Cambios en arteBA. ¿El ocaso de las ferias?
Dos renuncias al hilo. La noticia corrió como reguero de pólvora en el ambiente del arte, aunque los bien informados presentían cambios acelerados por la pandemia. Desde Uruguay, donde vive actualmente, la empresaria, coleccionista y artista Amalia Amoedo anunció su renuncia a la presidencia de arteBA. Celebrada como primera mujer presidenta de la feria más importante de la región, la nieta de Amalia Lacroze de Fortabat, no llegó a ejercer.
Elegido para la sucesión, el economista Juan Carlos Lynch tampoco. Fue blanco de fuego cruzado en las redes por una serie de publicaciones en Instagram. Tras tres días de "mandato" renunció en medio de una catarata de rumores coronada por una carta terminante de Meridiano, Asociación de Galerías de Arte. La crisis en la conducción, en buena medida acelerada por la pandemia, no deja espacio para los grises y obliga a replantear desde cero el futuro. Blanco o negro.
Este año no hubo arteBA presencial, sino una feria montada online en la plataforma Artsy, que permitió mantener en la agenda global la cita con el arte contemporáneo. La realidad del Covid 19 obligó a bajar la cortina de ferias y de museos en todo el planeta. Ambas instituciones necesitan del público para que las cuentas cierren, para que los artistas vendan, para que las audiencias crezcan.
Lo ocurrido en arteBA es el escenario menos pensado. Ciencia ficción. Un año atrás era noticia, y el fenómeno fue registrado en esta columna, la multiplicación de las ferias en el mundo entero, con la apertura de un nuevo destino por día. En dos décadas conquistaron el podio del lugar perfecto para vender arte. Una vidriera marketinera que conectaba artistas y público; un espacio de legitimación del arte en plena producción.
También, una plataforma de difusión, oportunidad de un sinfín de negocios paralelos, desde el turismo a la promoción de autos de alta gama. No hace falta recordar cómo y de qué manera Arco le cambió la cara a Madrid: el arte contemporáneo y su aura transformaron la capital española. Pasó de ser una ciudad provinciana a una metrópoli sofisticada, con una oferta cultural, hotelera y gastronómica de muchas estrellas, capaz de mover el amperímetro del turismo receptivo con un aluvión de turistas y el desembarco del alto coleccionismo.
Arco fue la última feria presencial de 2020. El día de la apertura, una nube de flashes y más de 200 fotógrafos registraron el paso de los reyes Felipe y Letizia. Pocas semanas después, los pabellones feriales eran un hospital de campaña montado para contener el avance y los efectos de la pandemia.
El mundo cambió y todavía no está escrito hasta dónde pueden llegar los cambios en el mundo del arte. Miguel Falomir, director del Museo del Prado, en diálogo por IG con Gabriela Rangel, directora del Malba, admitió que el museo madrileño había sufrido "pérdidas millonarias", junto con los 3 millones de visitantes que engordaban las arcas del museo de los borbones.
La última noticia, que nubla aún más el horizonte ferial, es la confirmación de la suspensión de Liste, vidriera suiza para el arte emergente, que tenía fecha puesta para el 17 de septiembre. No habrá Liste, ni habrá Art Basel en Suiza. Falta saber qué sucederá con Art Basel Miami Beach, punto de confluencia latina en la Florida, la primera semana de diciembre.
Todo indica que las condiciones sanitarias impuestas por el coronavirus dejarán muchas ferias por el camino. Sin galerías que paguen, el negocio hace agua. Y sin público, no hay sponsors. La ecuación es simple. Las ferias son un acontecimiento social. En Buenos Aires arteBA pudo movilizar 100.000 personas en tres días. Un récord. El futuro inmediato de la feria de arte contemporáneo de Buenos Aires será la prioridad de quien tome la posta de la conducción en esta marejada. Mientras la ecuación funcionó, las galerías vendían en la feria lo que vendían el resto del año en sus propios espacios. Hoy, el horizonte de 2021 tiene la forma de un interrogante. Como todo.
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