La introducción de aplicaciones de IA en el mercado laboral destruirá tareas, creará nuevas y modificará las que queden, según un análisis de expertos
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La inteligencia artificial (IA) afectará el mercado laboral internacional, destruyendo algunas tareas y creando otras, y para sobreponerse a este impacto los trabajadores deberán aprender a adaptarse a los cambios en forma constante. “La IA es un cimbronazo, con la intensidad suficiente para cambiar la mayoría de los procesos de una compañía”, apuntó Gabriel Pereyra, director de la consultora ModoBeta, y especificó: “Pero existe una frase muy gráfica: ‘No te va a ganar la inteligencia artificial, sino el profesional que sepa usarla’. Es una gran verdad”.
La firma de investigación Forrester señaló que la IA suplirá, en Estados Unidos, hasta el 16% de los trabajos en la próxima década. Sin embargo, su potencial de creación de nuevos empleos permitirá que solo se pierdan el 7% de puestos. “Decir si la herramienta crea o destruye empleo te lleva a una antinomia inconducente. En realidad, cumple las dos funciones. Es una transformación, que presenta un mundo nuevo. Es una revolución estructural, con una inestabilidad y dinamismo tal que hace difícil predecir cuál será su balance final”, indicó Pereyra.
Pero el balance sería negativo para el World Economic Forum, que en su informe 2023 consideró que en cinco años desaparecerían 83 millones de trabajo. En contrapartida, se crearían 69 millones. El WEF considera que la creciente influencia de la digitalización está disminuyendo la necesidad de personal en varios sectores productivos. Prevé que, en los próximos cinco años, se reducirá más de un tercio la demanda de empleados postales, cajeros y personal de introducción de datos.
Las organizaciones, sin embargo, cuentan con múltiples alternativas para resolver esta cuestión. “Este sistema abre las puertas para perfeccionar el empleo, no para reemplazarlo. La propia inteligencia artificial permite consultas para mejorar los circuitos de trabajo. Al plantearle un caso de ese tipo, te brindará una serie de alternativas para conseguir un objetivo de la forma más efectiva”, explicó Julio Bresso, profesor de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral (UA).
La visión de Bresso es similar a la de Bill Gates. “En los próximos años, el principal impacto de esta herramienta en el empleo será ayudar a hacer una labor de manera más eficiente”, resumió en su blog personal el creador de Microsoft. “La IA colabora en el perfeccionamiento o diseño de procesos, o nos aporta información, pero siempre debe haber una persona detrás, estipulándole qué necesita. Asimismo, no posee la capacidad de medir la reacción de la gente. No puede suplantar el espacio de conexión intrapersonal”, afirmó sobre el tema Maia Martínez Mornaghi, partner en Co-Education Consulting.
Resistencia
Invariablemente, todas las revoluciones industriales generaron cierto grado de temor. Encienden la alarma ante la posibilidad de que las máquinas reemplacen a los humanos. Este miedo existe desde comienzos del siglo XIX.
A partir de 1820, la economía mundial sufrió vario giros en su industrialización. La primera fue con la irrupción de la máquina de vapor. Después, a principios del 1900, vino el motor de combustión. Para la década de 1970 irrumpieron los semiconductores y la informática.
Estas revoluciones generaron resistencias. Como la del ludismo, un movimiento de artesanos ingleses que protestaba la aparición de máquinas en los talleres, allá por 1811 y 1816. Destruían trilladoras y telares, considerando que aniquilaban sus puestos de trabajo.
Y la inteligencia artificial también genera miedo. En 2020, una encuesta reveló que el 72% de los europeos temía que los robots roben sus empleo.
Cambios veloces
Sin embargo, esta revolución es distinta a las anteriores. Es mucho más veloz. “Cuánto más rápidos son los cambios, mayor es el temor, porque no se está preparado”, marcó Julio Bresso, quien es también director de la consultora Bresso C & M.
Anteriormente, las transformaciones se desarrollaban durante décadas. Afectaban a varias generaciones. “Ahora se dan casi todos los meses. De ahí surge la necesidad de desplegar la capacidad de convivir con ellas”, puntualizó Martínez Mornaghi.
Desde el punto de vista profesional, los más jóvenes están menos formados, y esto favorece su adaptación. “Este escenario de cambio permanente lleva a que se aprenda y desaprenda todo el tiempo”, agregó la ejecutiva de Co-education Consulting.
Relaciones personales
Pero si existe algo que la todopoderosa IA no puede hacer, al menos por ahora, es entablar relaciones personales. No cuenta con la posibilidad de relacionarse cara a cara. “La inteligencia artificial no lee la situación, no entiende qué pase en el ambiente, lo que siente la gente”, acota Maia Martínez Mornaghi.
Por eso, Carl Benedikt Frey, economista miembro del Mansfield College de la Universidad de Oxford, piensa que los trabajadores con habilidades interpersonales podrán beneficiarse de esta situación. “Las personas que tengan la capacidad de forjar relaciones, motivar y convencer, son las que prosperarán en esta era”, dijo en un artículo.
Sucede lo mismo con la creación y el arte. Son ámbitos en donde la IA no puede funcionar del todo bien. “Los artistas en todas sus expresiones no van a ser reemplazados por la IA. Sucede lo mismo con el liderazgo. Sí puede brindar instrumentos para manejar un conflicto o recomendar pasos a seguir”, enfatizó el profesor de la UA.
La IA tampoco podrá reemplazar tareas de comunicación, psicología o relacionadas con ayudar a los demás, como es el cuidado de personas mayores. Estas precisan tanto de la empatía como de contacto directo.
Sin embargo, también para estos profesionales, la IA puede significar un cambio. “En verdad, las personas deben potenciar el propio empleo de la inteligencia artificial para llegar más lejos, para ser más rápidos y más eficientes, para acomodarse a todos los cambios. Esto se llama humanidad inteligente (HI)”, declaró Gabriel Pereyra. La HI es un campo interdisciplinario que aborda métodos, tecnologías y aplicaciones para mejorar las capacidades sensoriales, de acción y cognitivas de los individuos.
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