La exitosa productora de espectáculos ahora avanza con su proyecto, Otro Mundo, un semillero de nuevos artistas y destaca la importancia de tener el foco puesto en el trabajo y del aprendizaje constante en todos los campos
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Hay pocas personas en el mundo del entretenimiento argentino que hayan logrado el nivel de éxito de Cris Morena. Chiquititas, Floricienta, Casi Ángeles y muchas otras producciones fueron el semillero de una camada entera de artistas que hoy copan escenarios, pantallas y listas de reproducción.
María Cristina De Giácomi, su nombre de origen, condujo espectáculos que se transformaron en 14 formatos en más de 40 países, 73 álbumes musicales con 14 millones de copias vendidas y 9 millones de espectadores.
Durante el cuarto capítulo de Management 2030, organizado por LA NACION, Morena tuvo un mano a mano con José Del Rio, secretario general de Redacción del diario. En una conversación profunda, desentrañaron algunos de los factores que le permitieron guiar a tantos niños y adolescentes a encontrar su talento y destacarse.
Actualmente, la productora argentina se encuentra liderando el proyecto Otro Mundo, definido como un espacio de aprendizaje y un semillero de talentos.
-Las letras de tus canciones tienen que ver con innovar y con talento, que es tu otro costado. ¿Cómo conviven dentro de tu cabeza?
-No tengo solamente dos cosas en la cabeza, tengo un lio de cosas en la cabeza. Tuve etapas donde estaba con personalidades escindidas. No sabía si era Cristina Yankelevich, María Cristina de Giácomi o Cris Morena. Ahora me río, pero lo sufrí mucho.
-En momento dijiste “yo apago mi cámara”. ¿Cómo fue ese momento?
-Para entenderme ahora, quiero decir que todo tuvo que ver, para que todo llegará. Yo miro para atrás y digo “claro, tuvo que pasar esto y esto para llegar hoy a Otro Mundo”. Y mañana no sé, tal vez tuve que hacer Otro Mundo para llegar a otros mundo. Nunca imaginé que mi vida seria en otro lado que en el servicio. La vida me llevo a empezar a trabajar en televisión por un tema de trabajo de Gustavo. Me llamaron para hacer una presentación en una novela y nunca más me dejaron de llamar. Mi vida es un renacer permanente, morir en algunas cosas -lo digo como algo bueno- y renacer. Ser artista es una infinidad de cosas. Podes ser muchas cosas: productor, cámara, director, tenés millones de facetas. Pero también podes ser médico artista, un abogado artista. El actor, el artista, no es solamente el que se sube al escenario. Es el que toma las riendas de su propia vida.
-Jugate conmigo nos trae muchísimos recuerdos porque hubo una cuestión de entender por primera vez el vocabulario de nuevas generaciones
-Fue una manera de conducir totalmente diferente a todo lo que existía en la televisión y, además, yo no me daba cuenta -después con el tiempo alguien me dijo que fui la primera youtuber- que claro, yo trabajaba para la tribuna, para mí la tribuna era mi mundo y habían millones de personas del otro lado de la pantalla, pero mi mundo era esa tribuna. Aprendí a leer los labios gracias a eso porque era tanta la gente que iba, 2500 personas aproximadamente, que no llegará a escuchar lo que me decían.
-Hoy hablamos mucho de talento y las nuevas generaciones. ¿Cuánto compromiso se necesita para la industria creativa?
-Total. Absoluto y total. Pasión, compromiso y perseverancia. Yo no creo en el talento per sé. Creo que si vamos a la definición del talento es una condición natural que tiene alguien de algo especial que otros no tienen. El diccionario dice eso.
-Vos no te guiás mucho por los diccionarios, igualmente. Te guiás por tu propio diccionario.
-Lo busqué para contártelo. Yo creo que el talento también se genera con mucha pasión. Creo mucho en el porciento enorme de perseverancia y de voluntad, que no todos tenemos. Creo que todos tenemos dones hasta el que menos parece es porque no los ha descubierto. Hay que tratar de conocerte a vos mismo y cómo compartir esos dones con los demás. Pero no todos tenemos la misma voluntad y ahí es donde el talento se quiebra.
-El talento sin constancia, ¿es talento?
-Sí, es talento, pero en este mundo en el que estamos no se logra apreciar. Sin constancia no pasa nada. En Otro Mundo, son 700 apasionados que se quedan muchas más horas de las que se tienen que quedar. A veces no sabemos cómo decirle “chicos, ya está”. Se gestan proyectos creativos increíbles.
-Pasaron muchos años de otra entrevista que tuvimos en Management 2030 con vos, que interpelaste a todos los que estaban en la mesa diciendo que se necesita otro tipo de educación, un lugar donde en vez de hablar de docentes, se hable de guías. Un ecosistema que sea visualmente distinto y años después, surgió Otro Mundo que tiene que ver justamente con esto que planteaste
-En realidad, en todas las series o las novelas que hice yo planteaba mundos diferentes. Trataba de contar a través de las series cuál era mi sentir sobre un montón de cosas que tenían que ver con el mundo que estaban viviendo los chicos en ese momento. En Casi ángeles fue tremendo, distópico. Seguro ese día debo haber dicho alguna barbaridad y estoy segura de que hoy la sigo manteniendo.
-La llevás adelante en Martínez...
-Sí, creo que tenemos un desafío gigantesco, el mundo entero y por supuesto la Argentina muchísimo más con la educación. Siento que las palabras hablan por nosotros. Con Otro Mundo cambiamos las palabras. En nuestro primer encuentro de grupo, pusimos un papel gigantesco en la pared y empezamos a escribir. En vez de clase va a ser un encuentro. La palabra educación no la usamos porque todos los seres humanos, desde que nacemos hasta el último día de nuestras vidas, aprendemos. La educación lamentablemente viene atrasada 200 años porque sino, hoy la palabra educación sería como la gloria.
-¿Cuán grato o cuán ingrato es crear talento? Cuando un talento vuela, ¿Cuánto hay que esperar de esos talentos que sembrás?
-No veo la ingratitud. No hay que esperar nada. Me encantaría llamarla a Lali (Espósito) y decirle que venga, pero sé que está ocupadísima. Sin embargo, me produce un placer enorme lo que le ha sucedido. Nunca tuve una castinera. Hoy sí, porque tengo 700 chicos que me los piden de todos lados porque hace años que no se formaba un semillero de artistas. No me voy a transformar en la guía personalizada de un talento que va a triunfar en Hollywood. Lo que quiero es que triunfe y que me invite para cuando reciba el Óscar.
-Hay un proyecto que emociona por su génesis y por que puede ver y vibrar: Almas. ¿Qué significa este proyecto?
-Almas es un proyecto que generamos a partir de este año porque el año pasado empezamos y nos parecía que teníamos que estar muy fuertes y muy sólidos para generar un proyecto de la envergadura de Almas, que se trata de chicos con otras capacidades, diferentes. Carmen, mi amiga, tuvo una chiquita discapacitada que falleció en un accidente y compartimos ese dolor. Está yendo increíble. Los chicos son maravillosos. Los elegimos, mandan sus videos. Es un lugar de contención, de mucho afecto, de mucha libertad.
-¿Se nace con talento o se puede desarrollar a lo largo de la vida?
-Todos nacemos con talento, todos nacemos con dones. El tema es que a veces no los descubrimos en toda una vida. Tenemos que volver a venir, para aprender. A veces no los conocemos, no nos damos cuenta de que tenemos algo adentro porque lo está tapando algo más negativo, o no nos damos cuenta que estamos muy distraídos con todo lo que pasa y una de las cosas que yo aprendí, sobre todo después de lo de Ro, es a estar atenta a lo que sucede en el universo, muy conectada con lo que a mí me importa. Lo que a mi me importa es la libertad, el amor, el servicio y a estar atenta a lo que le pasa a los que están conmigo. Somos lo que soñamos, lo que no le pongo energía, en mi caso, por ejemplo, a los números, se lo tiene que poner otro.
-De tus trabajos anteriores, ¿Hay alguno al que le tengas un cariño particular?
-Les tengo un cariño impresionante a todos porque nunca trabajé por encargo. Fueron todos trabajos generados por mí y por un equipo. Los amo a todos. Chiquititas fue maravilloso porque, además, Romina era la protagonista. Yo ya me había bajado de la cámara, estaba en la producción. No seguí más después de Jugáte conmigo. Pensé que se terminaba mi vida y lo que viene después, pero fue una decisión clara y concreta. Todo el mundo de alrededor de la actuación me dispersa la energía. Me dispersa ir a un Martín Fierro. No me gustan las fiestas. Va, tengo que dedicar demasiada energía y me quedo agotada. No puedo estar en lugares donde yo no pueda fluir, donde me tengo que cuidar en lo que tengo que decir. Donde no puedo ser yo.
-Chiquititas también fue disruptivo en materia de teatro...
-Arrancamos con el Rex hace 25 años. Le planteaba a los ingenieros “quiero que venga el avión por acá, quiero que baje el globo por allá”. Los ingenieros también son artistas. Ellos me decían que se podía. Los del teatro y los que me rodeaban pensaban que estaba loca. En Floricienta, el telón de boca era enorme. Con imanes, uno al lado del otro, logramos que el telón se fuera para atrás. Inventaron un circuito de ventiladores gigantescos que chupaban el telón cuando ella [Isabel Macedo interpretando a Delfina] hablaba. No nos falló nunca. Nos falló todo el tiempo en los ensayos. El día antes de debutar, me dijeron que tardaban tres horas para armarlo y yo no podía porque entraba la gente de la otra función. Entonces les dije: “Chicos, en media hora lo tenemos que tener listo”. Por supuesto que lo lograron.
-Ponele un título a tu entrevista.
-Yo las cosas las pienso mucho tiempo. Pondría lo que me está pasando: “Estoy feliz”.
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