Chuck Magro: “La demanda de granos y de oleaginosas sigue aumentando y necesitamos que la Argentina produzca más”
El CEO de Corteva Agriscience, firma especializada en soluciones para la protección de cultivos y el rendimiento de la tierra, afirmó su optimismo sobre el futuro de la agricultura en la Argentina; desafíos, oportunidades y un análisis de la evolución del sector
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Chuck Magro está donde quiere estar. “A finales de 2021, desde Corteva Agriscience me llamaron y me preguntaron si me interesaba dirigir la compañía. Cuando eché un vistazo a la ciencia y a la tecnología que tenían en desarrollo, me convencí de que quería dedicarme allí el resto de mi carrera”, aseguró el ejecutivo en diálogo con LA NACIÓN.
Si bien la dirección de una compañía multinacional especializada en soluciones para la protección de cultivos y el rendimiento de la tierra no era parte de su plan inicial, Magro siempre estuvo ligado a la agricultura. Nació en Canadá y creció trabajando en una granja lechera. “Me enamoré de la agricultura de niño”, afirmó. Graduado de la licenciatura en Ciencias Aplicadas de la Universidad de Waterloo, y con una maestría en Administración de Empresas de la Universidad de Windsor, se desempeñó durante alrededor de 16 años en la industria química, hasta que vio una oportunidad y regresó al sector.
En 2014, Magro asumió como presidente y director ejecutivo de Agrium, firma que en 2018 se fusionó con Potash Corporation of Saskatchewan y dio lugar a Nutrien. Y desde su lanzamiento hasta 2021, llevó también ese escritorio. Desde ese rol, lideró a más de 27.000 empleados a nivel global y condujo la empresa a través de numerosas fusiones y adquisiciones.
A lo largo de su carrera, el ejecutivo marcó también su posición dentro de la industria. Formó parte de la Junta de Inversiones del Plan de Pensiones de Canadá; y fue vicepresidente de la Asociación Internacional de Fertilizantes, y presidente y miembro de la junta del Instituto de Fertilizantes. También se desempeñó como miembro de la junta de la Iniciativa de Sistemas Alimentarios del Foro Económico Mundial; e integrante de otras tantas organizaciones.
Magro llegó a Corteva Agriscience poco después de su aparición en el mercado: la compañía estadounidense, con base en Indiana, nació en 2019 de la fusión de Dow y DuPont -que previamente había adquirido también Pioneer-. Y a los tres años de su gestión, anotó su primer gran paso: la salida de la firma a la Bolsa de Nueva York.
De acuerdo con los datos exhibidos, a cinco años de su creación, la compañía superó los US$78.000 millones de ventas netas acumuladas, y aumentó el Ebitda a más de US$1300 millones (63%), a la vez que logró un retorno total para los accionistas de aproximadamente el 140%. Además, a lo largo de este período, lanzó cerca de 2000 productos y estableció más de 700 acuerdos a nivel global -para impulsar la investigación en startups, universidades y entidades dedicadas al desarrollo de tecnología agrícola- e ingresó al negocio de los productos biológicos mediante la adquisición de dos compañías: Stoller y Symborg, con la Argentina como un mercado clave.
Desde este lugar y durante su reciente visita a la Argentina, Magro destacó los cambios en la macroeconomía y las oportunidades para la agricultura en la Argentina. “Soy optimista sobre el futuro de la agricultura en el país, pero tengo una preocupación: debemos seguir trabajando para asegurarnos de que los agricultores argentinos sean competitivos a nivel mundial”, aclaró.
-¿Cuáles son sus proyecciones de la empresa para América Latina?
-Corteva es una empresa global especializada en soluciones agrícolas, con 22.000 empleados en 130 países, que el año pasado salió a la Bolsa de Nueva York para celebrar su quinto aniversario. Tuvimos una trayectoria realmente interesante: inicialmente, Estados Unidos era nuestro mercado principal, seguido por Europa y por América Latina, mientras que hoy América Latina ya supera a Europa y se consolida como nuestro segundo negocio más grande, impulsado por el crecimiento que registramos en Brasil.

-¿Y en la Argentina?
-Soy optimista respecto del potencial de la empresa en la Argentina. A lo largo de los años, vi muchas mejoras en la agricultura, por lo que mi expectativa es que, con el tiempo, el país se convierta en un actor más importante para la empresa. Desde Corteva, intentamos llevar tecnología de vanguardia a los agricultores, como la plataforma Enlist, que hoy, es utilizada en alrededor del 65% de la superficie cultivada con soja en Estados Unidos. Soy optimista sobre el futuro de la agricultura en el país, pero tengo una preocupación: debemos seguir trabajando para asegurarnos de que los agricultores argentinos sean competitivos a nivel mundial. Y para ello, se tiene que dar una combinación de factores, que incluye no solo el acceso a la tecnología sino también el sistema regulatorio. La Argentina tiene un buen desempeño en este ámbito: es uno de los líderes en cuanto a la velocidad y a la frecuencia con la que podemos obtener la aprobación de tecnología de última generación. La política de edición genética -que creemos que marcará el siguiente nivel de transformación agrícola- es bastante constructiva.
-¿Cómo evalúa el primer año de gobierno de Javier Milei?
-Desde la distancia, para ser preciso. Pero creo que nunca hubiera imaginado que las mejoras que hemos visto, por ejemplo, en los niveles de inflación, se darían tan rápidamente. Creo que vamos en la dirección correcta, desde una perspectiva económica general, y que tenemos cierta fortaleza. Queremos impulsar la competitividad del país, especialmente en lo que respecta a la agricultura, porque la Argentina está entre los cinco principales productores y exportadores. El año pasado, al igual que el anterior, la demanda de granos y de oleaginosas alcanzó cifras récord a nivel mundial. Y esperamos que en 2025 se repita; la demanda de granos y de oleaginosas sigue aumentando significativamente y necesitamos que la Argentina produzca más.
Corteva Agriscience CEO, Chuck Magro, ringing the bell at the New York Stock Exchange today in celebration of our five year anniversary. 🔔 🎉 #KeepGrowing #CortevaTurns5 pic.twitter.com/JMcZ5OCrnO
— Corteva Canada (@CortevaCA) June 4, 2024
-¿Considera viable la creación de un sistema regulatorio coordinado a nivel global?
-Sí. Los primeros dos elementos necesarios para que los sistemas regulatorios funcionen correctamente son la ciencia y las bases de datos: necesitamos generar datos y demostrar que los productos son seguros y eficaces. Un sistema regulatorio global, integrado y armonizado nos beneficia a todos. Si los gobiernos generan datos sobre nuestros productos, por ejemplo, y podemos compartirlos con todo el mundo, se reducen los costos para todos, incluidos los agricultores. ¿Podemos lograrlo? Es lo que tenemos que hacer. Hace muchos años, el sistema estaba más armonizado que ahora. No obstante, últimamente, vimos una disposición a pensar cómo compartir información, siempre que tenga base científica. Espero que podamos avanzar en este aspecto. En materia de edición genética, los marcos varían ligeramente según la jurisdicción: ya fueron aprobados en la Argentina, en Brasil, en Canadá, en Australia y en Estados Unidos; y ahora Europa va en ese camino; tenemos esperanzas de obtener las aprobaciones, dentro de uno o dos años. En ese momento, empezaríamos a ver cierta coherencia y políticas en torno a la edición genética, lo cual sería muy útil.
-¿Cómo cree que la inteligencia artificial impactará en su negocio?
-Este es un punto que todas las empresas están empezando a tomar en cuenta muy seriamente. Ya superamos las etapas de programas piloto, y estamos intentando pasar al siguiente nivel. Vemos el impacto de la inteligencia artificial (IA) en tres dimensiones. Por un lado, en la productividad: a partir de nuevas funciones, podemos reducir costos y acelerar y mejorar la calidad de los desarrollos. Por otro lado, vemos su impacto en el descubrimiento. Corteva invierte alrededor del 8% de sus ingresos (US$1400 millones al año) en I+D, y cuenta con más de 6000 personas en el área a nivel mundial. El descubrimiento de nuevos productos es una de las tareas más arriesgadas y costosas, pero vemos que la IA puede reducir el campo de acción en lo que respecta a lo que buscamos y hacerlo mucho más rápidamente. Al igual que en la industria farmacéutica, vemos que el descubrimiento de nuevos productos, especialmente de biológicos y de aquellos de origen natural, representa otro futuro para la agricultura. Los productos químicos en los cultivos seguirán siendo importantes, pero utilizaremos cada vez más soluciones biológicas, muchas de las cuales se encuentran en el país. Y en tercer lugar, vemos el impacto de la IA en la interfaz del cliente: desarrollamos una interfaz, a la que llamamos CARL y la que presentamos en nuestra celebración por el Día del Inversor en Nueva York, en noviembre. Actualmente, contiene solo el conocimiento agronómico del maíz, pero nuestra intención es que podamos acceder a los datos de todos nuestros cultivos en todos los países. Corteva tiene solo cinco años, pero Pioneer [firma adquirida por DuPont en 1997] cumplirá 100 años en 2026. Tenemos 100 años de datos de suelo y de germoplasma [conjunto de genes que se transmite de una generación a otra] en nuestras bibliotecas. Si cada agrónomo que trabaja en el campo de un agricultor puede tener ese historial en su dispositivo, desde una perspectiva agronómica, ayudaríamos a los agricultores a tomar mejores decisiones.
-¿Los agricultores están preparados para eso?
-Sí, creo que los agricultores están dispuestos a ello. Pero no sé si están listos para hablar con las máquinas sin tener a alguien presente; no sé si la tecnología reemplaza el toque humano. La agricultura es un negocio de alta tecnología, pero todavía se basa en las relaciones, y no sé si eso debería cambiar. Pero que nuestros agrónomos tengan ese tipo de información, para ayudar a los agricultores a tomar mejores decisiones, es un hecho bastante poderoso.
-La agroindustria experimentó muchas fusiones y adquisiciones en los últimos años. ¿Cómo ve el futuro? ¿Se avecinan cambios?
-Sí. Gran parte del capital de riesgo se está invirtiendo en nuevas áreas de la agricultura, como la edición genética, los productos biológicos y los biocombustibles. Hay muchas pequeñas empresas y emprendedores que inician negocios utilizando nuevas tecnologías: esa será un área en la que probablemente se vean fusiones y adquisiciones. En tanto, entre las grandes empresas, no creo que haya mucho interés en fusiones y adquisiciones significativas de tipo transformador, porque acabamos de pasar una década de eso y Corteva formó parte de esa historia. No sé si podría o debería haber más. Desde Corteva, eso no es algo en lo que estemos realmente centrados. Creemos que tendremos la oportunidad de adquirir tecnología de empresas más pequeñas cuando esté disponible. Así lo hicimos en 2022, cuando compramos dos empresas. Por un lado, adquirimos Stoller, una compañía estadounidense de productos biológicos, que tiene el 70% de su negocio concentrado en Latinoamérica. Y por el otro, adquirimos Symborg, una biotecnologica española que ofrece una tecnología realmente interesante: se trata de una fijación microbiana de nitrógeno, un organismo vivo que puede tomar nitrógeno del aire y aplicarlo al cultivo. La tecnología está implementada en 200.000 hectáreas en la Argentina y en 1 millón de hectáreas en Brasil, y ahora la estamos llevando a Estados Unidos. Esas dos adquisiciones nos representaron US$1500 millones. Podríamos considerar otras tecnologías donde sea conveniente.
-¿Cómo resumiría la evolución de la industria en los últimos años?
-En materia de semillas, la tendencia fue de la biotecnología a la edición genética. En materia de protección de cultivos, existen varias tendencias, pero hay una creciente: pasamos de soluciones exclusivamente químicas a una combinación de soluciones químicas y biológicas. La industria farmacéutica pasó por ese camino hace una década y, en mi opinión, la agricultura seguirá la misma tendencia. Por eso, hoy estamos invirtiendo tanto en empresas biológicas.
-Es licenciado en Ciencias Aplicadas (Ingeniería Química). No encontramos muchos directores ejecutivos globales con este título. ¿Fue casualidad o forma parte de un plan estratégico?
-No creo que fuera parte de mi plan estratégico, en absoluto. Soy canadiense y crecí trabajando en una granja lechera en Canadá. Me enamoré de la agricultura de niño. Obtuve mi título en Ingeniería Química y trabajé en la industria durante alrededor de 16 años, pero siempre quise volver a la agricultura. Cuando tuve la oportunidad, me incorporé a Agrium, una empresa canadiense. Me abrí camino y fui elegido director ejecutivo de la firma. Logramos la fusión entre Potash Corp de Saskatchewan y Agrium, que pasó a llamarse Nutrien. A finales de 2021, Corteva me convocó y me preguntó si me interesaría dirigirla. Nutrien era uno de los clientes más importantes de Corteva, por lo que los conocía como proveedores y me parecían excelentes clientes. Cuando eché un vistazo a la ciencia y a la tecnología que tenían en desarrollo, me convencí de que quería dedicarme allí el resto de mi carrera.
-¿Cómo es su vida?
-Luego de la pandemia, los viajes han vuelto: tres de cada cuatro semanas viajamos, no siempre al extranjero, porque Estados Unidos y Canadá son mercados muy importantes para nosotros. Este año, además de una gira por Latinoamérica, haremos una gira completa por Europa y pasaremos por Turquía. Intento visitar Latinoamérica al menos dos veces al año, porque es una región muy importante, muy dinámica y en crecimiento. Tengo dos hijos, que viven en Canadá, uno está terminando la escuela y el otro está trabajando. Mi esposa y yo vivimos en Indiana, en los Estados Unidos. Tenemos vidas complicadas. Eso forma parte de mi tarjeta personal.
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