Cambios en el consumo: mitos y verdades de la ley de etiquetado de alimentos
Las golosinas y gaseosas no son las categorías más castigados y hay oportunidades para las marcas que se reaccionen más rápido
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A la espera de su reglamentación, el impacto de la ley de etiquetado frontal de alimentos que acaba de ser aprobada por el Congreso ya puede ser anticipado a partir de los resultados que tuvieron legislaciones similares en otros países del mundo. La consultora internacional NielsenIQ elaboró un informe sobre las consecuencias que tuvieron las diferentes leyes de promoción de alimentos saludables en Chile, Perú, Uruguay, Ecuador, México y Bolivia. Del análisis se desprende que las gaseosas y las golosinas -que a priori podrían ser consideradas como las principales “víctimas” de la nueva legislación- no son las categorías más castigadas en las ventas, mientras que los alimentos premium -que en teoría trabajan con fórmulas más “saludables”- tienen resultados muy dispares y están lejos haber recibido un beneficio automático. El informe además anticipa que este tipo de leyes terminan teniendo un efecto directo en los hábitos de compra de los consumidores y que se abren oportunidades para las marcas que reaccionen más rápido.
Para elaborar su informe, NielsenIQ toma en cuenta las leyes sancionadas en seis países de la región, que incluye desde normas más restrictivas -como la ley de etiquetado frontal chilena sancionada en 2012, pero que se empezó a implementar en forma gradual desde 2016- hasta el semáforo ecuatoriano, que data de 2014 y era el modelo que pedían la mayoría de las empresas que operan en la Argentina.
“El primer aprendizaje es que la implementación una vez sancionada la ley puede demorarse bastante, aunque en los países donde las normas son más recientes el proceso se dio en forma más rápida”, explicó Martín Estevez, líder de Analytics para el Cono Sur de NielsenIQ.
A continuación los mitos y verdades de cómo funcionaron las leyes de etiquetado de alimentos en la región.
1. Las gaseosas y las golosinas son las categorías más castigadas: falso
“Las etiquetas tienen menos impacto en los productos que ya se perciben como indulgentes”, asegura Estevez. El informe de NielsenIQ cita el caso de Chile, donde las ventas de alfajores, snacks o galletitas -tres categorías en las que se multiplicaron las etiquetas alertando al consumidor sobre altos niveles de azúcar o grasas- no fueron las que sufrieron un mayor impacto en las ventas.
“En gaseosas o golosinas no hay un cambio tan significativo en las ventas, seguramente porque el consumidor ya sabía que estaba comprando un producto que no era saludable”, explican en NielsenIQ.
La contracara de este efecto reducido es lo que pasó con otras categorías que en la mente de muchos compradores estaban asociadas con consumo más sana. “Los más castigados terminaron siendo los cereales o los yogures que tenían una imagen más saludable y por lo tanto sufrieron más con los etiquetados”, señaló Estevez.
2. Los consumidores cambian sus hábitos: verdadero
Uno de los mayores debates que disparó la sanción de la ley de etiquetados de alimentos es hasta qué punto este tipo de legislaciones son efectivas, es decir logran un cambio en los hábitos de los consumidores. Según el estudio de Nielsen, en la mayoría de los países de la región hubo cambios hacia conductas más saludables
“En Chile y Perú más de la mitad de los consumidores dice que ver los octógonos influye en la compra, aunque los cambios no siempre son del mismo tipo. En algunos casos, lo que se terminó modificando es que se compra menos cantidad de un producto o menos veces por semana. En otros casos, hay un reemplazo de la marca por otra de la misma categoría con menos sellos. Y también existen algunos consumidores que directamente abandonan las categorías con más octógonos”, señaló Estevez.
3. Los productos premium son los ganadores: falso
Otra idea que prevalece en la mente de muchos consumidores es que las marcas más premium tienen más ingredientes naturales y no trabajan con grasas saturadas o altos niveles de sodio. Sin embargo, la aparición de los octógonos negros o las luces rojas de los semáforos en el packaging de estos productos terminó impactando en los hábitos de los clientes.
“Para los productos más premium, el etiquetado es un arma de doble filo. Por un lado, en muchos casos efectivamente se ven beneficiados porque las opciones más baratas con las que compiten en la góndola o en quiosco se terminaron llenando de octógonos. Pero a la vez a medida que se incrementa el precio, la tolerancia del consumidor a los sellos es mucho menor y un chocolate o un alfajor que se presenta como premium termina siendo más castigado si le aparece un octógono negro”, explicó Estevez.
4. Las empresas se adaptan a los cambios: verdadero
A la espera de la reglamentación que no siempre es automática, en NielsenIQ destacan que se abren oportunidades de negocios para las marcas que reaccionen más rápido. “A partir de las implementaciones de este tipo de leyes, el porcentaje de productos sin sello se incrementó en la región, así como también se vio una reducción en la cantidad de octógonos. La ley dispara muchas oportunidades y las empresas que más rápido se adapten al nuevo escenario pueden encontrar una forma de crecer. De hecho, ya lo vimos mucho en México, donde casi todo el surtido se reconfiguró rápidamente y muchos productos pasaron a tener menos octógonos o directamente adaptaron sus fórmulas para quedarse sin sellos”, señaló Estevez.
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