Bailar, escribir o salir de fiesta: crearon un negocio de $15 millones a partir de todo lo que se puede hacer a los 90
Ante el cierre de fronteras y la parálisis de su negocio, Alejandro Amestoy y Diego Naveiro crearon Home Concierge, una empresa de servicios personalizados para adultos mayores, personas con alguna discapacidad y profesionales
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A los 90 años se puede aprender a bailar tango. También se puede empezar a escribir una novela o salir de fiestas. Con base en esa premisa, Alejandro Amestoy y Diego Naveiro crearon la plataforma Home Concierge, una empresa de servicios personalizados para que los adultos mayores se sigan realizando, se sientan acompañados y hasta tengan resueltas las facturas a pagar.
“Nació como parte de nuestras experiencias personales, con nuestros padres. Quisimos crear un proyecto lindo que, más allá del negocio, nos dé satisfacción. La idea es que se contrate el servicio para que una persona de confianza los lleve al médico, les arregle el televisor o los acompañe a un curso. Entonces, cuando estás con tus papás, pasas tiempo de calidad y no estás solucionando problemas”, explicaron sus creadores.
Si bien en un principio el foco estuvo puesto en los adultos mayores, los servicios también están disponibles para las personas con alguna discapacidad e incluso para profesionales que necesitan delegar tareas para enfocarse en su trabajo. En su primer año de vida la compañía planea facturar $15 millones, con un incremento del 100% para el año siguiente.
A principios del siglo IV los “concierge” se encargaban de complacer el deseo o las peticiones de las visitas reales en los palacios. “El guardián de los candiles”. Y aunque en la actualidad el término es usado para los cargos más importantes de los hoteles, los emprendedores de Home Concierge decidieron rebautizar la palabra dentro de la empresa para referirse a las personas que acompañan, realizan trámites y asesoran a sus clientes.
Antes de la pandemia, los empresarios trabajaban juntos en Cynsa Tour Operator, una compañía con 60 años de antigüedad que brinda servicios personalizados a los extranjeros para que durante su estadía en el país -también la firma opera en Chile y Uruguay- puedan realizar todas las actividades que se propongan. Pero, con fronteras cerradas, el negocio se acabó y tuvieron que ponerse creativos para salir adelante.
“Nos dimos cuenta de que podíamos capitalizar todo ese conocimiento, ese personal con el know-how. Aprovechamos la estructura, los conocimientos y la mano de obra, aunque Home Concierge es un proyecto que va a ir separado de la empresa madre, con una idea y una mirada mucho más humana”, indicó Amestoy.
Tras nueve meses de planificar el proyecto durante los meses de cuarentena, en enero de este año la empresa empezó a ofrecer sus servicios. Para eso, antes tuvieron que invertir US$20.000, dinero que destinaron a la búsqueda y capacitación de los concierge, la implementación de protocolos Covid-19 y el diseño de la plataforma, entre otros gastos.
A los emprendedores no les gusta decir que se “reinventaron”. En cambio, prefieren usar el término “resiliencia”. “Es la flexibilidad de adecuarnos e ir con la marea, como tantas otras empresas en la Argentina. Los problemas existen, lo que importa es qué haces con eso”, remarcaron.
“El fin último es poder incentivar y alentar a la gente mayor, para que siga teniendo una calidad de vida, que siga creando. Que en vez de mirar televisión, pueda hacer esas cosas que durante su juventud no pudo. Hoy la gente mayor llega muy bien de la cabeza, físicamente, tienen ganas de seguir realizándose. Ahí, el concierge es la persona que tiene ese condimento, con las aptitudes necesarias para incentivarlos”, sostuvo Naveiro.
Servicios por $1000 la hora
El mayor desafío que tuvieron los emprendedores fue la búsqueda de los profesionales que se desempeñarían como “concierge”. Si bien no hay requerimientos de género, profesión ni edad -”nos escriben desde centennials hasta personas de 70 años”-, para la empresa los empleados tienen que tener “un espíritu especial, de vocación de servicio, afinidad y nivel cultural”.
“Nos demoramos meses. Entrevistamos a todos personalmente, porque para nosotros es una responsabilidad muy grande. Nos contratan para que alguien atienda a sus padres, a una persona con alguna discapacidad, estás metiendo a una persona dentro de tu casa”, agregó Amestoy.
Según el perfil del cliente, la empresa designa a una persona que sea compatible que debe cumplir. Las afinidades, la cercanía y los conocimientos de ambas partes, son algunas de las características claves para emparejarlos. “La idea es que sea el mismo concierge durante años, que conozca las mañas y gustos de cada cliente. Se empieza a generar una relación”, remarcó Naveiro.
Los servicios que se pueden contratar abarcan un amplio abanico de posibilidades. Desde mudanzas y arreglos menores del hogar, pasando por la asistencia para realizar deportes, la gestión de trámites y hasta el acompañamiento a viajes o eventos, son algunas de las opciones que se ofrecen en la web.
Con respecto a los precios, se pueden contratar membresías o un servicio ocasional, con un promedio de $1000 la hora. Actualmente, las membresías cuestan desde los $8400 por ocho horas mensuales de compañía, hasta los $19.200 por 20 horas de servicios. Las horas extra y los servicios durante los fines de semana y feriados tienen un recargo del 30% al 50%.
Por el momento operan en Capital Federal, zona norte y sur del Gran Buenos Aires. A su vez, en septiembre desembarcan en Uruguay y los planes futuros de la empresa son establecerse en Chile y Perú. “El objetivo social del emprendimiento, independientemente de que es un negocio y tiene una proyección financiera, tiene un fin social muy importante”, cerró Naveiro.
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