Baterías de litio “criollas”: entre el proyecto oficial y la realidad
El Gobierno insiste en que haya fabricación local e impulsa una iniciativa legislativa; los especialistas dicen que faltan tecnología y muchos insumos
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En la Argentina hay cientos de promesas incumplidas de sectores que tienen un enorme potencial y que nunca terminan de explotar. Uno de esos casos es el del litio, que ahora está nuevamente en la mira del Gobierno, debido a que se pretende impulsar un proyecto de ley de dudosa factibilidad: el de la fabricación nacional de baterías de ese mineral.
Desde el punto de vista de la disponibilidad de litio en la Argentina, la idea suena en primer lugar lógica, porque el país es el primer destino de la exploración de litio y la tercera reserva mundial de este mineral, pero la cuestión no es tan fácil de instrumentar y, por eso, salvo pocas excepciones, los centros de fabricación de baterías de litio están radicados en Japón, China y Corea.
Según destacó el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, en una reciente conferencia organizada por el Banco de Desarrollo de América Latina, la idea oficial es trabajar en tres ejes: “La industrialización del litio, la incorporación de los fabricantes de autopartes y la renovación de la flota de transporte público, en el marco de lo que denominamos transporte verde”.
En la Argentina ya existen tres proyectos de fabricación de baterías de litio, pero, según informó a la nacion un investigador del Conicet que conoce de cerca estos casos, ninguno de ellos logró todavía funcionar en todo su esplendor. “Me parece bárbaro que se quiera impulsar la industrialización del litio, pero el problema es que no lo veo factible hoy, porque no hay idea del costo que significa poner una empresa para fabricar baterías de litio en el país”, opina.
David Guerrero, especialista y referente en el sector extractivo de litio, dice que está bueno participar en el negocio de las baterías, pero es importante recordar las métricas económicas que permiten pensar qué es rentable o no. “En una batería de litio solo 11% es litio, que es lo que nosotros producimos. El resto de los componentes no está desarrollado en el país. Seguramente hay muchos proyectos para poder lograrlos, pero estamos atrasados en esta carrera en comparación con China que es el que está a la vanguardia”, explica.
Guerrero insiste, además, en que aun en el caso de que el país lograra hacerse con los insumos importados y desarrollara un buen software (algo crucial para esta industria), habría que ver si se puede producir a costos competitivos. “El hecho de que tengamos el litio como insumo no significa que estemos en la carrera por las baterías. Sí tiene más lógica saltear la elaboración de batería y centrarnos en la fabricación de autos eléctricos”, comenta.
Según explican los especialistas consultados, la batería es un negocio de altísima rotación y mínima rentabilidad, por lo que hay que tener un proceso muy optimizado para poder competir con monstruos como China o Corea. “Lo que se puede estar haciendo en la Argentina en el mejor de los casos es ensamblando a partir de los packs de celdas que se compran en el exterior”, dice un investigador del Conicet.
Daniel Bosque, director del medio especializado en minería Mining Press, cuenta que en el universo de las baterías de litio lo más costoso es la tecnología. “Este factor es el que permite quemar rápidamente etapas de desarrollo y consolidarse en los mercados. Una productora de baterías se parece más a un quirófano que a un espacio fabril. Y hoy no existe ningún complejo de este tipo en América Latina, ni siquiera en Chile, líder del litio mundial”, relata el experto.
Hacer baterías de litio no es soplar y hacer botellas: para montar un centro especializado en su fabricación se necesitan como mínimo US$100 millones de inversión, para un negocio que consiste en altísimo volumen, escaso rentabilidad y gran necesidad de materiales que, como se dijo, no están en el país.
Por eso, Bosque concluye que una cosa es la ilusión que puede originar hacer baterías a partir de la abundancia de reservas de litio que hay en el país y otra muy distinta es que en la famosa “división internacional del trabajo” haya un lugar reservado para pools latinoamericanos de baterías. “Lo mismo que no hubo un lugar en el mundo para refinadoras de oro, plata y cobre en la región, que acompañaran el fuerte desarrollo minero desde los 90 hasta hoy”, recuerda.
Desde el Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación, en tanto, se insiste en la ley de electromovilidad, que ya se envió al Congreso y que fue mencionada el lunes pasado por el presidente Alberto Fernández en su discurso de apertura de las sesiones ordinarias. “Vamos a promocionar y potenciar la producción nacional de energía limpia, cuidando el medio ambiente, generando empleo y exportación.
Queremos incorporar a la Argentina en el mundo de la movilidad sustentable y por eso queremos empezar a fabricar lo que es necesario para lograrlo. Queremos que la Argentina produzca esa tecnología porque tiene capacidad para hacerlo.
Trabajamos para que en la Argentina fabrique baterías de litio y vehículos eléctricos”, afirma Kulfas.
El proyecto oficial consistirá, según se informó desde el Ministerio de Desarrollo Productivo, en un sistema de incentivos a la inversión productiva para desarrollar baterías y buses eléctricos en el país con la mayor cantidad posible de componentes nacionales. “El proyecto se basa sobre tres ejes: la industrialización del litio, la incorporación de los fabricantes de autopartes y la renovación de la flota del transporte público”, confían.
Por su parte, Alberto Carlocchia, presidente de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), destaca que, para la fabricación de baterías, lo que se debe generar primero es el marco necesario para la llegada de inversiones, la exploración, la construcción y la producción minera, dado que en la actualidad hay componentes de las baterías que no se producen en el país, y habría que importarlos, solo para nombrar algunos: cobre, hierro, cobalto, grafito y níquel.
El planteo, según Carlocchia, abre oportunidades y presenta desafíos, no solo relacionados con la necesidad de generar los recursos de base. “Además, se deben crear las condiciones para que se pueda dar este proceso de industrialización en el futuro. Esto significa: impulsar la actividad minera para poder contar con los insumos necesarios y, además, generar alianzas en innovación, para tener acceso a la tecnología que se requieren para las baterías. Ambos aspectos son la base necesaria para cimentar avances en el rol que juega nuestro país en el mercado de la electromovilidad”, opina el directivo.
Hay que recordar, de todos modos, que el litio que exporta hoy el país ya tiene valor agregado, con ventaja competitiva sobre Chile y Bolivia, que no tienen las perspectivas con las que cuenta la Argentina. “Gracias a no haber tocado su marco legal de los códigos mineros de las provincias hoy tiene 40 proyectos de extracción de químicos de litio. Eso nos posicionaría como líderes en la región en la producción de litio basado en salmuera”, enfatiza Guerrero.