Patrimonios blindados: herramientas financieras para asegurarse el futuro
Divorcios, sociedades que se rompen o juicios impositivos pueden jaquear la riqueza; cómo prevenir antes que curar
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Boris Becker, el gran tenista alemán que ganó seis torneos de Grand Slam y fue número uno del mundo, entre varios otros logros, acumuló US$25 millones a lo largo de su exitosa carrera. Sin embargo, en 2017 se declaró en bancarrota. ¿Qué lo llevó a tal situación? La falta de planificación patrimonial. El tenista, como tantas otras personas millonarias (y no tanto), terminó enredado en telarañas que les consumieron lo mucho que tenía.
En el caso de Becker, y según cuenta Martín Litwak en su libro Planificación patrimonial para celebrities la bancarrota llegó después de tres matrimonios fallidos, una hija no reconocida frente a quien perdió un juicio por US$5 millones y problemas impositivos que derivaron en multas por más de US$3,5 millones.
Como en otros órdenes de la vida, la planificación y la previsión son claves para evitar casi cualquier mal financiero o al menos evitar que se agrande y sus consecuencias sean aún más costosas.
Juan Cruz Acosta Güemes, director de FDI Gerenciadora de Patrimonios, es muy claro al respecto. “No se trata solo de acumular patrimonio. Hay que evaluar no solo ‘qué’ se posee, sino ‘cómo’ se posee (titularidad directa o utilizando algún vehículo legal) y ‘dónde’ está el activo poseído. Hay que tomar medidas para proteger ese patrimonio contra cualquier amenaza o factores que puedan afectarlo negativamente, como divorcio, muerte o conflictos familiares”.
Las herramientas más utilizadas para proteger el patrimonio y asegurarnos de que llegue a quienes deseamos con el menor costo impositivo posible –siempre dentro del marco que permite la ley– son el testamento, la cesión en vida y el fideicomiso.
“El instrumento más sencillo es el testamento. Luego, en orden de complejidad, le sigue el armado de sociedades y fideicomisos tanto en la Argentina como en el exterior; los seguros, y, finalmente, la mudanza internacional”, avanza sobre el tema Litwak, abogado especializado en planificación patrimonial. Aclara que “los bienes de fácil registración, como inmuebles, automóviles y cuentas bancarias, son los más amigables para hacer una planificación. Los activos no registrados, como joyas en cajas de seguridad, activos digitales y cripoactivos (monedas y NFT), son más complejos”.
Cosas de familia
Otro tema a tener muy en cuenta a la hora de la planificación es cómo está conformada la familia, si hay hijos de diferentes parejas, si no hay descendientes pero si ascendientes (padres, hermanos) y si quien está gestionando sus activos está casado o solo hizo una unión civil.
¿Es lo mismo, a los fines hereditarios y disposición de bienes, estar casado que no estarlo? Acosta Güemes, director de FDI, lo pone en blanco sobre negro: “Si bien la unión convivencial genera varios derechos prácticos para sus integrantes, como unificar aportes de obra social, proteger la vivienda y generar derecho a pensión en el ámbito previsional, es muy importante entender qué es lo que la distingue del matrimonio”. “Casarse implica generar un heredero forzoso y, salvo que los cónyuges pacten lo contrario, un socio en el patrimonio, es decir, los famosos ‘bienes gananciales’. Esa “ganancialidad” (o ausencia de ella) será clave tanto a los fines de un posible divorcio como en el reparto de la herencia ante un fallecimiento”. La unión civil no otorga este derecho. “Al no estar casados, el miembro sobreviviente no tiene derechos sucesorios garantizados”, dice el experto.
Cuando una persona tiene cónyuge, hijos o ascendientes vivos, ellos son herederos forzosos. ¿Qué quiere decir esto? Que no pueden ser privados de cierta porción hereditaria de los bienes que tenía una persona al fallecer.
En el caso de parejas unidas civilmente, ante el fallecimiento de uno de ellos, el otro “solamente recibirá algo si hubo testamento, fideicomiso o donación en vida y siempre que no se violen las porciones que pudieran tener garantizadas otros herederos forzosos”, explica el experto de FDI.
¿Cuál es el margen de maniobra? Esa porción garantizada por ley tiene como contracara la llamada “porción disponible”, es decir, aquella con la que el interesado puede hacer lo que quiera. Esto se traduce en darle una mejora a cualquier heredero forzoso, o dejarle activos a personas que no integren ese grupo.
“Para ejercer el derecho de aplicar la porción disponible debe haber un testamento, un fideicomiso o eventualmente una donación en vida (normalmente conservando el usufructo vitalicio), respetando en todos los casos las porciones de los herederos forzosos. Si no se usaron estas herramientas –enfatiza Acosta Güemes–, la herencia se repartirá ab intestato (sin testamento) solamente entre los herederos forzosos”.
En ese sentido, Martín Litwak pone el acento en que “el error más frecuente es no planificar, más que las familias ensambladas y tener varios matrimonios, el error es no ocuparse de planificar”. “Hoy las personas se pueden casar con separación de bienes, pueden hacer testamentos, trusts, fideicomisos; pueden velar por el bienestar de cada uno de sus hijos de diferentes matrimonios, de sus cónyuges y excónyuges. Hay herramientas disponibles en la Argentina y en el exterior para que esto quede equilibrado”.
Patrimonios nómades
Finalmente un dato no menor a tener muy en cuenta a la hora de hacer una planificación patrimonial es dónde se reside y dónde se tienen los bienes. Un tema que a raíz de la migración que eligen muchas familias es muy actual.
“Siguen dándose fenómenos migratorios que llevan a personas latinoamericanas a mudarse a Europa o Estados Unidos, pero conservando algo de patrimonio, fundamentalmente inmuebles, en sus países de origen”, explica Acosta Güemes de FDI. “Tener patrimonio en más de un país nos expone a dos sistemas legales y tributarios distintos. La persona que está en esa situación debe interiorizarse sobre las herramientas para estar a salvo de cualquier impacto negativo que sea evitable”, subraya.
También un fenómeno creciente es el de los “nómades digitales’', es decir, gente que trabaja en forma remota, cobrando en moneda dura, pero que elige residir físicamente en países en los que su sueldo internacional le permite una mejor calidad de vida o en el que se siente más a gusto. “Esto también es un desafío porque la persona debe planificar correctamente cómo y dónde recibe sus ingresos y cuáles son los efectos de vivir en un país distinto de aquel del cual percibe esos ingresos”, aporta Acosta Güemes.
“Los patrimonios trascienden las fronteras cuando la persona tiene ahorros o inversiones fuera de su país de residencia”, subraya el experto de FDI, y cierra: “Esto nos obliga a contemplar las leyes de países adicionales, especialmente en temas sucesorios”.
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