Crearon una academia que promete bajar el porcentaje de fracaso de los emprendimientos
Tomás Volonté y Damián Sánchez idearon una escuela para emprendedores; los proyectos que trabajan
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No todos los emprendimientos arrancan con el pie derecho. Según datos de mercado, el 80% de los proyectos no logra generar ventas en los primeros seis meses, el 50% cierra antes de cumplido el año y el 90% desaparece al cabo de tres. Tomás Volonté y Damián Sánchez lo vivieron en carne propia, más de una vez. Y ante la búsqueda de una idea prometedora, fueron por una iniciativa aún más ambiciosa: bajar el ratio de fracaso de estas empresas, primero mediante la consultoría y luego a través de la educación.
Amigos desde el colegio secundario, ambos licenciados en Administración de empresas, Volonté y Sánchez forman parte de la generación sub30 de emprendedores. Volonté, hijo de un excombatiente de Malvinas, comenzó con la venta de videojuegos pirata a sus compañeros en los recreos, a lo que luego le siguió una hamburguesería y una tienda online de comics. Por su parte, Sánchez tuvo su primer contacto con la tecnología a los tres años, cuando cambiaba chips de celulares con su padre, concretó su primera apuesta con la venta de cupcakes elaborados por su madre y luego fundó una marca de indumentaria que compitió con Elephant.
Años más tarde, de vacaciones con amigos en Río de Janeiro, plantaron la semilla de su primer proyecto conjunto. “Teníamos alrededor de 22 años. Estábamos en el medio de la playa, nos quedamos sin hielo para la bebida y la tienda más cercana estaba a 10 cuadras. Ahí entonces pensamos en la utilidad de un servicio de delivery en la playa y la idea nos tuvo enganchados durante los 18 días de la estadía”, señaló Volonté a LA NACION.
De regreso en Buenos Aires, los jóvenes no podían despegarse del proyecto. Empezaron a juntarse para materializarlo y renunciaron a sus trabajos. Sin embargo, un mes después lo descartaron porque consideraron que no tenían las posibilidades económicas necesarias para lanzarlo.
Ante este escenario, poco antes del inicio de la pandemia y junto con otro amigo -Alejo Scotti- se embarcaron en un viaje a Valencia a probar suerte. “En ese entonces pensamos: si no tenemos ninguna buena idea, pero sabemos emprender y ya lo hicimos varias veces, por qué no podemos ser quienes le den vida a las buenas ideas de los demás. Así surgió la primera versión de Novolabs, a finales de 2019″, explicó Volonté. Posicionada como una agencia de desarrollo de software, la firma brindaba servicios de consultoría a emprendedores en fases muy tempranas: los ayudaban a validar el modelo de negocio, a desarrollar la primera versión de la aplicación y a lanzarla al mercado.
De acuerdo con Volonté, los primeros tiempos no fueron fáciles. Llegaron a trabajar, en forma alternada, como repartidores en Uber Eats para poder sostenerse. En 2022 dieron con el primer contrato de envergadura, luego otro, y así pasaron a tener una empresa que daba empleo a 35 personas.
No obstante, un año después, el negocio les plantearía un nuevo giro. Tras el boom de las inversiones en startups registrado desde 2016, el mercado cayó fuertemente, lo que dio lugar al denominado “invierno de las startups”. “Nuestro cliente era el emprendedor que se jugaba sus ahorros o la poca plata que había recibido de un banco o de un inversor ángel. Por lo tanto, en la medida en que las inversiones funcionan en efecto cascada y que los grandes fondos cortaron las inyecciones, el emprendedor ya no podía contratarnos. Nuestros servicios arrancaban en US$30.000″, explicó Volonté.
A su vez, precisó: “Si bien el negocio iba bien y las personas nos recomendaban, veíamos un escenario negro en términos de ventas. El histórico de los cinco meses marcaba que no crecíamos ni tampoco decrecíamos: trabajábamos para pagar sueldos. Les propuse entonces retirarnos a tiempo y no esperar al final del abismo. Fue un momento durísimo”.
A la fecha, Novolabs había colaborado con el lanzamiento de 58 startups -la mayoría en España, pero también en México, la Argentina, Chile y Paraguay-. En los últimos 12 meses, con corte a julio de 2023, había facturado más de US$1.500.000.
Reconfiguración del negocio
El cierre de esta etapa marcó el inicio de una nueva. Mientras que Scotti se incorporó como CTO en una compañía del rubro gastronómico, Volonté y Sánchez le dieron forma a una nueva Novolabs. “Utilizamos nuestra propia metodología para identificar cómo tenía que ser la firma para que encajara en el mercado, y descubrimos una gran veta en el ámbito de la educación para emprendedores. Consolidamos todo lo que aprendimos en 10 años, emprendiendo por nuestra cuenta y acompañando a otros, y lo pusimos al servicio de quienes tengan una idea y quieran aprender cómo lanzarla al mercado con el menor riesgo e inversión posible”, resaltó.
Para Volonté, el proyecto planteó una distinción respecto de las clásicas incubadoras y aceleradoras: si bien tienen un modelo parecido, en la medida en que ingresan proyectos en fase incipiente, estas suelen quedarse con una participación de la startup, mientras que Novolabs cobra solo un fee por la cursada. “Y Combinator -la mejor aceleradora del mundo y de la que salieron compañías como Airbnb y Dropbox- tenía un concepto de startup school gratuito, pero funcionaba más como una acción de responsabilidad social corporativa y no era personalizado”, precisó.
“Nadie puede hacerlo solo”
De esta manera, el programa de Novolabs Startup School salió al mercado en 2023 y ya va por su tercera edición. Con una duración de 14 semanas, la propuesta consiste en que los alumnos puedan salir a la calle a entender profundamente a su cliente y sus necesidades, descubrir un problema que valga la pena resolver, definir una solución que resuelva el problema y asegurarse que sea factible, salir (de nuevo) a la calle a vender la solución hasta conseguir compromisos de pago, clientes comprometidos y definir el producto con el que lanzarán al mercado.
De acuerdo con Volonté, el mismo enrola fundamentalmente a dos perfiles de emprendedores con un promedio de edad de 33 años. Por un lado, a aquellas personas que están emprendiendo pero que no están obteniendo resultados: “Esas personas quieren entender por qué el negocio no arranca definitivamente, por lo que vamos unos pasos hacia atrás para encontrar esa palanca que deberían tocar para despegar o para darnos cuenta que jamás existirá tal cual lo ambiciona”, indicó. Por otro lado, también figuran quienes tienen una idea y quieren lanzarse: “Están quienes nunca emprendieron y buscan compañía porque se sienten solos o tienen miedo; y quienes ya emprendieron en el pasado, saben lo difícil que es y quieren hacerlo en compañía de gente más experimentada”.
Al momento, el 90% de los proyectos responde a soluciones de software, como SaaS, marketplaces, y plataformas de e-commerce. Entre la nómina de participantes resaltan Claudio Acosta, un exCEO de la farmacéutica Bayer en Paraguay; Nicolás Francese, exarquero de River Plate; y Marco Naveiras, un niño español de 12 años.
“El mundo emprendedor está en su mejor momento: nunca fue tan fácil emprender como ahora. 40 años atrás era necesario disponer de una oficina, comprar equipamiento y contratar equipo: todo era tan difícil que se requerían miles de manos. Hoy, por el contrario, hay personas que con una computadora en su casa empiezan una empresa”, señaló Volonté. Y añadió: “La barrera de entrada para emprender está en su piso más bajo de la historia. Sin embargo, la barrera mental está muy alta -muchos piensan que tienen que ser Galperin [fundador de Mercado Libre]- y eso genera parálisis. A veces, les da vergüenza reconocer que necesitan ayuda para su negocio y eso los lleva al fracaso. Pero es importante entender que es imposible tener todas las ideas uno mismo. Muy poca gente logra hacerlo solo”.
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