Avenida Corrientes: el dramático relato de las pizzerías más famosas del país
Las pizzerías de la avenida Corrientes no tienen clientes y advierten sobre posibles cierres
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Sin teatros, cines ni espectáculos, la avenida Corrientes se encuentra desierta. Las pizzerías, acostumbradas al movimiento de las oficinas y de la noche porteña, atraviesan desde el año pasado una crisis histórica, por lo que algunos locales emblemáticos están en peligro de cierre.
Las nuevas restricciones ennegrecieron el panorama: el 70% de su facturación corresponde al horario nocturno y, sobre todo, los mayores ingresos provienen de los fines de semana.
La Americana de avenida Corrientes decidió abandonar la zona a finales de abril. A tan solo unos metros de distancia, el emblemático local Los Inmortales también peligra. Hoy en día su facturación es menor al 15% en comparación con los períodos anteriores a la pandemia y sus socios remarcaron que no recibieron “la ayuda económica prometida” a través del Repro para gastronómicos.
A eso se le suma “la deuda impagable” que acumuló en 2020 y el pago incesante de impuestos, servicios, créditos, aportes patronales, sindicales y sueldos. Es más, este mes la pizzería no pudo afrontar el pago completo del salario de abril de sus 20 empleados, algunos de ellos con más de 30 años de trayectoria en el local.
“Luego de 70 años en la avenida más famosa de Buenos Aires, Los Inmortales de la Avenida Corrientes afronta la crisis más inviable que nos haya tocado vivir. Estamos viendo qué hacemos, esa es la realidad. Siempre fui positiva y tengo esperanzas, pero con la esperanza no se come, tampoco se paga. Si cerramos, serían 20 familias en la calle. Necesitamos ayuda tanto del Estado nacional como del Gobierno de la ciudad. No creo que muchos podamos aguantar el confinamiento por muchos días más. El panorama es, por lo menos, sombrío”, advirtieron desde la sucursal, en diálogo con LA NACION.
El primer golpe del año fue la restricción horaria hasta las 23 horas. Luego, se redujo hasta las 19 horas y los limitaron a atender únicamente en los exteriores, por lo que “la facturación de los comercios dependía de factores climáticos”.
Ahora, tanto los restaurantes como bares se ven obligados a trabajar únicamente a través del delivery y el take-away. “Esto es el mazazo final”, consideraron.
“No hay delivery porque no haya viviendas, es casi nulo. El otro problema que tienen las pizzerías en general es que tenemos estructuras grandes, con mucho personal. De día atendemos a empleados gubernamentales y toda la actividad financiera. De noche, el movimiento lo atrae la propuesta cultural de la zona. Por eso, el delivery para los locales gastronómicos representa tan solo un 10% de su facturación. No pago ni la luz con eso”, compararon.
“No hay delivery porque no hay viviendas, es casi nulo. El otro problema que tienen las pizzerías en general es que tenemos estructuras grandes, con mucho personal. En nuestro caso, de 50 empleados hoy están trabajando solo ocho personas. Lo hace imposible, ya no hay reservas ni monetarias ni anímicas para sostenernos”, expresó Diego Banchero, de la pizzería Banchero.
En el caso de Banchero, al principio de la cuarentena en 2020 la facturación era del 30%. Con la llegada del verano, en enero, febrero y marzo llegaron a recaudar entre un 60% y 70% en relación con la pre-pandemia. El panorama mejoró, por lo que empezaron a saldar las deudas contraídas, a adherirse a planes de pago. Hoy, la facturación cayó al 20% y “los compromisos que asumimos empiezan a caer con el negocio cerrado”.
Con respecto a la ayuda estatal, el año pasado accedieron al programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP). En cambio, este año el Repro II lo recibieron “aleatoriamente” en otras sucursales que el restaurante tiene distribuidas en la capital.
“Después de un año cerrados no hay lógica que lo resista más que contar con la buena voluntad de los empleados. Ya es insostenible. El negocio se comió todos los ahorros que teníamos, ya no hay más nada. En esta situación podés aguantar dos meses, tres meses, ¿pero cuánto más? Ya está, la única solución es seguir contando con la buena voluntad de los empleados, de los sindicatos, de la gente. Es triste”, añadió Banchero.
Desde la Asociación de Propietarios de Pizzerías y Casas de Empanadas de la República Argentina (Appyce) sacaron un comunicado en el cual indicaron que a pesar del “dinámico” diálogo con las autoridades, las decisiones adoptadas y los paliativos otorgados “no resultan adecuados”.
“Por ello seguiremos peticionando en todos los ámbitos pertinentes a efectos de que nuestra actividad sea sostenida, como una de las más afectadas por la pandemia”, agregaron.
La zona crítica es la Av. Corrientes, Av. de Mayo, San Telmo, Puerto Madero y Tribunales. Por eso, una de las soluciones que se le plantearon al Gobierno es canalizar la ayuda a los comercios establecidos en dichos lugares, “darles tiempo” para que se recuperen. Algunas de las sugerencias fueron el pago diferido de los alquileres por seis meses, también la condonación de Ingresos Brutos por tres meses. El proyecto fue bien recibido por el Ejecutivo, pero hasta el momento no se ha avanzado en el tema.
El 20% de las pizzerías de CABA ya cerró
“Hasta el momento contabilizamos el cierre definitivo de aproximadamente un 20% de pizzerías y casas de empanadas en C.A.B.A. Las pérdidas de las fuentes laborales lejos están de reinsertarse nuevamente en el mercado laboral”, aseveraron desde Appyce.
El dueño de Ña Serapia, un local de empanadas norteñas con más de 58 años de trayectoria en el barrio de Palermo, aseguró que es “imposible renegociar el alquiler de mi local, porque los montos que piden “son inaccesibles”.
“Estoy muy complicado, me encuentro con la necesidad de cerrar mi negocio, que ya cumplió 58 años, fuimos una marca destacada en varios eventos, fechas conmemorativas. Hoy me encuentro en esta tremenda situación. Todo se suma, sin ayuda del Estado, estamos sin miras a poder subsistir”, explicó Héctor Yepes, titular del restaurante.
Desde Appyces señalaron que, tal como lo han expresado a través de acciones de amparo que presentaron ante la Justicia contra anteriores decretos, “no existen razones sanitarias, jurídicas y económicas que lleven a impugnar toda normativa que impida trabajar libremente al sector”.
“Todas las medidas sanitarias y los costos de inversiones sobre los espacios para funcionar -en verano primero y ahora en temporada invernal- sólo agravarán la situación. Recordemos que, con aforo reducido y protocolos, ha quedado demostrado que la gastronomía no es un foco de contagio”, cerró la asociación.
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