El cuestionamiento sobre la calidad y la cantidad de trabajo tomó la agenda de todas las organizaciones, que se plantean alternativas para asegurar el bienestar de sus personas y evitar la fuga de talentos
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Ernesto es parte del C-Level de la sede argentina de una multinacional. En su agenda, no entra un alfiler. Se sienta en el sofá al lado de su mujer que está mirando una serie y con el tono de quien confiesa su dolor, exhala: “no doy más, estoy estresado, amor”.
Esta frase se repite por millares, con personas en posiciones muy diversas, con seniorities muy diferentes y en contextos familiares y personales también variopintos.
¿Qué le pasa al ser humano con el estrés? O si se quiere, ¿qué le pasa al ser humano con la felicidad, con el relajamiento, con la capacidad de disfrutar y sentirse pleno?
En una cultura del maquillaje del “ejecutivo que todo lo puede”, en la era de la super mujer publicitaria que debe ser buena madre, buena esposa, buena ejecutiva, buena amiga, ¿dónde dejamos un rincón para repensar cómo nos angustiamos cotidianamente por los problemas que nos rodean?
Ser humano es resolver problemas porque la vida es problemática y conflictiva. Como dice la psicóloga Susan David, referente de la agilidad emocional, es lindo pensarla, pero “no existe una vida sin estrés”. Pensarla así es una frustración perturbadora. En efecto, muchas veces consideramos que la vida está dada por esos momentos sin estrés. Vemos al estrés como una anomalía.
El estrés, en ocasiones, nos impide entrar en el flow que supo narrar Mihaly Robert Csikszentmihalyi, ese estado de foco mental en una determinada actividad que permite una altísima productividad e intensidad. El estrés nos pone en un circuito de amenaza, sube nuestro cortisol, esa hormona que secretamos como respuesta ante el estrés.
Autores como Daniel Kahneman o Carl Honoré, entre muchísimos otros, han desarrollado la importancia de conectar con otros tiempos y modos de vivir el día a día. No por nada estos autores se tornaron referentes en el mundo del management: hay una demanda enorme por intentar vivir mejor las presiones que tiene todo negocio.
La pandemia puso a la muerte en el tapete y gatilló la pregunta por la calidad de vida. Millares de personas dejaron ciudades para ir a trabajar a lugares más confortables y distendidos. El cuestionamiento sobre el trabajo tomó la agenda de todas las organizaciones en discusiones que continúan hasta hoy. El bienestar, junto con el mindfulness, se transformaron en tópicos recurrentes en áreas ligadas al talento: ¿cómo los cuidamos mejor?
Nunca escuchamos tanto la palabra burnout. Pero los seres humanos siempre supimos estar quemados. Nos encerrábamos en las cuevas hace miles de años para que no nos comieran los animales salvajes y nos encerramos casi dos años después por un virus nefasto. El encierro y el peligro afuera dando vueltas. Mismo estímulo. Misma reacción. Mismo estrés. La vida encerrada y la muerte asechando. Paradojas de la Edad de Piedra en tiempos del metaverso.
A continuación algunos especialistas cuentan su visión sobre este fenómeno que no es una novedad, pero sí parece que pasó a ser una prioridad.
Ansiedad, divino tesoro
Mariano Sigman es doctor en neurociencias de la Rockefeller University (Nueva York) e hizo un postdoctorado en Ciencias Cognitivas en el Collège de France. Es autor del best seller El poder de las palabras (Debate, 2022). Según Sigman, el cerebro tiene herramientas para estresarnos y para cuidarnos del estrés pero paradójicamente están más afinadas las que sirven para estresarnos “porque son circuitos cerebrales que son muy antiguos, es decir, si uno piensa la vida hace miles de años cuando sobrevivir era una especie de milagro, de eso se trataba todo. Entonces, muchas de las cosas por las que ahora nos preocupamos, como el bienestar… no había lugar para eso. El cerebro se adapta para responder a problemas muy rápidamente generando una predisposición de todo un sistema cerebral que de alguna manera nos pone alertas y en una posición adaptada o privilegiada para una lucha inminente o una huida inminente o para escondernos. El cerebro está preparado para responder a cosas para las cuales el que piensa, pierde”.
Joaquín Grehan es médico, experto en medicina del estrés y magister en psiconeuroendocrinoinmunologia. Según él, “la principal función del cerebro es la de la supervivencia, esto es común al sistema nervioso de casi todos los animales. De ahí, si algo es visto como una amenaza, los mecanismos de supervivencia se sobreponen a todos los demás. Sobrevivir pasa a ser más importante que comer, dormir y reproducirse. De esto se desprende también la necesidad de pertenecer. De sentirnos parte. Antiguamente si un humano era relegado, no sobrevivía mucho tiempo. Un humano solo es demasiado débil. Por eso, estos mecanismos de estrés hoy en día se activan por la necesidad de ser aceptados, de pertenecer. Las personas pueden hacer mucho con tal de pertenecer”.
Insatisfacción permanente, plenitud en crisis. Si la sociedad actual tiene muchos más medios de subsistencia que en la antigüedad, ¿por qué nos arrastramos en una insatisfacción permanente que nos termina de estresar? Pablo Schiaffino, profesor del Departamento de Estudios Históricos y Sociales de la Universidad Torcuato Di Tella y doctor en economía de la Universidad de Murcia, explica que hay mediciones sobre si los niveles de ansiedad aumentaron o no en el siglo xx y la respuesta es que no es necesariamente cierto. “Lo que sí me parece es que en el mundo moderno la información viaja más rápido y uno tiene una noción más clara del otro debido a la tecnología, la comunicación y las redes sociales. Como que ahora hay menos problemas de información. Por ahí, siempre hubo burnout pero ahora está más democratizado porque es más visible. No hay una diferencia entre lo que es la vida privada y pública por las redes sociales. Yo se dónde vos vivís porque subiste fotos, ya puedo inferir que te gusta el gin tonic, libros que te gustan. También nos enteramos de tu estado anímico”.
Sin embargo, Schiaffino considera que hay algo más especulativo sobre la satisfacción en la vida: “En los países desarrollados lograron satisfacer ciertas necesidades: comer, techo, entre tantas otras. Llega un punto en el cual se van logrando cumplir cosas y en la satisfacción material terminamos descubriendo que ahí no está la respuesta. Esto conecta con la aparición de movimientos new age en Occidente. Ya tengo tantas cosas, ¿qué más necesito? Por ahí, afuera no hay más y la búsqueda es interna. Esa búsqueda interna que es más burguesa y acomodada, si no lo laburás bien lleva al estrés y la ansiedad”.
Sigman profundiza este tema: “A Magnus Carlsen, campeón del mundo de ajedrez, le preguntaron cuál fue su mejor momento ajedrecístico y él dijo que fue cuando ganó el torneo de infantiles en el campeonato de Noruega. Pero en ese momento se le abrió una puerta y a partir de ahí todo fueron aumentos incrementales. Esta anécdota refleja lo que pasa en el cerebro de cada uno de nosotros. El cerebro no codifica los logros y convierte eso en bienestar, sino que lo hace relativo a expectativas. Es por eso que cuando uno va a lugares que parecen imposibles, como alguien que quiere correr un maratón y lo hace, tiene un placer que no está relativizado a ninguna norma previa y por eso es tan gratificante para esa persona. En cambio, cuando una persona ha corrido diez maratones, probablemente se va a frustrar porque no lo hizo en el tiempo que pretendía. El resultado es que va a terminar siendo mejor deportista, tener más estrés y menos satisfacción y menos bienestar. Y esto es una metáfora de lo que te pasa en todo lo demás”.
Dificultades y bienestar.
Un estudio esponsoreado por Harvard Business Review, tomó información de 1500 personas en 46 países, la mayoría de los cuales eran personas con posiciones arriba del rol de supervisor. El 85% de los que participaron del estudio aseveraron que su bienestar declinó, mientras que el 56% puntualizó que las demandas del trabajo se incrementaron. Además, 62% de aquellos que consideraron que les cuesta manejar la carga laboral afirmaron que experimentaron burnout de forma seguida y muy seguida en los tres meses anteriores. Gente que necesita ayuda.
Cuando las personas están exhaustas caen en lo que se llama mentalidad de la escasez, es decir, pensar en lo que no hay o no tengo. Esa gente pierde adaptabilidad y la apertura al aprendizaje. ¿Cómo trabajar en las organizaciones los temas de bienestar?
Verónica Marcelo es CEO de Natura en Argentina, la multinacional de cosméticos. Ella pone al bienestar al tope de sus prioridades durante y luego de la pandemia: “Hemos adecuado las formas de trabajo y, en relación a nuestros colaboradores, priorizamos escucharlos, conocer su situación particular y acompañarlos con propuestas adecuadas a sus necesidades. En este sentido, mantuvimos muchas de las prácticas que implementamos durante el 2020 como la entrega de kits de higiene y sets ergonómicos de trabajo, las charlas con especialistas, las celebraciones de fechas especiales, los sistemas de beneficio, y nuestro ecosistema de aprendizaje o educación digital, entre otras. Claro que un segundo año en esta situación nos desafió a seguir adaptándonos porque lo que era novedad el año anterior pasó a ser lo habitual; es por eso que, en 2021, agregamos para colaboradores administrativos distintos beneficios referidos, por ejemplo, a almuerzos mediante viandas; profundizamos la cercanía con eventos digitales y con la invitación a disfrutar de una experiencia compartida a partir del envío de distintas propuestas para que puedan sentirse más cerca, entre otras prácticas. En 2022, volvimos a las oficinas, con un sistema híbrido, que nos permitió adaptarnos a este cambio de paradigma sin perder el poder de las relaciones que es esencial en nuestra cultura. Queremos mantener las oficinas como un lugar de intercambio, de conexión, sin que sea un espacio obligatorio de trabajo”.
La argentina Silvina Uviz es Directora de Recursos Humanos de Microsoft para España y Portugal. Desde la compañía entienden el bienestar por tres variables: la salud física, la salud emocional y el equilibro financiero. “Hablar de bienestar emocional implica comprender que todos pasamos por niveles de estrés en nuestra vida normal y habitual, pero cuando se transforma en una situación de desequilibro debemos atenderla especialmente. Nuestro principio de liderazgo se denomina model coach and care y cada gerente entiende que es parte de su rol de liderazgo cuidar a cada persona de la organización en estos aspectos y los apoyamos desde RRHH para que esto ocurra. Adicionalmente, contamos con el programa de EAP (Employee Assistance Program) en el que profesionales dedicados pueden ayudar a cada empleado y a sus familias en lo que requieran. La salud física tiene especial atención con nuestro equipo de nutricionistas, con las actividades que ofrecemos en forma virtual con el equipo de bienestar y con la creación de espacios de dispersión, como los grupos de running y de deportes. Finalmente, el bienestar financiero es algo que en este contexto nos impacta especialmente y para esto ofrecemos diversas formas de asesoramiento a nuestros empleados para que puedan administrar sus finanzas de la mejor manera a través de asesores especializados y recursos tanto internos como externos que permiten profundizar en cada caso”.
Calidad de vida
¿Podemos evitar el estrés y ganar en bienestar? Podríamos, pero necesitamos generar el espacio para ganar calidad de vida. ¿Cómo hacerlo? Sigman sugiere, primero, evitar situaciones evitables. “Solemos ir a buscar al estrés, vamos a leer la noticia que no nos gusta, ¿para qué la lees si ya sabés que no te va a gustar? Bueno porque el cerebro en algún lugar quiere que la leas para que estés listo para esa confrontación. Una vez que la leíste y te enojaste es muy difícil controlar eso. Pero era mucho más fácil controlarlo antes cuando todavía estabas pensando lúcidamente ‘esto es algo que no me hace bien’”. En este sentido sugiere que luego de un horario dejemos de ver o leer aquello que nos va a generar estrés.
El segundo antídoto que Sigman sugiere es la risa. “La risa es un ritual humano que se parece a un canto. Cuando uno ríe los músculos respiratorios vibran a frecuencias que son imposibles dirigir voluntariamente y todo eso genera una actividad sinfónica donde la gente empieza a reír. Es la mejor invención que el cerebro creó para contrarrestar sus propias virulencias”.
Como señala Grehan en su seminario STOP, parte de nuestro estrés proviene de la interpretación que hacemos del mundo. En muchas ocasiones, esa interpretación nos lleva a conversaciones internas que nos dañan y mucho.
La meditación, la relajación y la alegría son armas poderosas para salvarnos de la oscuridad de esa cueva moderna sombría a la que nos condenamos los seres humanos. Ya lo sabía Platón, hay vida y luz afuera. Descubrirlas es un hermoso trabajo interno.
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