0,0: No la quería tomar nadie, volvió mejor y ahora se burla de la crisis
A contramano del consumo, la categoría 0.0 vive un renacimiento en la Argentina de la mano de nuevos lanzamientos y los cambios de hábitos
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A contramano de todos los indicadores, el segmento de las cervezas sin alcohol suma ventas y crece en el mercado local. Pese a la caída de más del 20% de las cervezas tradicionales, las presentaciones 0,0 viven un renacer en la Argentina, de la mano de productos renovados por parte de la industria y las firmas artesanales, y consumidores que redescubren los productos para ocasiones de consumo donde eligen evitar el alcohol, como el almuerzo laboral o antes de manejar.
Si bien parte de números chicos, este segmento más que duplicó sus ventas y ya representa el 1% de las ventas de cervezas en la Argentina. La tendencia es inversa a la del mercado general. Con la caída del poder adquisitivo, se desplomó el consumo general, con contracción mayor en el segmento de las bebidas alcohólicas: en épocas de bolsillos castigados, fue el rubro que más recortaron los hogares argentinos. Según datos de la consultora Scentia, acumula una caída del 18,6% en sus ventas acumuladas en los primeros nueve meses del año, cifra que casi duplica la contracción del consumo promedio (11,9%).
En la industria cervecera reconocen una contracción del consumo “a doble dígito”, en un contexto de doble impacto: el piso de la recesión y de la caída del poder adquisitivo se dio a comienzos de año, en la temporada alta para el consumo de cerveza en el país. La expectativa, sin embargo, es revertir la tendencia en los próximos meses.
Para Eugenio Raffo, vicepresidente de Marketing en Cervecería y Maltería Quilmes (Quilmes, Stella Artois y Corona), el crecimiento del segmento de las 0,0 se ve impulsado por el consumidor en “momentos de la vida en los que por distintos momentos no puede o no quiere tomar alcohol”. “Hay una tendencia global que se ve reflejada en la Argentina de un consumo más consciente o responsable. Y hay situaciones, como antes de manejar o en el trabajo, donde no querés tomar alcohol pero te gusta mucho el sabor, y esto te da la posibilidad”, dice.
En la Argentina, el consumo de cerveza promedia entre 40 y 45 litros per cápita por año, según datos de Cerveceros Argentinos, la cámara que agrupa a las principales firmas productoras del país. Con esta cifra, se ubica por debajo del promedio de la región, que se ubica en torno a los 60 litros per cápita. Son números lejanos a los que muestran los países donde más se toma cerveza en el mundo, como República Checa (138 litros anuales por persona), Austria (98 litros per capita) o Lituania (96 litros), que reflejan también un potencial de crecimiento en el mediano plazo.
El mayor volumen de estos mercados también se verifica en el segmento de las opciones sin alcohol. Basta recorrer las heladeras de supermercados o tiendas a la calle para encontrar una oferta amplia de estos productos, en sus versiones 0,0. En algunos países europeos, como España o Alemania, o en los Estados Unidos, esta categoría representa el 4% de las ventas totales de cerveza, y si bien es un nicho minoritario en el rubro, en la industria local observan esa brecha como un potencial de crecimiento en el mercado local. “En estos países, la cultura cervecera está profundamente arraigada, lo que genera una aceptación más natural de opciones sin alcohol en diversos momentos de consumo”, explica Nicolás Rubino, gerente de Marketing de CCU (Heineken e Imperial).
“La mayor demanda por variedad y la búsqueda de alternativas que se adapten a un estilo de vida equilibrado han impulsado el crecimiento de este segmento en Europa. Además, las generaciones más jóvenes, como la Z, son cada vez más conscientes de lo que consumen y buscan estilos de vida más saludables”, agrega el ejecutivo, quien augura una expansión en los próximos años en la Argentina, con el surgimiento de nuevos productos y agresivas acciones promocionales por parte de las empresas.
La calidad del producto es un factor que enfatizan desde las dos grandes compañías cerveceras del país para impulsar el renacer de las cervezas sin alcohol. Meses atrás, Quilmes inauguró su planta dealcoholizadora en su polo industrial en Zárate, tras una inversión de US$3 millones, mientras que CCU incorporó tecnología similar en su planta de Luján. Así, cambiaron la forma en que se produce la bebida: años atrás, para lograr cervezas ‘cero’, se interrumpía el proceso de fermentación, para evitar que se generara alcohol, mientras que ahora se toma la cerveza tradicional y se la somete a un tratamiento para eliminar el alcohol. “El método anterior no terminaba de generar ciertos sabores o aromas, y dejaba una cerveza más dulce, porque el azúcar de la malta no se había transformado en alcohol. Ahora trabajamos mucho el sabor”, dice Raffo.
En este contexto, uno de los desafíos de la industria es revertir la percepción que, a lo largo de años, construyeron los consumidores argentinos sobre esta clase de cervezas. Las principales marcas del país lanzaron nuevos productos y fuerte presencia promocional: Quilmes hace un tiempo se vende en estadios de fútbol y firmó un vínculo de patrocinio con Franco Colapinto; Heineken apuesta por el creciente interés que genera la Fórmula 1 y Corona fue sponsor global de los Juegos Olímpicos París 2024, todas con sus opciones sin alcohol. La estrategia, a su vez, incluye un fuerte foco en generar mayor presencia de estos productos en bares y restaurantes. “La mejor promoción hoy es que el consumidor la pruebe”, explica Raffo, quien insiste en dos factores: expansión de la oferta y normalización de consumo en diferentes contextos.
Además del segmento industrial, el nicho también convocó a productores artesanales. El año pasado, la marplatense Antares lanzó una versión Session IPA 0% alcohol, mientras que desde el emprendimiento Coctelería Consciente ya venden Birrita, una lager que tiene 0,4% de alcohol y se comercializa en latas de 354 cc. “Nos llevó tres años de investigación y desarrollo hasta dar con el producto. Y al ser artesanal, se siente más la malta y los ingredientes. Apuntamos a un público calificado o entrenado, que está dispuesto a pagar un precio más alto que lo que encontraría en el supermercado”, dice Lucas Groglio, creador del producto, que se fabrica en la planta de la cervecería Lumpen, en Pompeya.
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