Las startups argentinas Háblalo, de Mateo Salvatto y Mamotest, de Guillermo Pepe, se destacan en la región por sus servicios de inclusión social
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Emprender en América Latina nunca ha sido fácil. El 75% de las startups cierran sus puertas al cabo de dos años, según el Instituto del Fracaso, un organismo independiente con sede en México que se dedica a analizar el ecosistema emprendedor de un país y a estudiar el motivo por el que fracasan este tipo de iniciativas.
Y eso era antes de la pandemia, que golpeó a la economía de la región como a ninguna otra, provocando una contracción de entre el 7% y el 8% en 2020, según diversos organismos internacionales.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estimó en 2020 que el coronavirus y sus secuelas económicas arrasarían con 2,7 millones de emprendimientos latinoamericanos, el 19% del total.
Además, 22 millones de latinoamericanos cayeron bajo la línea de pobreza, llevando el total de pobres a 209 millones, un tercio (33,7%) de toda la población regional.
Ante este panorama desolador parece difícil ser optimista. Sin embargo, hay quienes aseguran que existen motivos para serlo.
Uno es el fundador de Mercado Libre, el argentino Marcos Galperin, uno de los emprendedores latinoamericanos más exitosos.
“Nunca hubo en América Latina un mejor momento para emprender que ahora”, aseguró en noviembre pasado, en el marco del foro virtual XCala Summit.
Según Galperin “están dadas todas las condiciones: hay grandes emprendedores, hay casos de éxito, hay inversores ángeles, hay instituciones privadas, públicas y ONGs que se dedican a apoyar a emprendedores”.
Entre estos “casos de éxito” hay algunos que se destacan no sólo por haber logrado crecer a pesar de la pandemia. Lo han hecho, además, generando un beneficio a la sociedad, que excede lo económico.
Mamotest
Este emprendimiento argentino, el primero de su tipo en América Latina, surgió gracias a una conversación entre un padre y un hijo.
El primero era el veterano médico radiólogo Guillermo Pepe, especialista en diagnóstico mamario. El segundo, su homónimo, experto en economía empresarial.
Según cuenta Pepe (hijo), fue esa charla en la que su padre le habló de su desesperación por pacientes que morían de cáncer de mama por no haber detectado el tumor a tiempo, lo que lo inspiró a buscar una solución.
El joven emprendedor, que hasta los 34 años se había dedicado a abrir restaurantes en España, se enteró que el cáncer de mama tiene una tasa de supervivencia del 90% si es detectado en etapa temprana.
Estaba convencido de que a través de la tecnología se podría resolver el problema que llevaba a que unas 7.000 mujeres murieran cada año en su país por no haberse realizado una mamografía.
En 2013 hizo un curso sobre “medicina exponencial” en la Singularity University, una institución académica en Silicon Valley, en Estados Unidos, que se especializa en aplicar tecnologías revolucionarias para hallar soluciones disruptivas a los problemas.
Fue entonces que concluyó que la solución para que más mujeres tuvieran acceso a un diagnóstico precoz era acercar la tecnología hasta ellas, a través de la telemedicina.
Pepe creó la primera red de telemamografía de Latinoamérica, instalando mamógrafos en lugares alejados, donde esa prueba no se realizaba por falta no solo de los aparatos, sino también de los médicos que realizan el diagnóstico.
Para resolver esta segunda limitación, Mamotest creó una red de más de 300 expertos que reciben las imágenes de las mamografìas a través de internet y en apenas 24 horas les envían a las pacientes el resultado.
Desde su creación, ya ha realizado más de 210.000 diagnósticos, gracias a la financiación de ONG, gobiernos y empresas relacionadas con la salud.
Voceros de la empresa dijeron a la BBC Mundo que en la actualidad Mamotest factura US$1,6 millones, y en la segunda mitad de 2021 planea ampliar sus operaciones a Uruguay, Paraguay, México y España.
Este emprendimiento no solo ha salvado vidas, también obtuvo la llamada “certificación B”, que reciben las empresas que tienen “triple impacto”: en la economía (le ahorra millones al Estado), en la sociedad (también realizan campañas e impulsan leyes para mejorar la salud de la mujeres) y el medioambiental (reemplazando las radiografías convencionales, altamente contaminantes, por imágenes digitales).
Por todo esto, Mamotest ha recibido el respaldo, entre otros, de la Organización de Naciones Unidas (ONU), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard.
Háblalo
Mateo Salvatto se estaba por recibir como técnico en electrónica de la secundaria, en 2017, cuando creó la app Háblalo, que permite a las personas con discapacidad auditiva comunicarse.
“Mi madre es profesora de sordos e intérprete de lengua de señas desde hace 35 años”, explicó el argentino de 22 años a BBC Mundo.
“Y yo quería tratar de ayudar a todos estos chicos y chicas, alumnos de mi vieja, que sufren muchísimas injusticias que yo no sufría, simplemente por tener esa discapacidad. Desde hacer un trámite o pedir una dirección en la calle hasta hacer una denuncia o ir a una consulta médica”, señaló.
“¿Cómo puede ser que tengamos tecnología para poner un robot en Marte, pero un sordo no puede hacer una denuncia?”, pensó.
Su aplicación tuvo tanto éxito que para 2018, con apenas 18 años, formó la empresa Asteroid, para poder administrar su emprendimiento.
Hoy Háblalo, que funciona de forma gratuita y sin necesidad de estar conectado a internet, es usado por 140.000 personas en 55 paísesa lo largo de cinco continentes y en más de 35 idiomas.
Su creador lo describe como una “multiherramienta con distintas funcionalidades”, que permite a los usuarios —no solo sordos, sino cualquier persona con un problema que le dificulta el habla— poder comunicarse, ya sea escribiendo un texto que es transformado en audio, o utilizando dibujos, imágenes o fotos, entre otras opciones.
A pesar de no generar ingresos directos por el uso de la app, Asteroid desarrolló un modelo de negocio alternativo: creó una versión corporativa de la aplicación, llamada Háblalo for Business, que les permite a organizaciones privadas o del Estado atender a personas con discapacidades comunicacionales.
La empresa también se dedica a “crear tecnología que le cambie la vida a las personas”, cuenta Salvatto, quien adelantó que trabaja en nuevas apps que ayudan a personas con alzhéimer y a quienes no tienen motricidad.
Kingo
Hace 10 años, el guatemalteco Juan Fermín Rodríguez, entonces de 28 años, decidió renunciar a su trabajo en una multinacional para intentar hacer realidad un sueño: crear un emprendimiento que ayudara al medio ambiente e impactara positivamente en la vida de otros.
Investigando, dio con un dato que lo alarmó: que cerca de un quinto de la población mundial no cuenta con energía eléctrica y que son justamente estas comunidades sin acceso las que mayores dificultades tienen para su desarrollo social, económico y educativo.
Fue así que en 2013 lanzó una startup que propone una idea absolutamente novedosa: ofrecer energía por medio de paneles solares con una modalidad prepago, similar a la que usan muchas empresas de telefonía celular.
De esta forma, las personas que no tienen acceso a las redes eléctricas pueden utilizar la energía solar, sin tener que comprar el costoso equipo ni tener que pagar por su instalación y mantenimiento. Solo pagan por su consumo.
El proyecto piloto incluyó a solo 50 familias, pero funcionó tan bien que para 2019 el servicio ya alcanzaba a 55.000 hogares en Guatemala e incluso se había extendido a Colombia.
La meta de Kingo es instalar 140.000 equipos para 2022, lo que beneficiaría a cerca de medio millón de personas.
Luego, el plan es expandirse por América Latina (este año se firman contratos en México y Panamá), donde, según Rodríguez, hay más de 7 millones de familias sin energía eléctrica.
La empresa guatemalteca no solo ha conseguido una inversión de más de US$25 millones de entidades como el BID, el Banco de Desarrollo de Holanda y el gigante energético francés Engie, además del reconocimiento de la ONU y el Massachusetts Institute of Technology (MIT), entre otros.
También atrajo la atención de Hollywood. Más concretamente, de una de las estrellas más comprometidas con el medio ambiente: Leonardo DiCaprio.
El actor de “Titanic” y “Lobo de Wall Street” quedó tan fascinado con este proyecto que, además de convertirse en inversionista en 2018, se sumó como asesor oficial, y su reconocido rostro se destaca en el listado de “quiénes somos” en el sitio de la compañía.
“La energía solar es clave para un futuro sin combustibles fósiles, y la tecnología de Kingo ayudará a permitir un uso amplio de la energía limpia en el mundo en desarrollo. Me enorgullece invertir en Kingo, mientras busca erradicar la pobreza energética”, se lee en una cita del actor, debajo de su foto.
Sinba
Aunque suene parecido al nombre del protagonista del “Rey León”, este emprendimiento peruano no tiene nada que ver con dichos mamíferos.
Sinba viene en realidad de “Sin basura”, y el objetivo de esta empresa es encontrarle una solución al problema de los millones de toneladas de alimentos que tiramos todos los años.
Según la agencia de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cerca de un tercio de los alimentos que se producen en el mundo se desperdician.
En tanto, un tercio de todos los cultivos que se producen se destinan a la alimentación animal.
Sinba encontró una solución sencilla a esta paradoja, reciclando las sobras para utilizarlas como alimento porcino.
La idea nació casi de casualidad un día del 2015, cuando Andrea Rivera, Bitia Chávez y Philip “Pipo” Reiser se juntaron en Lima a comer.
Los tres se habían conocido unos meses antes en un programa dedicado a desarrollar proyectos de sostenibilidad.
Pero fue en ese restaurante, mientras observaban a los mozos retirar platos con comida sin terminar, que los amigos decidieron poner el foco en qué se hace con esos restos.
Tras investigar el tema, averiguaron que un restaurante peruano genera diariamente entre 30 y 400 kilos de residuos de alimentos al día.
En 2016 lanzaron Sinba, un servicio de tratamiento de residuos orgánicos de restaurantes.
La empresa asesora a restaurantes sobre cómo gestionar sus residuos orgánicos. En alianza con recuperadores urbanos los recolecta y transporta hasta una biofábrica, donde son transformados en alimento animal o abono mediante un proceso de esterilización.
Luego, comercializa el alimento a porcicultores, a quienes también asesora sobre el manejo de sus residuos.
Al día de hoy, han reciclado más de 2.100 toneladas de residuos orgánicos.
Sinba también abrió una red de recolección de residuos en hogares, transformando los orgánicos en compost, el aceite en biocombustible y reciclando más de 230 toneladas de residuos inorgánicos.
Además, educa sobre cómo reaprovechar el 90% de la basura, y ya capacitó a más de 3800 personas.
Por su impacto económico, medioambiental y social, este emprendimiento peruano logró convertirse en una empresa B Certificada.
A finales de 2020, también fue seleccionada por la ONU —junto con Mamotest y Kingo— como una de las 28 organizaciones más innovadoras del mundo para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) propuestos por ese organismo para 2030.
En el sitio de Sinba se declara que su propósito es: “Cocrear un mundo #sinbasura, donde nada sobra y donde nadie sobra”.
Momlancers
Como muchas mujeres que deciden ser madres, las mexicanas Regina Cabal y Katia Moye enfrentaron un dilema después del nacimiento de sus hijas: ¿cómo balancear sus carreras con la maternidad?
Moye decidió priorizar a su bebé, y renunció a su cargo en la oficina de marketing de una marca de consumo porque “no quería llegar a casa en la noche sólo a bañarla y dormirla”.
En cambio, Cabal, que trabajaba en una agencia de innovación, logró negociar trabajar a medio tiempo por un año.
Para su propia sorpresa, resultó ser “el año más productivo” de toda su carrera.
Inspiradas por sus propias experiencias, ambas se unieron para crear Momlancers, una consultora laboral para madres freelancers.
Esta plataforma mexicana, creada en 2017, se dedica a conectar a profesionales que son madres con empresas que puedan requerir de sus servicios, con el objetivo de que ellas puedan trabajar de manera remota y seguir cuidando a sus hijos.
Más de 15.000 mamás profesionales utilizan Momlancers para conectar con un centenar de empresas, no solo en México sino también en Colombia y Ecuador.
En febrero pasado, la revista Forbes México incluyó el emprendimiento entre las “30 promesas de 2021”.
El próximo desafío de Cabal y Moye es multiplicar por 10 las empresas que utilizan la consultora y empezar a brindar otros servicios, como capacitación para las madres que se registran en el sitio.
También buscan ser una referencia en América Latina.
“Queremos cambiar la forma en la que se crean oportunidades laborales para las mamás”, afirman.
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