en algo.
- Creo en la vía láctea. Creo que después uno se puede convertir en un polvo de estrellas.
- Mi legado es pensar que el arte lo puede todo.
- El mundo a partir de este milenio cambia cada vez más rápido, pero siempre para bien.
- La innovación es ser como sos.
- El año pasado, cuando empezó el encierro más brutal, me pareció una cosa negra y nebulosa
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