Chicas en tecnología: cómo Disney está reinventando a sus empleadas como programadoras
"Están por descubrir lo que significa ser una ingeniera de sistemas. Están por descubrir mucho acerca de esta compañía y de cómo se usa la tecnología para hacer magia. Pero creo que lo más importante es que van a descubrir mucho acerca de sí mismas".
Nikki Katz pronuncia un discurso emocionante en un cuarto cuyas paredes están cubiertas de personajes como el Increíble Hulk y Olaf, el antiguo hombre de las nieves de Frozen. El decorado -y la alusión de Katz a la magia- no es sorprendente, ya que está hablando en un edificio de la Walt Disney Company en Glendale, California.
Katz, que es vicepresidenta de Disney para tecnología, tiene el tipo de formación que uno esperaría de alguien en su cargo, incluyendo un título de Stanford y un currículum con experiencia en compañías como Yahoo. Pero las mujeres a las que se dirige se están sumando a la nómina de ingeniería de sistemas de un modo nada convencional. Son participantes en CODE: Rosie, un programa que da a mujeres que ya están en la compañía en roles no técnicos la posibilidad de cambiar de carrera.
Katz habla en una reunión por la tarde, la semana antes de que se lance oficialmente el programa CODE: Rosie de 2018. A pocos metros está el área a la que volverán las participantes para comenzar sus clases con MacBooks y paquetes de bienvenida ya colocados en filas de escritorios. A sus tres meses de capacitación -en todo, desde conceptos básicos de ciencias de la computación hasta lenguajes de programación como Python- seguirá un año en condición de alumnas, dividido en dos semestres en distintos equipos dentro de la compañía. Entonces tendrán la oportunidad de acceder a un empleo en alguno de los grupos técnicos de Disney.
La experiencia de 15 meses cambia las vidas de las participantes de modos que van más allá de la oportunidad inmediata para sus carreras. "La programación es el lenguaje del mundo moderno, porque todo está centrado en la tecnología", dice Leilenah Mamea, una participante del primer grupo de CODE: Rosie, que antes trabajaba en finanzas y ahora programa para sitios como Disney.com y StarWars.com. "Ahora puedo contribuir a ese lenguaje y esas conversaciones".
CODE: Rosie es, por cierto, una gran idea. Pero en muchos sentidos, el alma de la iniciativa está en los detalles que hacen funcionar la empresa. Disney tuvo que inventar casi todo lo que tiene que ver con el programa desde cero y en algunos casos repensarlo para el grupo de este año, que es la segunda tanda y que es la primera experiencia abierta a mujeres de todas las divisiones de Disney. "No encontramos precedentes, internos ni externos, de un programa como este", dice Katz.
El legado de Rosie
La sigla CODE está conformada por las iniciales en inglés de Crear Oportunidades para Ingenieras Diversas. "Rosie" hace referencia a Rosie The Riveter, símbolo de las mujeres trabajadoras de la Segunda Guerra Mundial; un logo interno de CODE: Rosie incluso muestra a Minnie Mouse en la pose icónica de Rosie, con la camisa arremangada. En particular, el programa rinde tributo a las "Rosie" que programaban la computadora pionera del ejército norteamericano, la Eniac.
Durante décadas, las mujeres tuvieron roles destacados en la ingeniería de sistemas. Pero el porcentaje de licenciadas en ciencias de la computación en Estados Unidos llegó a su pico hace más de 30 años y luego cayó durante años. En los últimos años, grupos como Girls Who Code (chicas que programan), Black Girls Code(chicas negras programan) y Braid han trabajado para interesar a mujeres jóvenes en la programación desde temprana edad, con la esperanza de orientarlas a una formación -y luego una carrera- en ciencias de la computación. Estos esfuerzos han sido de ayuda, pero el desequilibrio de género sigue siendo alto.
Entre los objetivos del grupo Mujeres en Tecnología de Disney fundado por Katz, que cuenta con 700 integrantes, está atraer mujeres talentosas a las filas de las ingenieras de la compañía y hacerlas sentir felices en su nuevo trabajo. Fue esa meta que la llevó a la misión de CODE: Rosie. Como lo explica ella: "Me encontré teniendo la misma conversación una y otra vez con una variedad de mujeres que por un motivo u otro, aunque las apasionaba la tecnología, no tuvieron la oportunidad de realizar esa pasión profesionalmente y querían descubrir cómo introducirse en ese espacio".
Las relaciones importan
Para Nikki Katz, CODE: Rosie es un proyecto agregado, aunque singularmente significativo. Y para las Rosie, pasar tiempo con ella es uno de los beneficios de participar. "En algunos casos incluso advertía cosas que nosotras no veíamos que comentábamos mucho", dice Christina Vickers, graduada del primer año. "Como por ejemplo: ?Wow, realmente te gusta hablar de SQL [bases de datos]. ¿Creés que quizá te gusten los datos?' ?Sí, en realidad sí'. Era lindo ver lo atenta que estaba a todas nosotras".
Pero de últimas, la relación crucial para las participantes en CODE: Rosie es con los ingenieros experimentados con los que trabajarán en su período de aprendizas y más allá. En el peor escenario, esa gente del personal podría ver al programa como un factor que reduce la eficiencia de sus grupos, dado que las Rosie por definición son novatas. "Una es tan principiante cuando termina el programa", dice Mamea. "Especialmente en el caso de alguien como yo. Yo no había escrito una sola línea de programación antes de CODE: Rosie".
Para asegurarse de que las Rosie fueran bienvenidas, Katz trabajó para lograr que los profesionales de tecnología de Disney apoyaran el programa por adelantado. "Recibí un correo muy lindo de Nikki solo unos meses después de que me contrató Disney", recuerda el jefe de ingeniería de sistemas, Calvin Wong. "Básicamente describía el programa CODE: Rosie: ?Vamos a tomar muchas candidatas, les vamos a enseñar muchos aspectos distintos de la ingeniería de sistemas y luego dejaremos que estas candidatos exploren una nueva carrera'". Junto con otros empleados, Wong se volvió un amigo de CODE: Rosie, responsable de responder preguntas día a día y de actuar como mentor permanente.
A Wong ese rol le resulta gratificante, en parte porque las Rosie no son ingenieras experimentadas. "Desde la escuela secundaria hasta ahora solo hice tecnología", dice. "Que vengan al programa y hablen de sus experiencias pasadas en productos de consumo masivo y desarrollo de juegos y todos estos campos me abrió los ojos. Porque yo solo veía a la compañía Walt Disney en un espectro estrecho".
Una vez que una graduada de CODE: Rosie logra pasar a un puesto de programadora, es posible ponerse a la par de colegas que ingresaron al equipo por una ruta más tradicional; a fin de cuentas, incluso los veteranos deben educarse continuamente en cuanto a temas nuevos. Ledesma, por ejemplo, se sumergió en un curso de 11 semanas sobre aprendizaje de las máquinas y le resultó un desafío, pero no abrumador. "En retrospectiva, estoy realmente orgullosa de que completé la clase al mismo ritmo que un ingeniero experimentado", dice.
En una compañía con casi 200.000 empleados en todo el mundo, un esfuerzo de capacitación de 20 personas como CODE: Rosie 2.0 -que solo está abierto a personal del área de Los Ángeles- no puede acomodar a todos los que podrían beneficiarse. Katz subraya que el programa es una "boutique de guante blanco" y hay un límite hasta donde se pueden expandir versiones futuras. Pero agrega rápidamente que la iniciativa no solo ha cambiado las vidas de las Rosie que forman parte de ella, también cambió a Disney.
"Cuando se hace algo auténticamente, por los motivos correctos, eso quizá sea un poco diferente de cómo hicimos las cosas antes, tiende a contagiarse al resto de la organización", dice. "Y eso es lo que realmente me encantó del programa. Seguro, para las mujeres en la primera cohorte, hay muchas celebridades en el campus. Pero para el resto de nosotras es algo que nos reafirma el hecho de que trabajamos en una compañía dispuesta a invertir en un programa como este".
Traducción de Gabriel Zadunaisky
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