La compañía de figuritas supo brillar en la década de los 80 y los 90; ahora, los herederos de la marca retoman el legado que dejó su padre para continuarlo en el metaverso; buscan que los tokens no fungibles sean accesibles para todos
- 6 minutos de lectura'
En los años 80 los patios de recreo se llenaban de chicos intercambiando figuritas repetidas, en búsqueda de la “difícil”, para poder completar el álbum entero. Las de Frutillitas que venían con aroma, las de los Super Amigos y hasta los Madballs. De esas imágenes se aferran los herederos de Cromy, la empresa de figuritas y coleccionables más importante de América Latina en los años 80 y 90, para volver a lanzar el negocio familiar de la mano de la tecnología blockchain.
“Para mí es la continuidad y evolución de que lo supo ser Cromy en los años 80 y 90, pero es un proyecto independiente. Lo que creó mi padre estaba dedicado exclusivamente al mundo físico. Nosotros evolucionamos la visión que él tenía, con el slogan de ‘Llevar felicidad a las familias’, para continuar con esa búsqueda desde lo lúdico, educativo y de generación de contenidos a partir de la tecnología”, sostuvo Andrés Stanislavsky, quien junto a su hermano mellizo Tomás están próximos a lanzar Cromy.io.
Los orígenes de la compañía: su auge y transformación
La historia de Cromy nace en 1982. Tras haberse formado en la empresa familiar de golosinas Stani, Eduardo Stanislavsky decidió abrirse camino para crear su propia agencia de publicidad, dedicándose de lleno al mundo de las figuritas. En cuestión de un par de años el negocio ganó terreno y logró conquistar a cinco mercados de la región. En total, en sus épocas de gloria lanzó al mercado 169 juegos de cartas, 69 álbumes de figuritas y más de 100 coleccionables en formatos como rompecabezas, juguetes, stickers y ‘Posterribles’.
Es más, solo en la Argentina llegó a vender más de 50 millones de paquetes de figuritas y contó con más de 120.000 socios en el Cromy Club. A través del juego y la colección, Stanislavsky marcó la infancia de una generación entera. Hasta que a finales de los años 90, por problemas de la Argentina y de la compañía, la suerte de la firma se dio vuelta.
“Mi padre falleció hace 13 años, por eso retomar el negocio para nosotros significaba un montón de cosas. Tengo 30 años, con mi hermano vivimos muy poco de Cromy cuando éramos chicos, las figuritas se dejaron de comercializar en 1997. Nos costó retomarlo porque simbólicamente Cromy, más allá de la historia en sí, nos significa mucho familiarmente. Ahora la blockchain nos permite inmortalizar el legado que construyó mi papá, independientemente de nosotros”, se sinceró Andrés Stanislavsky, en diálogo con LA NACION.
Cuarenta años después, la reversión de Cromy llega en forma de token no fungible, más conocidos como NFTs (por sus siglas en inglés). Estos activos digitales son piezas coleccionables, con una lógica similar al que tienen las obras de arte, los discos de vinilo y, por supuesto, las figuritas. ¿La diferencia? Existen en el mundo virtual.
Los NFTs empezaron a ser furor entre 2020 y 2021, a medida que las criptomonedas dejaron de ser vistas como un activo inaccesible y empezó a formar parte de la billetera de la población. Uno de los casos más emblemáticos se dio en enero 2021, cuando la obra de arte The First 5000 Days de Mike Winkelmann se subastó por más de US$69 millones.
Sin embargo, para Stanislavsky, la industria de los tokens no fungibles tiene un gran problema. Así como su adopción se fue consolidando, también se crearon muchos activos sin un “fundamento” detrás. Según el mercado de criptodivisas Open Sea, más del 80% de los NFTs creados de forma gratuita en la plataforma fueron obras plagiadas, colecciones falsas o spam.
However, we've recently seen misuse of this feature increase exponentially.
— OpenSea (@opensea) January 27, 2022
Over 80% of the items created with this tool were plagiarized works, fake collections, and spam.
“Se generaron un montón de NFTs sin utilidad, que tuvieron un valor meramente especulativo o de generar contenido per se, cuando la tecnología detrás es muy buena. Por eso, decidimos traer al mercado dos nuevos conceptos que rompan con eso. El de la gamificación, la teoría del juego aplicado a las experiencias; y el de armar colecciones enteras, que le den un sentido al construir una historia, y dejar de consumir algo estático. Para perdurar en el tiempo, los proyectos deben realmente aportar un valor distintivo”, indicó su creador.
Cromy.io: figuritas virtuales, juegos y premios reales
La propuesta de valor de Cromy.io, que saldrá a mediados de este año, lanzará diferentes colecciones de tokens no fungibles mediante la dinámica Collect&Play-to-earn (coleccioná, jugá y ganá). Los usuarios podrán acceder a diferentes colecciones, desbloquear recompensas tanto digitales como físicas a medida que se lleguen a ciertos objetivos, y participar por el “gran premio” en caso de completar la colección entera. Algo así como un mini-juegos dentro de los NFTs.
“Este año sale un álbum entero, que tendrá como protagonista a un cromynauta. Es un viajero temporal que trae elementos históricos de los años 80, pero con una impronta actualizada; y viaja al futuro para traerlos a la actualidad. El viajero es un puente entre los dos mundos y la colección se dividirá en dos: génesis y evolution”, adelantó Stanislavsky.
Además de las producciones propias, Cromy.io también se encuentra trabajando en crear contenido para otras marcas. En la plataforma no solo habrá figuritas coleccionables, sino otros juegos históricos de la marca: rompecabezas que se completan a medida que se vayan encontrando las piezas; murales digitales que se podrán ir explorando con videos ocultos en sus detalles; comics donde se van adquiriendo las viñetas aleatoriamente y cambia la historia; entre otras propuestas.
El objetivo del proyecto es democratizar el acceso a los NFTs y hacerlo más accesibles al público, mediante su plataforma Cromyverse, un multiverso descentralizado que se conectará con otros metaversos y marketplaces. En base a esa primicia, si bien los precios de cada colección variarán, los hermanos Stanislavsky calcularon un valor promedio de US$25 el paquete de cinco figuritas (unos $4700, al dólar cripto). En un futuro, esperan poder cobrar un dólar por figurita.
“Para nosotros recuperamos de Cromy ese patrimonio histórico, el legado cultural que dejó mi padre, pero venimos a proponer una evolución en el mundo de los cripto-coleccionables. Mi papá en los años 80 creó un sentido de pertenencia, sus fanáticos le permitieron dar el empuje, la comunidad fue lo que más fuerte tuvo. Por eso hoy apuntamos a ser un puente entre las nuevas generaciones y aquellas madres y padres que coleccionaron Cromy en su infancia”, cerró Stanislavsky, quien lidera el proyecto junto a su hermano, el especialista en blockchain Brian Sztamfater y el abogado especialista en blockchain y finanzas Agustín Weyland.
Otras noticias de Comunidad de Negocios
- 1
Lucy Kueng: “La innovación necesita audacia y pensamiento de segunda orden”
- 2
Hiperconectividad: el trabajo híbrido dispara el “estrés tecnológico”
- 3
De Apple a Starbucks: los sueños de las empresas occidentales en China se están desvaneciendo
- 4
Don Draper en problemas: la inteligencia artificial golpea las puertas de la publicidad