Alfajor triple: la historia de un clásico que nació en la Argentina
La marca Fantoche fue la primera en inscribirlo. Produce 800.000 unidades diarias. Se come más en el interior. En Caba eligen el doble.
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CORDOBA.- Hoy los alfajores triples son parte del folklore de las golosinas argentinas. Hay de varias marcas y gustos, pero no siempre fue así. Hubo un tiempo en que solo era tapa, dulce de leche y tapa. Fue Fantoche la que lo creó en su versión actual. Su origen se remonta a los años ’60, pero nadie en la fábrica recuerda con precisión la fecha.
Dielo fue la primera empresa, la suma de los apellidos Diéguez y López, que se unieron en una “distribución de varios”. Así describían la tarea de abastecer a los almacenes de Mataderos y Liniers. En 1969 se incendió el galpón donde tenían el depósito y eso los obligó a trasladarse a pocas cuadras, siempre en Villa Lugano, donde todavía está la fábrica, claro que mucho más grande. Cinco años antes habían comprado una panadería en Mataderos, que era reconocida por sus panes dulces y alfajores.
Allí estaba la máquina para bañar alfajores cuyo nombre adoptaron, Fantoche. El escrito debería ser en italiano “fantoccio” acompañado de un muñeco de paja que se tradujo como el payaso que acompañó a la marca en sus comienzos. Los Diéguez se hicieron cargo de la producción y comenzaron con alfajores y galletitas. Hoy, además, fabrican panes dulces, budines y confituras. Todos los productos, en aquellos inicios, salían en latas de 3,5 kilos.
El “padre” del triple fue Celso Diéguez, quien murió en 2017. La golosina que ideó –y que representa el grueso de las ventas de la empresa- era una mezcla entre el alfajor regional y el porteño. Se despegó del Merengo, un tricapa diferente que circulaba por ese entonces.
Aunque primero debieron convencer a los distribuidores sobre el producto, no demoraron mucho en expandirse al interior. Como tenían limitaciones logísticas acordaron con José Antonio Fernández, por entonces dueño de Jorgito, dejarle Buenos Aires y Caba y volcarse al interior, empezando por Santa Fe. Las consecuencias de ese pacto siguen hasta hoy.
De los 800.000 alfajores que elabora la fábrica por día, el 70% va al interior. Las auditorías que maneja la empresa señalan que el 60% de los que se consumen en Buenos Aires y Capital Federal son de dos capas, mientras que fuera de esa región, la proporción es la inversa.
El acuerdo entre Diéguez y Fernández –dicen desde Fantoche- fue tan “serio” que Jorgito esperó 25 años para sacar su triple mientras que la marca del payaso empezó a discontinuar la producción de los dobles hasta dejar de hacerlos.
Fantoche fue la primera en registrar en la Justicia su triple. Lo hizo en 1987, dos años después de haber inscripto el nombre. En 1992 Arcor esperaba presentar en la Expogolosina su propio alfajor de tres pisos, el Tatín con el agregado de “triple”.
Nueve días antes de la presentación oficial del producto los Diéguez consiguieron un ejemplar del nuevo producto; lo llevaron a sus abogados, quienes presentaron un amparo. La Justicia aceptó estudiar los registros y pidió un millón de dólares como depósito de fianza. Los dueños dejaron el dinero en el Banco Nación y esperaron.
Todavía hoy en la fábrica se festeja el triunfo: horas antes del inicio de la exposición, oficiales de Justicia fueron al stand de la otra marca e hicieron retirar toda referencia a “triple”. Desde entonces, en la Argentina, ese adjetivo en materia de alfajores tiene un único dueño. El resto debe acudir a otras palabras para dar esa idea.
“No hubo publicidades específicas del triple cuando salió, todo fue boca a boca impulsado por los kiosqueros”, dicen a LA NACION desde la empresa, que no oculta su orgullo de que otras firmas grandes y Pymes hayan repetido su concepto. “Sin dudas, fue la gran innovación argentina en alfajores”, repiten.
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