De “aprender liviano” a la “terapia de abrazos”: las claves de la economía del cambio
La velocidad y adaptación de las nuevas tecnologías son aspectos cruciales para comprender su alcance en la productividad y la transformación de los mercados laborales
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“¿Qué tiene que ver la caída del Imperio Romano con una dinámica de montaña rusa y con la inteligencia artificial generativa (ChatGPT)?”, disparó como puntapié inicial el economista y periodista Sebastián Campanario en su presentación durante el noveno capítulo de Innovación, organizada por LA NACION. Es que, a primera vista, todo parece ocurrir despacio, pero “luego todo sucede vertiginosamente”, explicó.
“Hoy por hoy, todos estamos enchastrados en la inteligencia artificial generativa”, aludió Campanario, refiriéndose a la metáfora del “Efecto Ketchup”, cuando parece que no hay nada en el envase, y uno empieza a pegarle, y de repente sale todo junto.
El economista mencionó que ya la mitad de los profesionales en Estados Unidos usan ChatGPT en su trabajo, aunque el 70% no se lo quiere contar a su jefe, por miedo “a ser reemplazados por esta tecnología”.
En tanto, Goldman Sachs calculó un impacto de esta tecnología en el PBI mundial del 7% como ganancia de productividad. McKinsey la estimó entre un US$2,6 y un US$4,4 billones. “Estamos hablando de algo que excede al PBI de muchos países del mundo”, describió el economista, que a su vez aclaró que es difícil de medir, ya que es intangible.
Respecto de la adopción de esta tecnología en relación al tiempo que puede llevar, se habla de una curva en J. “Primero hay un período de adaptación, luego un crecimiento más vertical”, graficó. Sin embargo, hay opiniones más cautas, como la de Paul Krugman, quien se refiere a 5 a 10 años.
“Creo que el péndulo de hoy está corrido hacia el tecno optimismo”, señaló Campanario, y mencionó que muchos economistas establecen que esta curva J va a tener una parte horizontal mucho más corta, y que va a suceder todo mucho más rápido.
Hoy, con esta tecnología estamos viviendo algo que nunca pasó, porque “estamos viviendo un futuro en tiempo real”, a diferencia de lo que ocurrió, por ejemplo, con el metaverso o los NFT. El economista explicó que cuando Open AI lanzó ChatGPT en diciembre del año pasado, se convirtió en el producto/servicio más exitoso “de la historia del capitalismo”, con 100 millones de unidades vendidas en dos meses.
Otra discusión entre economistas es el efecto que esto tendrá en los mercados laborales. “Siempre que hay una gran disrupción, hay una tendencia al pesimismo, como por ejemplo cuando la revista Time tituló ‘El fin de la inteligencia humana’ cuando el ajedrecista y campeón mundial Garry Kasparov perdió contra la computadora de IBM, y se habló del fin de muchos trabajos”, recordó Campanario, quien aclaró: “Pero esto no sucedió”.
Esto se debe a que nos cuesta imaginar cuáles serán las nuevas profesiones o disciplinas, pero en cambio es más fácil ver a quiénes les afecta. Sin embargo, hay que tener en cuenta que “el 60% de las especialidades actuales no existían hace 80 años”.
Y continuó: “Hoy hay mucha discusión de futuros de largo plazo, o de muy corto plazo, pero el gran desafío de las empresas es enriquecer la discusión sobre un futuro a mediano plazo, que es el futuro accionable, es decir, qué puede pasar en 2028 o 2030″. Para ello, indicó que es importante “no moverse por espasmo”, sino que uno tiene que pensar que la nueva tecnología sea relevante y sea útil para el sector o marca particular que lo va a utilizar.
Como estrategia, Campanario señaló: “Aprender liviano, es decir, uno no tiene que volverse un súper experto en este tema, pero tampoco “tiene que decir que es un desastre”, y también señaló que hay que “empezar a jugar con esta tecnología” y volverse “un amateur experto”. Por último, sugirió que hay que aplicar una “terapia de abrazos” a estas tecnologías: aprovecharlas muy bien y también no dejarlas sueltas.